Inspiración

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Ya no era lo mismo, algo faltaba, faltaba ese toque suyo, seguían siendo pinturas muy bien hechas, pero no tenía la magia que solían tener anteriormente, no le convencía ningún trabajo que realizaba porque no lo hacía con ganas, no lo hacía con el amor de siempre, no tenía inspiración para ello.

Desde pequeño Horacio había entrado en el mundo artístico, realizando diferentes pinturas de todos los tamaños y estilos, con colores fuertes, suaves, intercalados, le encantaba que sus pinturas no llevaban el mismo estilo siempre, cada una de ellas tenía el propio, eso hacía que las personas lo amaran, tenían una magia especial difícil de lograr.

Desde una pequeña hormiga sobre un terrón de azúcar hasta la bella ciudad de París que él tanto amaba habían sido pintadas por él con el mismo amor y pasión, no importaba de qué se tratara, si veía algo que llamara la atención a sus ojos y lo hacía sentir esas ganas de inmortalizarlas en pintura, lo hacía sin dudar, por más que sea algo insignificante.

Precisamente ese sentimiento lo había perdido por un largo tiempo, y eso le frustraba, porque pintar era una forma de hacer ver al mundo su forma propia de verlo, de dejar salir todos sus sentimientos y no ahogarse con ellos, pero ahora cada vez que pintaba no lo hacía con ganas, seguían siendo dibujos bien hechos a ojos de una persona que no supiera mucho sobre ello, pero a sus ojos y de las demás personas que habían visto sus trabajos era más que evidente que algo faltaba, no tenía esa chispa, por esa misma razón había arruinado decenas de sus últimos trabajos, porque el solo hecho de ver esas pinturas mal hechas lo hacían deprimirse más.

Todo eso cambió cuando unos tres meses luego de eso, fue a la plaza que estaba a unos cuantos metros de su casa solo para disfrutar del día, hace unos meses atrás ese lugar era uno de donde habían salido muchísimos trabajos, desde un perro robando comida de uno de los locales que estaban alrededor, un niño cayéndose y raspándose la rodilla que luego era consolado por su madre, un vendedor de rosas pasando por el lugar con una gran sonrisa por haber tenido una buena venta o también algunas parejas que transmitían amor de tan solo verlas, esos escenarios eran sus favoritos, por eso amaba venir al lugar y observar lo que sucedía, todo era tan aleatorio que le encantaba, nunca sabías lo que te podrías encontrar, él no sabía lo que se iba a encontrar tampoco.

Ese día había dejado sus pinturas en casa al igual que sus lienzos ya que pensaba que sería al igual que los otros días en donde simplemente no podía recrear la magia de esos momentos únicos, solo había llevado uno de sus cuadernos de dibujo y uno de sus lápices de grafito simplemente para garabatear un poco mientras comía algún croissant tan típico de su país.

Y como de costumbre se sentó en uno de los bancos de cemento localizado en una esquina de la plaza en la cual se permitía tener una mejor vista de todo el lugar, aquella vista era un deleite para sus ojos, el verde de los árboles y el pasto, los colores beige y pasteles de las construcciones de la zona y los llamativos colores de las vestimentas de los peatones, una combinación digna de sus pinturas, tal vez el hecho de ir a ese lugar a observar eso no era tan buena idea, ya que le recordaba constantemente de su falta de ganas y pasión, pero aun así seguía siendo uno de sus lugares favoritos asique seguiría asistiendo.

Era primavera, un clima perfecto, no muy fresco ni muy cálido, una temperatura perfecta para llevar el tipo de vestimenta que antojara. Las aves revoloteaban por los arboles cantando una hermosa melodía, las personas sacaban a sus mascotas a disfrutar del hermoso día, muchas personas fotografiaban el hermoso cielo azul acompañado de esos algodones blancos para posiblemente publicarlo en sus redes sociales. El sol iluminaba perfectamente todo el lugar despertando de paso a las florecillas que habían estado decaídas por la noche fresca. Algunos vendedores recorrían la zona con sus carritos de helado consiguiendo llamar la atención tanto de niños como de adultos, la sonrisa en estos vendedores significaba lo bien que estaban vendiendo sus paletas heladas o sus conos cremosos.

Con una sonrisa inevitable Horacio observaba todo, disfrutando hasta de ver a algunas personas corriendo agitadamente por llegar tarde a sus trabajos. Su cuaderno estaba guardado en un bolso a un lado de sus muslos, tal vez algún día este objeto podría volver a llamarle insistentemente para retratar lo que sus ojos veían o incluso lo que su corazón sentía.

Desviaba sus ojos observando cada escena mientras degustaba aquel panificado levemente dulce, y en una de esas ocasiones sus bicolores ojos se toparon con algo, o más bien alguien que hizo a su corazón volver a saltar con la misma energía de antes, pudo sentir sus dedos picar al verlo, si analizaba bien la escena no era nada fuera de lo común, solo era un hombre bastante alto y guapo llevando una caja de madera con plantas dentro, pero definitivamente necesitaba retratar esa imagen que había sido guardada en su mente.

Un hombre de cabellos plateados perfectamente peinados hacia atrás, una rostro fino y con facciones bien definidas, una barba no muy poblada perfectamente recortada, un cuerpo que se veía bastante bien trabajado por lo que se podía notar por la forma en la que su camisa se ceñía levemente por sus brazos y pecho, una altura de tal vez 1,90 o más incluso, muy alto y Horacio no era bajo pero al lado de ese hombre lo sería, su vestimenta consistía en una camisa beige casi blanca arremangada por los hombros lo que permitía ver sus brazos marcarse por la fuerza invertida en sujetar aquella caja, unos pantalones jeans negros no muy ceñidos, zapatos de charol negros, a decir verdad de no ser por la forma de llevar la camisa se podría pensar que era un empresario, cosa que tampoco parecía ser así por el delantal marrón claro que llevaba para seguramente no ensuciarse con la tierra que podrían desprender las plantas.

Desde el punto en que Horacio estaba se podía apreciar su expresión seria, hasta pareciera alguien malhumorado, pero él más que nadie sabía que a veces una expresión del rostro no demuestra la verdadera forma de ser de una persona. Horacio quería correr hacia él solo para observar algunos detalles que a esa distancia no se podía apreciar con detalle, como por ejemplo el color de sus ojos que al estar de costado y con los ojos entrecerrados por la luz del sol le imposibilitaba verlos, le gustaría poder observar más a detalle cada facción de su rostro.

Ágilmente sus dedos sujetando el lápiz se movían rápida pero delicadamente sobre la blanca y fina hoja de papel, alternaba su mirada entre el hombre marchándose y el dibujo que estaba realizando, le molestaba que lo tuviera que estar realizando sin colores, porque a pesar de que amaba muchos de sus trabajos hechos en negro y blanco esta escena sin duda necesitaba hacerla a color, no podía ser de otra forma, daba gracias que tuviera una muy buena memoria porque había guardado en su memoria cada color que apreciaba desde la distancia.

En uno de los momentos en donde volvió a bajar la vista a su dibujo, al volver a buscar con la mirada al sujeto este ya había desaparecido entre las personas pasando, observó todo el lugar buscándolo, pero simplemente había desaparecido, le entristeció sutilmente pero aún tenía ese fuego dentro suyo que lo incitaba a terminar su dibujo, pero lo dejó a medias y enseguida abandonó el lugar yendo nuevamente a su hogar para tener a disposición toda su paleta de colores.

Apenas y llegó a su hogar se dirigió a su sala de trabajo, buscó un lienzo limpio y lo coloco en el caballete posicionada frente a una ventana que dejaba entrar la luz del día perfectamente y así iluminar bien el lugar. Buscó las pinturas que necesitaría y las colocó en su paleta para luego mezclar algunos. Fue así como su día lleno de inspiración empezó, tal y como recordaba a ese hombre lo dibujo, así como también el fondo y las plantas en aquella caja en donde algunas hojas caían por los costados de aquella.

La cantidad de detalles bien cuidados en la pintura eran muy evidentes, hace mucho tiempo no había puesto tanto empeño en sus trabajos y definitivamente le gustó el resultado, aunque evidentemente le hubiera gustado hacer algo más a detalle incluso, se preguntaba cómo se vería ver de cerca a aquel hombre, que textura tendría su piel, que color serían sus ojos, tal vez color miel, marrones tirando a negro, quizás verde como uno de los suyos o podría ser un verde claro como el otro, deseaba poder verlo de cerca, acaso era normal tener tantas ganas de dibujar y colorear el rostro de alguien? O quizás no era el rostro del sujeto, quizás era lo que transmitía. Definitivamente tenía que volver a verlo.

