Capítulo 1: Dos Semanas

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16 años. Hace 16 años que mi madre no ve a su amiga de la universidad, y hoy después de tanto tiempo se van a volver a encontrar. ¿Que porque han decidido verse ahora? Pues muy sencillo, aquí es donde entramos mi hermano Hugo y yo, y nuestro plan.

Hace un mes mi madre encontró una agenda de cuando iba a la universidad, y vino super contenta a enseñárnosla. Allí tenía apuntados algunos nombres con direcciones y números de teléfono de personas con las que fue a la universidad. Emocionada nos fue explicando quién y cómo eran cada una de esas personas.

Entonces, se me ocurrió la magnífica idea (nótese el sarcasmo) de decirle que intentara contactar con alguna. Al principio lo negó rotundamente, porque decía que hacía mucho tiempo que no las veía, pero mi hermano y yo decidimos ignórarla y nos pusimos a investigar.

Después de revisar y comprobar todos los números de la agenda, descubrimos que solo una persona conservaba el mismo número. Esa persona era Cristina, que daba la casualidad de que fue una de sus mejores amigas con la que perdió el contacto.

Haciendo oídos sordos a las quejas de mi madre, le dimos el número y le dijimos que si en algún momento le apetecía llamarla, que lo hiciese, que no tenía nada que perder.

Fueron pasando los días y yo ya perdí la esperanza de que nos hiciera caso y la llamara. Hasta que hace una semana, nos reunió a todos en el salón para darnos una gran noticia. Al parecer mi padre ya lo sabía, porque estaba con ella sonriendo.

La noticia fue ni más ni menos que, la amiga de mi madre nos visitaría.

Ahora mismo os estaréis preguntando ¿y cuál es el problema? El problema viene cuando me entero que no viene sola. Vienen con ella su marido y sus dos hijos. Que da la casualidad de que uno de ellos tiene 17 años como mi hermano y el otro tiene 16, mi edad.

¿Seguís sin ver el problema? Pues resulta, que se van a quedar dos semanas, ¡Dos semanas! Y esas dos semanas coinciden con las fiestas y ferias del pueblo. Donde hay cabalgatas, espectáculos, pasacalles, concurso de disfraces ... y discomóviles. Es decir, las mejores semanas del verano.

Menos mal que no se quedan en casa. En un principio, ese era el plan, pero hablé con mi madre para que cambiara de opinión. ¿Cómo se iban a quedar unas personas a las que no he visto en mi vida en mi casa? Además, la última vez que vió mi madre a su amiga Cristina, fue cuando estaba embarazada de mi. Es decir, que no nos hemos visto en la vida. Así que no, obviamente no quería que se quedaran en mi casa.

Ahora volveréis a pensar, pues vaya mierda de problema si ni siquiera se quedan en tu casa. Puede que para vosotros no lo sea, pero para mi sí.
No se me da bien conocer gente nueva, me pongo muy nerviosa y no me salen las palabras. Además, a todo esto súmale que sus hijos son prácticamente de mi edad, eso lo pone peor aún.

Y para colmo, ahora me encuentro vistiéndome a toda prisa porque me he dormido y nadie me ha despertado. Yo solo quería dormir cinco minutos más, pero esos cinco minutos se han convertido en una hora. Y como ya he dicho ha nadie le ha importado. Ufffff y luego se quejan de mi. ¡Pero si ni siquiera se han dado cuenta de que seguía durmiendo!

-Clara están a punto de llegar.- Me avisa mi hermano-. ¿Quieres bajar de una maldita vez?

-Si mi hubieras despertado no estaría pasando esto.

-Prefería ahorrarme tus quejas de por la mañana-. Ruedo los ojos. Como si él tuviese mejor despertar que yo. Bueno, puede que lo tenga, pero si le haces una pequeña bromita ya la has cagado. Se pone hecho una furia.

-¿Enserio? Pues ahora tendrás el doble por la tarde. - Le sonrío para demostrarle que no se va a librar de mi. Me encanta quejarme, es parte de mi. No seria yo si no me quejase por todo.

Dos SemanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora