Pareja De Guerra // Countryhumans [Ursmex]

Bélico divino

Su cuerpo se estremeció de nuevo mientras se mantenía de rodillas, su mirada estaba perdida en un punto muerto entre los árboles de aquel bosque, que a mitad de año, ya volvía con lentitud, a su estado de congelación permanente. Miraba en diagonal, hacía abajo, debido al resplandor frente a él, ese brillo divino que no deseaba observar directamente debido al miedo mezclado con respeto. Llevaba minutos eternos callado en completo y llano silencio apenas acompañado por la brisa suave entre el follaje de los árboles y la poca fauna que por ahí vivía ajena a sus súplicas devastadas, por qué había suplicado, dando un largo monólogo de petición previamente ensayado debido a las ya varias veces que lo había repetido, y aún deseaba que alguien le dijera que si.

-Levanta la mirada niño... -la voz magistral proveniente del resplandor, lo hizo hacer caso de inmediato

Ahí, frente a él, estaba lo que parecía ser un country que ya había visto con anterioridad, pero que en esa ocasión, acompañado de ropajes extraños (a su joven percepción), irradiaba el aura divina que muchos imploran ver tan solo una vez. Se trataba de Grecia, con una túnica y sandalias poco apropiadas para el frío que hacía, pero sin ningún vestigio en su porte que indicara que sufría por el clima; con un brillo singular color rojizo saliendo de sus ojos y una lanza especialmente larga que imponía por lo pesada que se veía y lo fácil que ese mediterráneo la manejaba. Eso solo indicaba una simple cosa, no se trataba de Grecia. Quien estaba ahí era una representación más primitiva, antigua y respetable, ese solo podía ser un dios transformado a una imagen más aceptable para la mente humana, solo con el fin de no volver loco al que lo había invocado. Ese, era Ares.

-La herida...-hablo el griego llevando un dedo hacia su propia cara para señalarse el ojo derecho -¿Puedo verla mejor?

El joven parpadeo un poco y haciendo lo mismo que hizo el mediterráneo, llevo su propia mano hacia su ojo derecho y de el retiro una gasa blanca dejando revelado que, sustituyendo a su ojo, había un profundo hueco negro del cual chorreó de inmediato sangre coagulada del mismo tono, bajando por la mejilla roja hasta caer en gotas espesas por su mentón. Era desagradable a la vista, eso lo llegó a suponer cuando más de uno lo vio con asco cuando retiraba su "curación", pero esa vez, más que asco lo que miro en el rostro de Grecia fue pena, lástima, algo que le pareció mucho peor que el asco.

-¿Cuánto tiempo tienes así?- cuestionó el mediterráneo y el volvió a colocar su pobre gasa sobre el ojo herido, sin hacer ningún otro sonido ni dar una mínima de explicación -¿Tiene que ver con que me llamarás? -volvió a preguntar el dios y él tuvo la osadía de volver a ignorar sus palabras

-¿Me va a ayudar?- pregunto el joven bajando las manos de vuelta a sus rodillas flexionadas y la mirada directo al piso y las sandalias ajenas. Cómo odiaba suplicar...

-No - respondió severo el griego y con la punta de su lanza dibujo un círculo en el suelo, círculo que brillo en colores tan claros como el blanco, estaba por irse y esa era su puerta de vuelta a dónde sea que el panteón griego estuviera

-Espere, perdón si fui grosero, no me gusta hablar de eso -dijo el joven rendido ante la próxima huida del mediterráneo, ya no conocía a alguien que le pudiese ayudar, ahora sí iba a implorar -Llevo así casi un año, no puedo curarme por qué no soy una nación, solo soy un ideal, algo que quieren lograr... No soy nada más y justo ahora creo que jamás seré algo... - con eso dicho el joven se llenó de frustración, lo había intentado todo y ahora solo era nada, polvo ateniéndose a lo que seres divinos quieran hacer de él, dejándose llevar por las ráfagas heladas a un desconocido mañana. Que horrible, que desesperante -En estas tierras soy solo un insecto que quieren aplastar, y necesito a un señor de la guerra que me ayude a luchar, por eso lo eh llamado, quiero ser algo y que mi poder se expanda por el resto de Europa y Asia, por todo el viejo y los nuevos continentes, ¡Quiero ser la union que los salve a todos!, Y necesito de usted para que me guíe en ello, a cambio, cómo ya mencioné, le daré privilegio, control sobre lo que yo conquiste, y las ofrendas que ordene... -agrego ese ruso joven apretando los puños con la tela de su pantalón, sonrojando por la vergüenza de tener que pedir ayuda y por la ya mencionada frustración