A la misma hora Horacio se encontraba en el mismo lugar del día anterior, en esta ocasión si había llevado sus acuarelas por si de casualidad volvía a ver al hombre y de no ser así ese día se sentía con toda la inspiración que no tuve hace algunos meses. Colocó su caballete frente al banco y acomodo todo a su alcance y simplemente observo los acontecimientos de ese día.

Pasado no mucho tiempo no pudo evitar reír ante una escena y empezar a colorear sobre el blanco lienzo, fue así como en poco más de una hora termino una pintura en donde se podía apreciar a una niña estirando el brazo hacia el cielo, el rostro triste y con las lágrimas asomándose y volando en el aire un ave con lo que parecía ser un pedazo de algún tipo de panificado dulce. Desde los detalles del fondo hasta el brillo de esa lagrima asomándose en los ojos de la niña fueron perfectamente coloreados. Ese día no apareció aquel hombre, eso lo dejó insatisfecho, pero no importaba, el hecho de recordarlo y que le haya traído con su simple aparición la inspiración lo alegraba.

Algunos días Horacio volvía al mismo lugar para como desde hace mucho lo había hecho solo para buscar escenas que le gustasen, en su interior aún conservaba la esperanza de ver a aquella persona solo una vez más, otros días iba a diferentes lugares logrando visualizar maravillosas escenas u otras veces encontraba lo que buscaba simplemente mirando por su ventana, para él siempre había magia en cualquier tontería.

Había pasado semana y medía desde el "encuentro" con aquella persona que tanta pasión le volvió a traer sin hacer nada más que aparecer en su campo de visión. Este día el joven artista había ordenado toda su casa, centrándose más en su lugar de trabajo que lo tenía bastante desordenado, a decir verdad, fue así como le surgieron ganas de decorar un poco más con vegetación ya que creía firmemente en que estas daban vida a cualquier lugar, tanto que amaba dibujar estas y no tenía, fue así como decidió ir a ver que plantas conseguía en un vivero/florería que había cerca de donde siempre iba a pintar.

Vistiendo unos pantalones flojos junto a un sweater amarillo claro fue a su destino sin ninguna prisa. Aquel lugar por fuera se veía muy elegante, la entrada estaba hecha de madera pintada en negro y una gran cristalera en todo el resto del frente, avivando el negro de aquella entrada, las flores colocadas en pequeñas mesitas de diferentes alturas daban vida al lugar. Adentrándose uno se encontraba con un piso de madera clarita con un largo mostrador donde no se encontraba nadie esperando, en el fondo se podía apreciar algunas plantas junto a otra puerta donde si alzabas la vista te podías fijar que dentro había mucha vegetación, era como un patio o algo parecido.

Se acercó al mostrador y tocó la campanilla que se encontraba sobre esta para que alguien le atendiera y luego de aquella acción no tardó en aparecer una pequeña niña de cabellos rubios casi blanquecinos, unas mejillas regordetas y rosadas, ojos azules oscuro, una blusa blanca con un overol marrón, definitivamente esa niña era hermosa. Con una sonrisa Horacio observo como la niña se subía con dificultad a la alta silla detrás de aquel mostrador en el que él se apoyada cómodamente.
-Hola señor- saludó educadamente con una sonrisa la niña
-Hola princesa- devolvió el saludo alegremente- tú me vas a atender? - preguntó con falsa sorpresa
-Noo a mí no me dejan, dijo mi hermano que enseguida viene
-Ooww, vale, y dime, por qué no te dejan?
-Pues porque dicen que aún soy muy pequeña- la niña hizo un leve puchero haciendo enternecer al moreno
-Hmm de seguro que cuando crezcas lo harás muy bien
-Sii, ahora mi hermano ya me deja plantar algunas plantas o poner las semillas y regarlas- comentó alegremente la pequeña
-Ale- llamó alguien con un acento peculiar desde la parte trasera e inmediatamente la niña se bajó del asiento y el remitente de aquella voz apareció.

Se acercó a la niña, le revolvió levemente el cabello y le avisó que él se encargaría, mientras tanto Horacio observaba a aquella persona con sorpresa, por un momento pensó que tal vez estaba soñando aún, pero lo descartó al recordar que definitivamente el golpe que se dio en la mañana al chocar contra un mueble fue real, en todos aquellos días en donde espero encontrarlo no lo había encontrado y ahora sin intención de ello lo encuentra.

-Priviet, que desea caballero? - Saludo y preguntó aquel alto hombre, para ser un vendedor no había mostrado ningún atisbo de sonrisa, pero tampoco parecía enojado o algo por el estilo, simplemente se veía alguien serio- caballero? - insistió al no recibir respuesta alguna y recién en ese momento Horacio salió de sus pensamientos
-Te encontré- exclamó alegre
-Disculpe? ¿Le conozco? - Preguntó extrañado, según sus recuerdos jamás había visto al moreno de cresta frente suya
-No nos conocemos, pero yo estuve buscándote
-Si no nos conocemos por qué es que usted ha estado buscándome?
-Bueno es que una vez te vi llevando unas cajas con plantas y te dibujé
-Disculpe, pero no le comprendo caballero, ¿usted me dibujó?
-Correcto
-Y debido a qué?
-Pues a que me dio la gana la verdad, suelo dibujar cosas curiosas que me llaman la atención
-Yo le parezco curioso?
-Sí, todo lo que transmites desde lejos, como te ves, todo, inmediatamente al verte tuve que hacerlo.
-Aahh- definitivamente el alto sujeto se encontraba confundido y extrañado, el moreno no le transmitía desconfianza, pero algo raro sí que era, aunque la verdad que le llamaba la atención la energía que desprendía, pero ahora mismo no era de su interés, tenía que volver a lo que estaba haciendo- y usted vino aquí para decirme eso?
-Sí, bueno no, perdón, en realidad encontrarte fue una coincidencia, pero me alegra, yo venía para comprar algunas plantas para mi casa
-Vale, eso es un tema de interés para mí, ¿Qué le gustaría?
-Hmm, pues la verdad no lo sé, no tengo mucha idea sobre eso
-Si gusta puede pasar atrás donde tenemos diferentes plantas tanto florales como otras que no
-Perfecto, me encantaría

El alto hombre dejó pasar a Horacio y ambos se dirigieron a la parte de atrás, apenas entrar se había fascinado, había mesas largas con macetas tanto grandes como pequeñas llenas de plantas y algunas macetas simplemente con tierra, a los costados había diferentes estantes con plantas, había muchas variaciones de colores, el techo del lugar era simplemente cristal que permitía a la luz del sol alimentar a las plantas, eso sin duda fue algo hermoso de ver para Horacio, ya sabía cuál sería su próximo trabajo.

El de cabellos plateados mostró a Horacio diferentes opciones de plantas no muy grandes y fáciles de cuidar, Horacio prestaba atención a cada explicación que daba el hombro como si fuera lo más interesante que le habían comentado en su vida, pero es que se notaba que a ese hombre le gustaba todo ese tema ya que no dudo en comentar cada detalle de cada planta que llamaba la atención a Horacio, desde en que temporadas estás más verdes y florecen hasta la cantidad correcta de agua que debían recibir.

Fácilmente hablaron sobre aquellas plantas por unos 50 minutos, aquel hombre no era de hablar mucho, pero Horacio hacía que este se diera su tiempo explicando todo. Al final Horacio se había decidido por unos helechos colgantes, algunas suculentas y algunos geranios rojos, rosas y naranjas.

-Tienes algo para llevarlas?
-Pues la verdad es que no, no pensé que me llevaría tantas si te soy sincero- confesó el moreno rascándose la nuca
Pues le podemos prestar una de las cajas de aquí
-Se lo agradecería mucho, luego la devuelvo
-Perfecto, Alex- llamó en voz alta el de piel lechosa y no tardó mucho para que aquella bella niña volviera a aparecer alegremente - ¿Podrías traerme una de esas cajas que siempre usamos? - pidió amablemente con una sonrisa, desde todo el rato que llevaban hablando esa era la primera sonrisa que pudo divisar Horacio y le fascinó, cómo era posible que le gustara tanto una persona que ni siquiera conocía, pero era algo raro porque dentro suyo sentía como si lo conociera desde hace mucho tiempo
-Valee- dando brinquitos aquella niña desapareció nuevamente

En menos de cinco minutos la niña volvió con una caja de madera fina, no parecía pesada, y el de cabellos blancos no tardó en colocar las macetas en ella para luego salir del lugar siendo seguido por Horacio.

