Bertran se levantó de su cómodo sillón, mientras caminaba hacia las escaleras con una escopeta en sus manos. El televisor se mantenía a un volumen muy bajo, permitiendo escuchar los movímientos de la segunda planta.
Tarareaba una canción con cada paso marcado en el pasillo, sonreía al imaginarse las escenas con su próximo visitante, ese característico aroma de un conejo, era aborreccible. Ya dejaría la limpieza en manos de su sobrino, él era el encargado de levantar los desastres de cada mañana. Lucas apenas tenía quince años, siempre era de una complexión delgada con su cabello castaño, seguido de unos órbes azules como el cielo, un jovencito con grandes cualidades y un amante de la música y el arte.
—Lucas, sabes que no pienso lastimar a tu amigo. solo necesitamos conversar un poco más y te aseguraré de que no estoy loco. —Expresó tratando de cambiar el tono de su voz por uno menos molesto. Lucas estaba sentado en una esquina de su habitación en el que solo carecía de una cama y aun lado estaba una mesita de noche con una lámpara, aún lado de una ventana se encontraba un estante con algunos manuscritos y una cómoda con un televisor. ¿Cómo tenían electricidad si estaban en lo profundo de un bosque?. Todo estaba desordenado y en esa mañana tan agitada no había tenido tiempo de prepararse un desayuno decente.
El observaba con atención el picaporte de la puerta que giraba con brusquedad, se agitada y era cuestión de minutos para que él pudiera ingresar. Lucas escondió sus piernas entre su abrigo y trataba de regular su respiración mientras una de sus manos acariciaba gentilmente la suave melena de su mascota, era el único recuerdo que aún conservaba de su madre y que por algunos años mantuvo escondido. Él suspiraba y cada vez las palpitaciones de su corazón se volvían más aceleradas y un poco dolorosas.
—No tengas miedo, solo está molesto por el desastre en la cocina y te prometo que no te tocará. —Respondio, incorporándose y depositandole un besito sobre sus largas orejas, se encamino hasta la puerta del armario y acomodó algunas sábanas para envolverlo. Puffy se removía entre sus brazos, era una criatura tan obediente, un poco travieso y era tan cariñoso con él, era inteligente y en esos momentos sabía que debía de ser silencioso. Lucas no tenía tantas opciones debido que su habitación era tan pequeña, pero el baño tenía el tamaño de una caja de zapatos.
—No solo acabaré con su existencia, tu también pagarás por tu estupidez. —Lucas contorno su cuerpo y se quedó paralizado del miedo al observar la punta de la escopeta que apuntaba sobre su pecho, aquellas medidas correctivas de Bertrán estaban cruzando límites más extremos. Lucas rápidamente protegio el cuerpo del animal en sus brazos y podía sentir sus espasmos nerviosos, ambos estaban compartiendo ese sentimiento de angustia y saboreaban el peligro. —Eres una maldita escoria del infierno, entregame ese saco de pulgas.
—No. —Sollozó. — Es el único recuerdo que tengo de mi madre y primero tendrás que pasar sobre mí. —Bertran sonrió y soltó una carcajada, le pareció una broma tan tonta e estúpida. Así como inicio, terminó y su expresión lentamente se endureció, levantó la parte trasera de su escopeta ante la atenta mirada de su sobrino y le propinó un golpe en el rostro. Lucas retrocedío, cubriéndose la nariz con una de sus manos y cerrando los párpados, el dolor se expandió por todo su rostro y sus lágrimas empañaron sus cachetes.
—No digas tonterías, tu madre no está aquí por una buena razón y maldigo el momento que me dieron tu custodia, es más prefiero que estés muerto. —Respondio con asco, en un impulso de irá le arrebato el animal y lo sostuvo en una de sus manos. Lucas sollozaba, más bien le suplicaba por un poco de piedad en el animal, pero el hombre ignoraba todas esas palabras sin sentidos, solamente imaginaba en los platillos que serían perfectos para un conejo.
Bertrán era un hombre de cacería, prefería una vida tranquila, solitaria, y era una persona que se preocupaba más por sus propias necesidades básicas y olvidaba su responsabilidad con su sobrino, por muchos años estuvo distanciado de la sociedad al mantenerse escondido en una cabaña y sobrevivían de los animales que el cazaba.
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Dulce Pecado Sabor Chocolate ||Baby Lucas
Ngẫu nhiênLucas es demasiado tímido para hablar, tiene prohibido socializar con las personas de un pequeño pueblo. Y siempre usa suéter ocultando las marcas ganadas detrás de una puerta que considera una prisión, pronto conocerá a una persona que cambiará su...