-Y dime...- alargó la "e" esperando que el hombre diera su nombre
-Volkov, Viktor Volkov
-Viktor, me dejarías dibujarte? - preguntó una vez pagó todo lo que había comprado
-Si mal no recuerdo sus palabras ya lo había hecho
-Pero me refiero a hacerlo mejor, estando frente a ti, viéndote
-Se refiere a que pose para usted?
-Exacto
-Eso no pasara- aseguró Viktor soltando una leve risilla
-Vamoos, por qué no? Lo hago bastante bien
-No lo dudo, pero esas cosas no van conmigo, ni siquiera me gusta posar para fotos y mucho menos me gustará estarme quieto para que usted me esté observando
-Mira Viktor, soy una persona muy insistente, puedo llegar a ser un poco pesado
-Ja- soltó una risilla casi inaudible- Gracias por su compra...
-Horacio
-Gracias por su compra Horacio
-Mira estoy seguro que conseguiré tu permiso, pero por ahora no insistiré, muchas gracias
-Adiós
-Chao
Y luego de eso Horacio volvió a su casa cargando las cajas, la sonrisa que llevaba no se la quitaría nadie, estaba seguro que conseguiría lo que quería. Colocó la mayor parte de las macetas en su lugar de trabajo ya que era donde mayor parte del tiempo pasaba y dejó algunas en la ventana de su habitación para que estuvieran bien iluminadas, y apenas terminó con eso empezó con otro trabajo.

Al principio ideo solo dibujar las plantas y el lugar que había visto, pero apenas termino con eso no pudo evitar dibujar a Viktor, no podía desaprovechar el hecho de haberlo vuelto a ver, asique esta vez lo dibujo sosteniendo una pequeña maceta de suculenta mostrándosela a él, así como lo recordaba, con ese brillo encantador en sus ojos al explicarle como estas plantas almacenaban el agua. Hasta la madrugada estuvo dibujándolo tal y como recordaba, con esos hermosos ojos azul claro que aparentaba el gris y con cada una de sus perfectas y hermosas facciones, Horacio no sabía si era tan bonito así o solo era a sus ojos, no, estaba seguro de que era un hombre guapo.

A pesar de que estuvo toda la noche pintando no pudo evitar irse a dormir con una gran sonrisa en su rostro, estaba feliz, se sentía más vivo que nunca, parecía que la simple existencia de Viktor Volkov había traído un montón de nuevas sensaciones a su vida, le encantaba.

Al siguiente día Horacio ya estaba listo para ir al lugar, cogió aquella libreta en donde había dibujado a lápiz la primera vez que vio a Viktor y también la caja que le habían prestado y enseguida se puso en marcha para el vivero. Esta vez al entrar ya Viktor estaba presente detrás del mostrador escribiendo alguna cosa en una libreta.

-Holaa, Buenos días Viktor- saludó alegremente el moreno
-Buenas cab... - levantó la cabeza para observar al cliente y apenas en ese momento se dio cuenta de quien se trataba- Priviet Horacio, que tal se encuentra?
-Feliz y tú? - Horacio sin dudar se había acercado al mostrador a apoyarse y quedarse a menos de un metro de distancia del de cabellos plateados
-Pues me alegro por usted, yo muy bien
-Eso es bueno, mira te traje la caja- dejó lo mencionado sobre el mostrador
-Ya veo ya- cogió la caja de madera y la bajó al suelo
-Y mira- buscó dentro del pequeño bolso que traía su libreta y se la tendió- Es el primer dibujo que hice cuando te había visto aquella vez

Viktor sujetó la libreta y observó el dibujo hecho a lápiz, definitivamente no le parecía que él tuviera algo interesante o llamativo de dibujar, de fotografiar o de lo que sea, pero debía admitir que era un muy buen dibujo, cada detalle en él era perfecto, el único problema que le encontraba era que era el a quien se veía y Viktor no era muy fan suyo.

-Pues tengo que decir que usted es muy bueno, bastante increíble la verdad
-Muchas gracias, pero si ves lo bien que te ves?
-Bueno a eso ya no llego, creo que sería mejor dibujar a otra persona
-Que dices? Pero si eres perfecto para esto, además es a ti a quien quiero dibujar y colorear
-Pero a mí por qué?
-Ya te lo dije, llamas mucho la atención, tu aura, tu belleza, todo tú
-Pero belleza de qué? - No pudo evitar soltar una risa burlona- lo siento Horacio, pero me parece que le faltan gafas ya eh
-Hmm pues a mí me parece que te falta un espejo Viktor
-Me he visto al espejo y por eso mismo te lo digo, además si quiere dibujar a alguien "guapo" yo que sé dibújese a usted mismo
-Ay me estás diciendo guapo? - preguntó con una sonrisa coqueta haciendo sonrojar levemente a Viktor, aquello sorprendió a Horacio ya que no le imaginaba alguien tímido o algo por el estilo
-N-no no me refiero a eso
-Es decir que soy feo? - molestarlo un poco no estaría mal para el de cresta
-No, no, para nada, yo quiero decir
-Solo te estoy molestando- soltó una risa al escuchar como el otro se trababa con sus propias palabras

Mientras Horacio molestaba un poco a Viktor y este se avergonzaba sutilmente, por la puerta trasera apareció una alegre Alex vistiendo esta vez unos shorts vaqueros junto a una camiseta bordo y en su cabello relucía dos coletas con un moño en cada una, unos suaves rizos decoraban las puntas de cada coleta

-Hola señor- saludó la niña caminando hacia Viktor quien la cargó en sus brazos para que esté a la altura de ellos dos
-Hola princesa, ¿Qué tal estas?
-Bieen- respondió corta pero alegremente, definitivamente la alegría inocente de los niños era una cosa muy bella
-Qué guapa estas no? Como una princesa- alagó sinceramente el moreno
-Graciaas- la pequeña niña se sonrojó levemente por el alago y dejó a relucir sus dientecitos en una sonrisa - Mi hermano me peino- comentó la pequeña
-Aahh, pues te dejó más bella de lo que ya eres- la niña solo rio en respuesta
-Ese es mi hermano? - preguntó sorprendida la menor cuando observó la libreta abierta sobre el mostrador
-Lo es, ¿verdad que está guapo?
La menor asintió efusivamente y con su dedo índice pasó sobre el dibujo de su hermano y al quitarlo observó que el grafito quedó sobre su dedo
-Mi hermano es el más guapo de todos- aseguró la niña mientras limpiaba su dedo por el delantal de su hermano, recibiendo un "oye" en forma de regaño, pero este fue totalmente ignorado
-Eso mismo le había dicho
-Lo hiciste tú?
-Sí, ¿te gusta?
-Aja, ¿a mí también me puedes dibujar así? - preguntó con emoción la menor ganándose una sonrisa enternecida del moreno
-Imagino que el señor Horacio tendrá muchas cosas que hacer- habló el mayor de los tres a la pequeña en sus brazos provocando un puchero en ella
-Primero, no me llamen señor por favor que no soy tan mayor y segundo, yo siempre tengo tiempo para dibujar preciosidades, pero no traje ningún lápiz, ¿me conseguirías uno?
-Sí, yo voy- enérgicamente afirmó la menor removiéndose en los brazos de su hermano para que este lo bajara cosa que hizo y enseguida la niña desapareció tras una puerta posicionada a un costado del local
-No es necesario que se moleste Horacio
-No para nada, no es ninguna molestia, se lo dije de verdad a mí me gusta mucho dibujar cosas bonitas y se niña desprende belleza y no solo en aspecto
-Pues si a usted no le molesta
-No, no, pero podrías hablarme de tú por favor
-Vale, perdone

Enseguida la niña volvió a paso rápido con un lápiz en mano el cual enseguida entregó a Horacio. Volkov sentó a su pequeña hermana sobre una de las sillas altas que había y dejó al moreno hacer su trabajo tranquilamente.

El moreno se sentó en un sillón que le había traído Viktor para que estuviera cómodo y procedió a dibujar a la niña que se quedó tranquilamente sentada en aquella silla, usualmente los niños no se quedaban quietos para nada, pero la niña se veía tan ilusionada con el dibujo que apenas y se movía para recolocarse en la silla o para parpadear obligatoriamente, era muy tranquila. Horacio la dibujo perfectamente con cada detalle que pudo, cada uno de los pliegues de las prendas de la menor estaban perfectamente dibujadas, pero el fondo Horacio lo improvisó levemente agregando en los bordes algunas hojitas o pequeñas florecillas en la pared del local, ya que el fondo original solo era una pared de madera con un cuadro colgado, por eso decidió agregarle algunos detalles inexistentes.

-Y listo- anunció Horacio una vez estuvo convencido con el resultado y por fin la niña saltó de la silla emocionada
-Woow, que bonito- exclamó contenta la menor con el resultado
-Te gusta?
-Sii, me la puedo quedar?
-Claro que puedes- afirmó Horacio arrancando con sumo cuidado la hoja de papel y entregándosela
-Graciaas- agradeció emocionada la menor dando un abrazo a Horacio quien se había agachado para entregarle la hoja, el abrazo inmediatamente fue correspondido por el moreno
-Mira, mira Vik- al separarse del abrazo la menor corrió hacia su hermano mostrándole el dibujo, aunque en realidad este muchas veces había observado como el moreno dibujaba a su hermana
-Esta hermoso, como tú- aseguró el más alto
-Sii, voy a mostrárselo a Mamá- avisó la menor corriendo nuevamente por la puerta

Horacio se volvió a poner de pie correctamente y fue nuevamente al mostrador para devolverle el lápiz a Viktor ya que la pequeña se había olvidado de él

-Gracias por hacerlo- agradeció Viktor agarrando el lápiz que el moreno le tendía
-No me lo agradezcas que me encantó hacerlo, es un amor
-Sí que lo es, por cierto, ¿a mí no me darás tu dibujo de mí?
-Por supuesto que no, tú no valoras la belleza en él... peeero te lo daré si me dejas dibujarte mejor- Horacio no podía perder las oportunidades para intentar convencerlo
-Bueno, ya te dije que eso no sucederá
-Viktor, estoy tan seguro de que lo haré que podría apostar contigo
-Ah sí? ¿Y qué quieres apostar?
-Te veo muy seguro
-Lo estoy
-Pues si te convenzo para que poses para mí me debes una cita conmigo todo el día
-Cómo que una cita? - Preguntó nuevamente sonrojado el más alto
-Pues eso, una cita, ¿nunca has tenido una o qué?
-Sinceramente no, aunque acepto, pero si en un mes no me logras convencer tendrás que venir a trabajar aquí por todo un día, plantando semillas, platines, poniéndolos en macetas, regándolas, escarbando en la tierra, ¿te parece?
-Me parece perfecto.

Y con un pacto oficializado al estrechar sus manos empezó la apuesta, ambos estaban muy seguros de sí mismos.

Desde entonces Horacio pasaba todos los días a aquel local, ya sea para mostrarle alguna pintura suya, para comprar alguna plantita más o simplemente para saludar e intentar convencer a Viktor de dejarse pinar por él, a decir verdad, Horacio ya no solo iba para insistir con el tema, igualmente muchas veces lo dibujo recordando cada parte de él, pero siempre le daban ganas de ir a hablar un rato con el de cabellos plateados y saludar a la pequeña niña. Sin siquiera darse cuenta ambos afianzaban su relación, se contaban sobre sus días, sus planes, su vida en general, empezaron a crear un fuerte lazo, muchas veces cuando estaba Horacio y llegaba un cliente este ayudaba a Viktor a atenderlos y las personas se llevaban incluso mejor impresión ya que a veces la seria cara de Viktor incomodaba a los clientes, pero la gran sonrisa de Horacio y toda su aura daban mucha confianza a las personas, ese hecho había sido motivo para que el moreno se burlara de Viktor por tener la cara tan largo y espantar a sus clientes, cosa que Viktor tampoco negó.

Mientras pasaban los días más cosas se enteraban del otro, se contaban cosas con total confianza, de ese modo fue que Horacio logró saber que Viktor era de descendencia rusa, que vivió allí mucho tiempo y que viajaron a Francia cuando su Madre se separó de su Padre, también en uno de esos días logró conocer a la Madre descubriendo lo buena persona que era, también averiguó que a Viktor le gustaba todo el tema de las plantas desde pequeño ya que en Rusia tenían un gran jardín que era cuidado por él y su Madre, esta era quien le enseñó del cuidado de ellas, "Una casa sin plantas jamás podrá ser un hogar lleno de vida" fueron las palabras que la Madre de Viktor había mencionado a Horacio, y este no podía estar más de acuerdo, desde que tenía más plantitas en su casa, todo se veía con más vida.

Muchas veces Viktor e Alex invitaron a Horacio a ir a por más plantas en un campo más alejado en donde vivía un amigo de la familia de Viktor, fue ahí en donde Horacio se enamoró aún más de la naturaleza, aquel lugar le pareció hermoso, lleno de bellas florecillas en el campo, el hermoso cielo despejado, definitivamente en el momento en que convenciera a Viktor ese sería el lugar en donde lo llevaría.

Cada vez Horacio se sentía con la misma pasión de antes al hacer sus obras de arte, todos sus últimos trabajos le encantaban, no le importaba si no ganaba la apuesta con Viktor ya que valió la pena, ese hombre había traído la inspiración a su vida y le estaba inmensamente agradecido y claramente muchas veces se lo agradeció.

Por el lado de Viktor, él estaba de lo más feliz teniendo a Horacio en su vida, se sentía muy cómodo a su lado desde el primer momento y no sabía muy bien por qué, pero definitivamente le encantaba la energía y felicidad que desprendía, como si nunca le hubiera sucedido algo malo en la vida, cosa que no era verdad ya que él mismo le había comentado sus desgracias y como gracias a poder desahogarse pintando no se ahogó en todo su sufrimiento, nadie creería que aquel hombre sufrió tanto al verlo tan alegre ante la vida, pero ese era Horacio. Viktor agradecía haberlo convencido y con todas sus fuerzas resistía el no darle el gusto y dejarse dibujar por él, la única razón por la cual no lo hacía a ese punto era que no le gustaba perder, porque muchas veces Horacio llevó sus materiales de trabajo a su tienda y se puso a dibujarle tranquilamente sin su consentimiento y Viktor no le reprochó, aunque solo para molestarlo se movía de un lado a otro, pero para Horacio no parecía ser ningún problema, estaba cómodo simplemente con verlo.

Sentimientos empezaron a florecer fuertemente desde el principio y ninguno se lo negaría a sí mismo, Horacio no se lo negaría ni a él ni a nadie, pero Viktor sí que se lo negaría a los demás, solo la aceptaba para sí mismo, quizás para cualquier fue demasiado rápido la confianza que se tomaron y como entre los dos en prácticamente nada empezaron a formar sentimientos, pero había algo dentro de ambos que se sentía totalmente atraído hacia el otro, como un magnetismo, como si ambos su hubieran estado buscando por mucho tiempo y apenas se encontraron todo se fortaleció muchísimo.

Unos 25 días después de aquella apuesta Viktor y Horacio se encontraban sembrando algunas semillas de amapolas en una bandeja de germinación que en un futuro serían trasladadas a macetas, irónicamente Horacio sin perder la apuesta ya ayudaba a Viktor por puro gusto a cuidar de sus plantas o cualquier otra cosa que surgiera en el momento. Mientras con cuidado ponían la cantidad correcta de semillas en cada hueco charlaban acerca de sus días, al ser domingo el siguiente día y que habría un buen clima Viktor había decidido no abrir la tienda y disfrutar del día, además de que su Madre y su hermana fueron por temas familiares un día antes a Rusia nuevamente y volverían el martes, y con esa noticia Horacio no desaprovecho en volver a pedirle a Viktor lo que ya llevaba pidiéndole por casi un mes.

Viktor con una sonrisa observó a Horacio agitarle de los hombros insistentemente manchando así su camiseta con tierra

-Vamos Viktor solo una vez por Dios te lo pido- insistió el de cresta alargando la última palabra sin dejar de zarandearle

Horacio no había mentido al decir que podía llegar a ser pesado de lo insistente que era con un tema cuando se lo proponía, pero a Viktor no le importaba en lo absoluto, incluso le parecía tierno su manera de hacer un puchero y fruncir el ceño mientras insistía con el mismo tema, tal vez el estar por aceptar en ese mismo instante habría sido la mejor decisión que pudo haber tomado en su vida, no, la segunda, la primera era dejar a Horacio entrar en su vida, aunque en realidad Viktor no había dejado entrar a nadie, Horacio simplemente apareció y sin preguntar se alojó en su vida y corazón.

-Valee, tú ganas, mañana te dejaré hacerlo- aceptó derrotado Viktor
-Estás bromeando conmigo? - Horacio no se lo creía
-No, te lo digo de verdad, pero si no quieres
-No, no, no, mañana vamos- enseguida interrumpió emocionado Horacio - Eso quiere decir que gané la apuesta, ¿no?
-Si Horacio, tú ganas
-Entonces me debes una cita también no? - Preguntó con emoción, le emocionaba más el hecho de tener una cita con él que el hecho de que hubiera aceptado ser retratado por él
-Correcto, ya eso tú decidirás cuando
-Qué tal si mañana hacemos ambas cosas, yo pinto y luego tenemos nuestra cita, pero al aire libre
-Por mi está bien, pero ¿Dónde quieres ir?
-Quiero que vayamos al lugar en donde fuimos a buscar plantas hace unos 10 días, ¿crees que el señor nos dé permiso de ir a su terreno?
-Sí, es un amigo, ¿pero seguro que quieres ir allí?
-Seguro- asintió repetidas veces, ese lugar le había encantado, aunque quedaba un poco lejos de la ciudad
-Vale, pues vamos mañana allí, ya que me vas a dibujar ¿quieres que lleve algo especial?
-No, quiero que vayas como naturalmente irías, pero considerando que estás es una cita conmigo claramente
-Hmmm, vale ya veré
-Del resto me encargo yo, pero ¿puedes por favor pasar a casa para cargar en la camioneta lo que voy a llevar ya que no podré traerlo todo hasta aquí?
-De acuerdo, ¿a qué hora paso por ti?
-Bueno el camino es largo, asique ve más o menos a las 11, en el camino comemos algo y ya al llegar empiezo a pintar y luego una cita estilo picnic, ¿Qué tal?
-Me gusta, me gusta
-Vale, me voy a preparar todo, Chao- se despidió y a paso rápido fue hacia la salida
-Pero aún no terminamos aquí- en voz alta recordó al de cresta quien ya se marchaba con emoción
-Te lo encargó - gritó desde fuera y se marchó dejando el trabajo a medias.

Viktor negó con la cabeza, pero no pude evitar sonreír por la emoción que estaba irradiando Horacio, y debía admitir que a él también le emocionaba, obviamente la cita no que lo vaya a dibujar.

Al Viktor terminar con su trabajo en el vivero subió escaleras arriba para ir a tomarse una ducha, inmediatamente al salir, secarse y vestirse no dudó en llamar a su madre quien luego de tres tonos contestó al hijo

-Привет, дорогая, как дела? (Hola corazón, ¿Qué sucede?)- pronunció al contestar su Madre
- Привет, Mamá, necesito tu ayuda - pidió el hombre tirándose en la cama, Viktor obviamente era mayor de edad, incluso mayor que Horacio, pero en este tipo de cosas era nuevo y no sabía a quién más recurrir
-Sucedió algo? - preocupada preguntó la mujer
-No, no, bueno si, Horacio ganó la puesta- inmediatamente la Madre rio al escuchar aquello, esa mujer conocía demasiado bien a su hijo como para no saber que se encontraba nervioso a la par que emocionado
-Es decir que tendrán una cita?
-Ajá
-Déjame adivinar, no sabes que vestir
-Exactamente
- ¿La cita será al aire libre, en un restaurant o dónde?
-En lo del señor Dubois, Horacio quiere hacer una especie de picnic allí
-Vaya, que lugar más curioso, pero ahora que lo pienso si es un bonito lugar, pero a lo que vamos, siendo allí la cita no necesitas ir muy formal, ponte una camisa blanca de tela fina, tu pantalón de vestir color beige y unos tenis blancos, así vas guapo
-Segura?
-Segura, así Horacio cae rendidito a tus pies
-Oye! Quien dijo que yo quiero eso
-Soy tu madre, se cuándo miras con ojos diferentes a alguien
-Uuff, se está cortando, Hola? ¿Hola? Lo siento no escucho, besos para Alex y para ti, ДО СВИДАНИЯ (Adiós) - Se despidió de su Madre y fue a buscar aquellas prendas para dejarlas listas para mañana.

Por otro lado, Horacio apenas llegó a su casa se puso a hornear pan para llevar mañana al picnic, por las películas románticas que él había visto se solía llevar pan, queso, frutas, vino, mermelada o algunos ingredientes más para hacer sándwiches, él llevaría todo lo que cupiera en una canasta que tenía. Buscó todos los ingredientes para dejarlos cerca para el día de mañana, las cosas que se podía ya los había guardado sobre el mantel blanco que guardó en el fondo de la canasta, y las cosas que podían arruinarse estando fuera de la heladera no las sacó.

Estaba emocionado por la cita, en realidad también era la primera vez que salía de esa forma con alguien, pero una idea sí que tenía de como son las citas y demás. Dejó todas sus pinturas y el lienzo que usaría a mano para no olvidarse de nada y una vez tuvo todo listo se encargó de buscar un outfit adecuado, no quería ir formal, además era un campo asique no tenía mucho sentido, tenía que ser algo informal pero bonito, asique optó por una camiseta blanca, sobre ella una camisa de cuadros de color arena, negra y blanca, unos pantalones de jean flojos color azul claro, un cinturón negro, unos tenis negros con calcetines, definitivamente le gustó su elección, ahora lo que esperaba era que a Viktor también le gustara.
Al siguiente día a tempranas horas Horacio ya tenía absolutamente todo listo, luego de desayunar preparó toda la canasta correctamente guardando tanto la comida como los cubiertos y otros utensilios. Para las 10 ya estuvo listo esperando a que su ruso favorito apareciera. Para las 10:50 aquel por el que esperaba ya tocó el timbre de su casa y fue rápidamente recibido.

Al abrir la puerta Horacio no pudo evitar echarle un largo vistazo al ruso de arriba abajo

-Qué pasa? ¿Estoy mal? ¿Muy formal? - preguntó angustiado el más alto
-Para nada, estas muy guapo- alagó con sinceridad el menor de ambos
-Gracias, tú también te ves muy bien- devolvió el halago con cierta vergüenza puesto que no era una persona que los diera, esto hizo sonreír ampliamente a Horacio, pero para no ponerlo más nervioso de lo que ya se notaba que estaba Viktor solo bromeo
-Lo sé, siempre me veo bien
-Tal vez tengas razón
-Claro que la tengo, ¿me ayudas a subir las cosas?
-Vale, tú me dices

El menor guio a Viktor hasta donde tenía su caballete, lienzo y pinturas y entre ambos empezaron a subir todo a la camioneta con cuidado incluyendo también obviamente la canasta con comida y demás.

-Desayunaste algo? - Preguntó Horacio una vez ya emprendieron el viaje
-Sí y tú?
-También, para el camino prepare algo por si nos da hambre
-Lo preparaste tú? ¿No nos intoxicaremos o algo?
-Oye! - reclamó posando su mano en su pecho fingiendo estar indignado- A ti sí que te voy a intoxicar

Entre piques entre ellos, chistes y tarareos o cantos de Horacio por las canciones puestas en la radio recorrieron el camino, a mitad de él ya se encontraron comiendo algunos bocadillos preparados por Horacio, momento en el cual Viktor aprovechó de molestar a Horacio fingiendo que no le había gustado, pero al ver que Horacio casi se lo cree no le molestó y le dijo la verdad. Definitivamente el simple recorrido hasta llegar fue relajante y divertido, los pocos momentos en donde hubo silencio no fueron para nada incomodos, estaban con muy buena compañía como para que lo sea. Horacio fotografiaba el paisaje del campo cada vez que algo le llamaba la atención, luego haría algo con aquellas fotos que se guardaban en su móvil, no podía desaprovechar tan maravillosas vistas.

Al llegar al lugar Viktor no tuvo problema alguno en conseguir el permiso del dueño del terreno para cruzar su campo, lo difícil fue cruzarlo con todo lo que Horacio había traído, Viktor se encargó de llevar el caballete, el lienzo, la bolsa con pinturas y demás mientras que Horacio llevaba la canasta de comida y la otra en donde llevaba platos, cubiertos y copas para el vino que había traído. Por fortuna ambos eran hombres bien cuidado y fuertes asique no era demasiado difícil para ellos cargar con las cosas.

Era Horacio quien guiaba a Viktor ya que él elegiría donde colocarían todo y dónde Viktor posaría para él. Luego de caminar un no muy corto trayecto por fin Horacio se decidió por el lugar, y siendo sinceros a Viktor le sorprendió lo bonito que se veía, esa parte del campo estaba cubierto por un manto de césped y florecillas blancas, a lo lejos se podía apreciar el comienzo de un bosque lleno de pinos y un maravilloso cielo despejado iluminaba todo el lugar en un mismo tono de luz.

Viktor colocó las herramientas de Horacio en donde este le pidió mientras que Horacio extendía el mantel blanco sobre el manto de florecillas y colocaba las canastas sobre ella, por el momento no quitaría nada de dentro, lo haría en cuanto terminara.

-Acuéstate justo frente mía, observando hacia mí, luego tu posa como quieras ya que quiero que seas naturalmente tú
-Pero dime una forma que sino haré cualquier estupidez y me veré mal
-Que no te verás mal, tu solo recuéstate y relájate, no te quiero ver tenso
-Bueno a ver, lo voy a intentar

Como Horacio le había indicado Viktor simplemente se recostó como si lo hiciera en su cama, esa era su manera natural de hacerlo asique no se le ocurría otra forma, al principio si estaba algo rígido por no verse ridículo frente a Horacio, pero al ver la sonrisa del de cresta caída y ver como este lo admiraba se relajó al instante, era imposible sentirse incomodo estando con Horacio.

Horacio admiraba encantado a Viktor, no sabía qué era lo que más le gustaba de lo que sus ojos estaban observando, si la maravillosa vista detrás de él, el suelo cubierto de flores, lo bien que combinaba la vestimenta de Viktor con el entorno, lo bien que se veía él, lo bello que era por dentro y por fuera, o lo hermosa que se veía su mirada, se preguntaba qué era lo que pasaba por su cabeza al estar observándole de esa manera, parecían llenos de cariño, admiración, esperanza, felicidad, amor, tantas cosas en una sola mirada, aquellos ojos grisáceos estaban gritando tantas cosas que Horacio entendía y le hacía sonrojar con ese simple hecho, esperaba no estar equivocado, pero lo dudaba ya que Horacio lo miraba de la misma forma a él, ambos parecían estar contándose un montón de cosas tan solo mirándose de esa manera tan profunda, ambos hacían cada vez más evidentes sus sentimientos, las sonrisas de ambos se hacían más evidente mientras más se observaban, los nervios crecían en el interior de ambos pero no se dejaban llevar por ellos ya que la comodidad y alegría sobrepasaban a los nervios en ese momentos tan bonito y relajante.

Pasaban los minutos y más de una hora y no se podía decir quien estaba más concentrado, si Horacio pintando cada detalle con esos colores suaves poniendo toda su pasión en la pintura o Viktor quien veía encantado a Horacio concentrarse en su trabajo, veía sus ojos moverse observando el paisaje, su cuerpo, el lienzo, su cara o a veces directamente a sus ojos, veía sus brazos moviéndose ágilmente detrás de aquel lienzo, cualquier persona que viera a Horacio se daría cuenta de lo mucho que ama hacer lo que hace.

Se podría decir que aquella pintura estaba siendo una de las más tardadas de Horacio, entre que estaba fascinado con la perfecta vista, que ponía demasiado cuidado con cada detalle y que a cada rato se quedaba sumido en aquella grisácea mirada el tiempo pasó volando, fueron unas cuantas horas, pero definitivamente estaba más que satisfecho con el resultado.

-Listo- anunció en voz alta a Viktor
-Ya me puedo levantar? - preguntó aún sin moverse de aquella posición
-Ya puedes
-Uuff ya estaba por quedarme dormido, es muy relajante verte pintar, lo sabias?
-Pues la verdad que nunca me lo dijeron
-Lo es, ¿puedo verla? - preguntó quedándose detrás de la pintura para no verla sin su consentimiento
-Puedes- afirmó Horacio terminando el último detalle añadido

Viktor se posicionó detrás de Horacio y observó cómo quedó la pintura. Definitivamente Horacio tenía demasiado talento en lo que hacía, eso nadie podría negarlo, cada detalle en la pintura era increíble, transmitió toda la belleza del paisaje en aquella pintura. El más alto se sonrojó levemente al observarse a sí mismo, no por su cuerpo ni nada por el estilo, estaba igual a como se vio él en el espejo antes de ir a casa de Horacio, pero le avergonzaba el talento que tenía Horacio para transmitir lo que dice una mirada en sus pinturas, cualquiera admirara esa pintura sabría qué se trataba de un hombre enamorado, esa mirada solo se le podía dedicar a una persona, Viktor no creía posible que era posible llevar aquellos sentimientos tan bien a una pintura, pero Horacio lo hizo.

-Te gusta? - preguntó nervioso a la par que emocionado Horacio
-Te diría que no por ser yo quien está posando, pero sería mentirte, está increíble Horacio
-Me alegro que te guste, pero te cuento un secreto, en esta pintura la magia no está en el fondo, está en ti, hubiera quedado igual de bien en cualquier otro lugar, pero el que estés tú lo hace especial, yo pude haber elegido cualquier otro lugar y aun así te verías bien Viktor- aseguró sin pisca de duda el menor
-Yo creo que si envés de haber sido, hubiera quedado mejor si fueras tú, pero gracias por decir eso Horacio, hasta me hace sentir especial
-Bueno, para mi eres especial y no creo que hubiera sido mejor, además no me gusta dibujar mi propio rostro
-Pues es una lastima
-Algún día lo haré, pero solo si apareces tú y Alex al lado mío
-Me parece bien
-Ya está dicho, bueno, vamos a comer algo anda ya me dio hambre
-Ya somos dos

Luego de haber terminado por completo el trabajo de Horacio ambos hombres fueron a sentarse de piernas cruzadas sobre el mantel colocado anteriormente por Horacio y empezaron a quitar todo el contenido de dentro y colocarlo alrededor de ambos. Al tenerlo todo bien colocado se dispusieron a comer lo que Horacio había preparado, mientras que Viktor se preparaba un sándwich ya que prefería algo salado, Horacio untaba mermelada sobre el pan que la noche anterior había hecho. Ambos disfrutaban de la comida y entre bocados conversaban de sus cosas o de como Viktor muchas veces tuvo que moverse por algún que otro insecto, o de como Horacio casi hecha sus pinturas mientras estuvo pintando. Los halagos de parte de Viktor por aquel pan que había preparado Horacio no faltaron ni tampoco las presumidas palabras de Horacio a modo de juego.

Ambos la estaban pasando increíble entre ellos, no por la comida, no por el lugar, solamente por ser ellos dos, aunque hubieran estado callados todo el tiempo hubieran disfrutado de la compañía del otro, así como lo disfrutaron en el local de Viktor mientras plantaban, conversaban, se molestaban, o mientras salían por la ciudad con Alex, cada momento que compartieron en tan poco tiempo fue especial para ambos, la compañía del otro era lo único que necesitaban para sentirse llenos y felices.

Cuando terminaron de comer guardaron las cosas solo para hacer más espacio y siguieron con su plática mientras degustaban el vino que Horacio había traído, definitivamente fue una buena y cara elección, pero valió la pena.

Ambos sujetos eran bastantes resistentes al vino, asique no se preocupaban por acabar ebrios, lo máximo que causo en Horacio fue algunas risas tontas, pero ambos estaban 100% conscientes de sus acciones, asique no cometerían nada de lo que se pudieran arrepentir.

Ya el vino se había acabado entre tanta platica, el sol aún no se ocultaba, aún iluminaba el lugar, por insistencia de Horacio ambos decidieron caminar hasta una mini colina que se visualizaba no muy lejos, para así ver perfectamente el lugar y Viktor no se negó en lo absoluto, él haría cualquier cosa para que Horacio estuviese feliz además de que a él también le agradaba la idea.

Hombro con hombro caminaban hacia allí mientras seguían platicando, no entendían como no se les acababa los temas de conversación, Viktor no era alguien que daba ni seguía conversaciones, pero con Horacio era todo lo contrario. Mientras caminaban ambos meñiques se rozaban por lo pegados que iban, esto provocó que ambos corazones se acelerasen felices, fue como sentir una leve corriente eléctrica recorrerles el cuerpo con aquel roce de pieles, no era como si anteriormente no hubieran tenido contacto, pero esta vez fue diferente. Viktor tragó en seco y armándose de valor sujetó suavemente la mano del menor, algo le hacía necesitar ese contacto, era como un magnetismo inevitable, pero no lo miró a la cara por el rubor que subía a sus mejillas.

Horacio sentía lo mismo en su interior, parecía que algo más fuerte dentro de ambos querían unirse a toda costa, asique no dudo en reforzar el agarre apretando levemente y seguir son sus pláticas mientras llegaban a su destino.

Al llegar a lo más alto se sentaron pegados al otro y guardaron silencio sin soltarse de las manos, ambas respiraciones se mezclaban con el viento que soplaba, ambos pechos subían y bajaban recuperando oxigeno después del trayecto recorrido, pero vaya que valió la pena, al otro lado de donde ellos estuvieron se podía observar muy a lo lejos un lago reflejando el cielo azul, algunas aves volaban por encima bajando su vuelo para coger un poco de aquel líquido vital, se podía también observar las elevaciones de tierra cubiertas por césped dejar el terreno desnivelado, era una escena digna de ver, y más fascinante sería ver la puesta del sol. En ese momento ambos guardaron silencio y se dedicaron a observar el hermoso prado verde, el silencio con más comodidad y calidez que pudieron haber vivido.

En un arrebato de comodidad y confianza Horacio dejó caer su cabeza en el hombro del más alto y este no tardó en acurrucar la suya sobre la de Horacio, aún faltaba como media hora hasta que el sol se empezase a ocultar, pero ellos estaban dispuestos a esperar.

Horacio no sabía si lo que estaba a punto de hacer era apresurado o no, pero quería hacerlo, algo muy dentro suyo lo anhelaba en demasía, asique dejándose llevar sacó su cabeza del hombro del más alto haciendo que este lo observase y aprovechando esa acción Horacio se abalanzó sobre los finos labios de Viktor pegando ambos de esa manera, simplemente pegándolos, sin hacer otro movimiento se separó nuevamente de él.

Viktor estaba sorprendido pero satisfecho, evidentemente él también tenía ganas solamente que no se hubiera animado a tomar el primer paso, pero ahora que Horacio lo dio el daría el segundo y nuevamente se acercó a Horacio uniendo nuevamente ambos labios pero esta vez sí que ambos movieron sus belfos sobre el del otro saboreándolos a placer, y esa simple acción fue un detonante dentro de ambos, como si ambas almas hubieran reconocido al instante al otro y hayan explotado en memorias y placer, eran sensaciones completamente nuevas y extrañas para ambos, no sabían que tan siquiera era posible sentir algo así, pero les encantó, y llevado por ese mar de sensaciones en su interior Horacio sin separarse de sus labios en un ágil movimiento se sentó a horcajadas sobre las piernas de Viktor y sujetó su rostro empezando a profundizar el beso, gesto el cual en contrario entendió inmediatamente haciendo que ambas lenguas se reencontrasen en una nueva vida, parecía ser que los movimientos de ambos no eran controlados por sus cerebros, más bien parecía ser controlados por sus almas en unos movimientos más que conocidos por el otro, asique no se les complicaba seguir el ritmo al otro. Internamente maldecían a sus estúpidos pulmones por necesitar oxígeno y hacer que tuvieran que separarse de aquel beso en donde ambas lenguas danzaban sobre la otra en un excitante compás.

Con sus respiraciones agitadas se separaron dificultosamente ya que ambas bocas se llamaban a gritos, los labios de ambos sujetos levemente hinchados por aquel apasionado beso

-Tú también lo sientes? - preguntó con ansias Horacio aferrándose a él
-Lo siento- afirmó el contrario con dificultad, no necesitaban decir que era lo que sentía el otro, estaban más que seguros que era lo mismo.

Ambos parecían haber conseguido un ataque de valentía y atrevimiento, porque sabían perfectamente lo que sucedería en ese momento, no importaba que ni siquiera fueran pareja en realidad, no importaba que fuera su primera cita y la primera vez que se besaban de esa forma, porque lo que sentían iba más allá de ellos mismos.

No tardaron en volver a atacar la boca del otro con ansias, solo esperaron a coger un poco de aire y enseguida volvieron a unir sus lenguas, ambos cuerpos se apegaban más y más como si necesitasen del otro para vivir. Las manos de Viktor sin vergüenza alguna viajaron bajo las prendas superiores de Horacio acariciando desde lo más bajo de su columna hasta bajo del cuello cubriendo con sus manos la mayor cantidad de piel posible, mientras tanto las manos de Horacio rápidamente viajaban a los botones de aquella camisa blanca logrando deshacerse de ella velozmente y Viktor no tardó en mandar sus brazos hacia atrás para que Horacio deslizara por estos la camisa tirándola luego a un costado.

Apenas y se separaban para coger un mínimo de oxígeno y volvían a besarse. Horacio se volvió a separar para que Viktor se deshiciera de sus prendas superiores deslizándolas hacia arriba dificultosamente. Una vez ambos se libraron de aquellas prendas molestas las manos de los dos recorrieron cada centímetro de piel que podía del otro, haciéndolos erizar por la forma tan cuidadosa en que los dedos recorrían cada musculo.

Y cómo si Horacio conociera todo el cuerpo de Viktor gusto con sus debilidades, no dudó en bajar al cuello de este chupando y dejando mordisquitos en el lugar haciendo que este jadeara ante ello, ni siquiera él mismo sabía que ese lugar era un lugar tan sensible suyo. Mientras disfrutaba de aquellos movimientos del menor Viktor llevó sus manos a los pechos para que sus pulgares acariciaran sus pezones provocando un gemido suave en el menor, parecían conocerse tan bien para ser la primera vez estando es esa situación con el otro.

Las cabezas de ambos trabajaban a mil, demasiadas cosas pasaban por ellas y no se concentraban en nada debido a que toda la sangre estaba bajando en la zona sur de ambos, parecían unos adolescentes hormonales.

-Horacio...- logró pronunciar dificultosamente Viktor- te juro que yo no soy así - aseguró Viktor, no quería que este pensara que solo quería acostarse con él, en lo más mínimo, jamás se hubiera imaginado que terminarían en esa situación.
-Lo sé- habló también agitado- de no ser porque eres tú te hubiera roto la cara a la primera - afirmó sin tono de broma el de cresta, era verdad, si alguien más hubiera intentado acostarse con él así de simple jamás se lo hubiese permitido, para Horacio era importante conocerse primero y formar un muy fuerte lazo- Ahora solo cállate y disfrutemos de esto
-De acuerdo- sin siquiera dudarlo Viktor obedeció porque a pesar de ser una persona muy controlada le hubiera sido una tortura increíble parar en ese momento.
Horacio empujó levemente busco a Viktor haciendo que este se apoyase con ambas manos hacia atrás para dejar a Horacio llevar sus manos el cierre de sus pantalones y que se deshiciera de estos mientras que sus labios aprovecharon la posición para besar y mordisquear el pecho blanquecino del mayor de ambos a gusto.

Volvieron a unir sus labios y mientras Horacio masajeaba a través de la tela el falo de Viktor, este ocupaba sus manos en deshacerse del cinturón, cierre y botón del pantalón el de cresta para que cuando apenas lo logre pasar sus manos bajo el pantalón de este, sobre la tela del bóxer y masajear con entusiasmo aquellos glúteos tan bien trabajados.

Ya impaciente Horacio sacó una de las manos de Viktor de dentro de su pantalón y se la llevó al rastro, dejó un beso y luego metió en su boca dos de los largos y finos dedos del ruso mojándolos con su saliva lo más que podía para no lastimarse. Viktor podría haberse corrido de tan solo ver esa imagen, Horacio chupando sensualmente sus dedos, definitivamente algo que quiere recordar muy bien, esa escena sí que era digna de ser dibujada e inmortalizada.

-Hazlo- jadeó Horacio al sacarse los dedos de la boca y Viktor como si de la orden de un superior se tratase lo cumplió. Volvió a atacar su boca mientras que la mano con los dedos mojados descendió debajo del bóxer de Horacio llegando hasta su entrado donde jugó haciendo círculos en ese lugar amenazando con entrar, pero sin hacerlo provocando múltiples jadeos de Horacio y que el mismo se moviera ansiosa sobre su mano.

Sin más juegos Viktor empezó a meter muy lentamente un primer dedo, hubiera seguido con su juego, pero le estaba ya doliendo tanto jugueteo. Horacio soltó un gemido y no dudo en morder el labio de Viktor al sentir un dedo adentrarse a él, era incómodo, hacía un buen tiempo que nada entraba ahí asique agradecía que Viktor sea cuidadoso, a pesar de que tenía muchas ansias eso le dolería.

El de cabellos plateados empezó a hacer suaves movimientos dentro del de cresta, estaba muy apretado, no debía ser muy inteligente para saber que debía prepararlo bien para él y evidentemente un dedo no se comparaba en lo más mínimo con lo que tenía entre sus piernas. Una vez sintió más flojo el interior del menor fue introduciendo otro lentamente provocando más gemidos en el de cresta y que escondiera su cara entre el cuello y hombro del más alto, apretaba fuertemente sus ojos por la sensación, era incomodo, pero tampoco le disgustaba, solo que necesitaba prepararse mejor aún y bendito sea Viktor que iba lento con él.

Viktor dejaba besos en el hombro de Horacio buscando relajarle cosa que sentía que funcionaba, con la mano que tenía desocupada pasaba suavemente por su espalda buscando también relajarle. Una vez volvió a sentir que podría introducir otro dedo lo hizo con cuidado, a pesar de que la parte baja de Viktor incluso empezaba a doler y se empezaba a mojar no le importaba, porque jamás lastimaría a Horacio, asique siguió preparándole bien con sus tres dedos. Empezó a simular suaves estocadas con los dedos buscando encontrar aquel punto para saber a dónde ir exactamente y también para que este se dilatara aún más.

Horacio se aferraba fuertemente a la espalda de Viktor mientras dejaba escapar sus gemidos en el cuello del mismo haciendo a Viktor excitar aún más de ser posible, ya no quería seguir esperando, se sentía listo para más ya hacía un buen rato que Viktor había encontrado ese punto él y Horacio estaba a punto de derretirse sobre él, de venirse solamente con sus dedos, pero no quería que sea de esa forma

-Estoy listo- jadeó con voz ronca- Puedes meterlo
-Seguro? - Preguntó Viktor, tenía que estar seguro, y como respuesta recibió un asentimiento del menor

Viktor sacó sus dedos del interior del de cresta y se deshizo de los pantalones del mismo recostándolo sobre el césped. El mayor de ambos estiró su brazo hasta donde Horacio había tirado su camisa y la recogió para luego levantar las caderas de Horacio y ponerla bajo él, el cielo ya empezaba a ponerse anaranjado, y en un campo a esas horas podría haber cualquier insecto además de que el mismo pasto podría generar alguna picazón asique Viktor se aseguró de que eso no le sucediera a Horacio, sobre todo siempre se preocuparía por él.

Él mismo se deshizo de sus pantalones y bóxer dejando a la vista su ya erecto miembro para colocarse entre las piernas flexionadas de Horacio, se recostó levemente sobre Horacio para volver a besarle fogosa y rápidamente para luego separarse y alinear su glande con la entrada del de cresta para así entrar lo más lento que pudiera, definitivamente aún estaba ajustado y eso apretaba a Viktor de una manera deliciosa, apretó sus ojos para controlarse a sí mismo y no entrar de una sola estocada, los leves quejido de Horacio eran lo que le hacía mantener la compostura y no actuar salvajemente.

Entraba lentamente mientras se inclinaba para dejar besos en el pecho y abdomen de Horacio y así distraerlo y relajarlo, Horacio agradecía un montón eso, ni siquiera él mismo se había tenido tanta consideración nunca, este hombre le estaba volviendo loco, cómo era posible que hasta haciendo el amor fuera delicado.

Una vez entró por completo beso con todo el amor del mundo a Horacio, no se movía dentro de él, esperaría a que el interior de Horacio se acostumbrara a su tamaño cosa que estaba logrando con las caricias que lo hacían relajar y ese beso tan cargado de amor que se estaban dando. Cuando sintió a Horacio moverse por sí mismo buscando más fue que empezó a moverse lentamente saliendo y entrando a una velocidad demasiado tortuosa, pero a medida que realizaba esos movimientos iba aumentando lentamente la velocidad, los gemidos de Horacio eran la prueba de que estaba cada vez más acostumbrado al tamaño. Viktor iba cada vez más rápido ahora que sentía el interior del menor más acostumbrado al tamaño de su pelo, el placer que sentía entrando y saliendo de él era tanto que le incentivaba a cerrar los ojos, pero usaba toda su fuerza para no hacerlo y disfrutar de cada gesto de Horacio, de ver sus músculos de los brazos contraerse al estar apretando fuertemente el césped, de ver su pecho levemente sudado por la acción brillar hermosamente reflejando el cielo que se iba tornando cada vez más naranja, tal vez se estaban perdiendo del atardecer, pero definitivamente se lo perdían por algo mucho mejor. La pelvis de Viktor chocaba una y otra vez contra el trasero de Horacio produciendo sonidos húmedos y obscenos los cuales podría escuchar todo el día, al igual que los gemidos y jadeos que salían de esos carnosos labios que tanto quería chupar y morder.

Horacio se sentía en el cielo, entre tener a alguien que le vuelve loco hacerle el amor de esa manera, sentir aquel punto dulce en su interior siendo atacado una y otra vez, y los vaivenes que Viktor estaba realizando con su mano sobre su palpitante y húmedo falo no sabía en qué concentrarse, no podía tan siquiera pensar, y cuando abría los ojos era aún mejor la vista, Viktor mirándole con amor y deseo y en el fondo un cielo totalmente anaranjado, era como si estuviera soñando pero un millón de veces más placentero.

Cuando Viktor empezó a sentir a Horacio volver a ajustarse y ver como el marcado abdomen moreno se contraía supo que se vendría, y así fue se corrió en la mano de Viktor sin vergüenza alguna, no hubiera podido aguantarlo más. Viktor al ver el tibio elixir de su Horacio chorrear sobre su mano y sentir su miembro ser aún más asfixiado placenteramente por el interior del de cresta no aguanto ni dos estocadas más para salir al completo de él y correrse sobre su camisa bajo las piernas de Horacio, porque a Viktor jamás se le hubiera ocurrido venirse dentro de él sin tener consentimiento.

El de cresta estiró del brazo al contrario haciéndolo caer a un lado suyo para luego volver a besarlo de una forma más romántica, lenta y tiernamente. Ambos se acurrucar un momento para ver el hermoso cielo cambiar de colores, se sentían tan en su mundo, como si no existiera ningún problema fuera de ellos dos, como si no existiera nadie más aparte de ellos.

Cuando empezaron a ver que faltaba entre poco y nada para que la noche cayera enseguida se levantaron y se limpiaron con aquella camisa blanca de Viktor, ese día esa camisa había presenciado muchas cosas, quien fuera ella. Se vistieron nuevamente sintiéndose totalmente llenos y Horacio dio su camiseta a Viktor para que no fuera sin nada arriba ya que empezaba a refrescar. Una vez se vistieron al completo volvieron a donde se encontraban antes nuevamente tomados de la mano, esta vez no hablaron tanto, pero no estaban incomodos para nada, sino que se sentían en paz y armonía dedicándose miradas y sonrisas que decían más que las palabras.

Volvieron a llevar todos los materiales y resto de comida a la camioneta y emprendieron el viaje de vuelta acompañados por la luz de la luna, los postes de luz del camino y de la tranquila música de la radio. Viktor ni siquiera dudo en sujetar de la mano a Horacio sobre la palanca de cambios, sentía que de alguna forma esto los mantenía unidos. En el viaje de vuelta si conversaron de algunas cosas como por ejemplo de que relación tendrían ahora y de cómo ambos se sintieron desde el principio hasta ese momento. Definitivamente ese era el comienzo de una larga aventura de dos personas destinadas a amarse.


FIN

Inspiración - Volkacio ∘ One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora