"Melancolía"

372 25 0
                                    

Mi mirada se pierde en el paisaje tras el cristal de mi ventana; es otoño y las hojas están cayéndose, dejando poco a poco la desnudez de los árboles a vista y paciencia de los transeúntes ignorantes de la belleza que los rodea. Desde niño me gustó el clima de esta época y la forma en que cubre toda la naturaleza de tonos cálidos, contrastando con sus temperaturas fría y vientos veloces. Sin lugar a duda, es la más bella paradoja de la naturaleza.

Nuestro amor se ha muerto en la tierra, al igual que las hojas secas se desploman ante la fuerza del viento. Nuestro amor sucumbió ante la adversidad, no alcanzó el cielo como me prometiste hace tanto tiempo atrás. Una más, en la interminable lista de promesas que has roto desde que mi cuerpo se volvió una prisión para mi alma a causa de la enfermedad.

El cielo está llorando con sus lágrimas más afligidas mi dolor, aquellas cristalinas gotas impactan contra la ventana, distorsionando mi visión del exterior. Aun así, puedo ver como algunas personas corren a protegerse del aquel sollozo celestial. No sé qué me duele más, el que me privases de tu compañía entre estas cuatro blanquecinas paredes, o el no poder salir siquiera a sentir la lluvia. Como fuese, ambas son consecuencias de mi lamentable estado catatónico.

Paulatinamente, los recuerdos invaden mi memoria. Recuerdos de aquellos cálidos abrazos al dormir, nuestros besos a escondidas del mundo, las furtivas caricias que me dedicabas mientras dormitábamos sobre el césped de mi parque favorito con el sol calentando nuestros cuerpos como único testigo, o tus sedosos cabellos azabaches acariciando mi mejillas al abrazarnos. Lamentablemente, mi corazón nunca esperará una nueva primavera a tu lado, mi mente no es lo suficientemente fuerte para los retos que me ha impuesto la vida, lo sabes y aun así te empeñas en causarme más dolor con tu apatía.

No puedo evitar pensar que todas mis lágrimas y dolores son en vano. Las personas a mi alrededor no tienen corazón, son ávidas de algo tan banal como el dinero, y de razonamiento maléfico. Viven en un mundo individualista, que no da lugar a pausas, ni descansos; un mundo cruel que sigue adelante olvidando rápidamente a los caídos.

Nuestro amor se ha acabado y junto con él, mi mundo. La palabra "esperanza" dejó de tener un significado para mí cuando cruzaste la puerta hace ya dos días. Los médicos dicen que ya no volverás, y temen por quién pagará las deudas de mi tratamiento. Yo me niego a créelo. Aunque mi cuerpo esté muerto, te sigo anhelando, todavía espero el que vengas a regalarme, siquiera, una migaja de tu amor, aquel con el que tantas veces llamaste mi nombre al llegar a casa. Ansío estar en casa. Esta habitación de hospital se torna cada día más fría y melancólica sin tu presencia, comienzo a pensar que jamás volverás a sujetar mi mano y susurrar palabras dulces a mi oído con la esperanza de retrasar el sueño eterno al que los médicos me han condenado prematuramente.

Las impurezas de la ciudad están limpiándose bajo la lluvia que parece no querer detenerse. Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro, el cielo está llorando por mí, solloza por el hijo perdido que ya no posee las fuerzas suficientes para afrontar el mundo cruel en el que fue abandonado. El señor sufre por esta pobre criatura imperfecta.

Yo solo diré otra oración silenciosa, una plegaria imaginaria por tu regreso a mis brazos, mientras cierro los ojos y trato de recordar tu imagen, ahora, cada vez más distante.

No falta mucho para el atardecer, mi habitación se llena de obscuras sombras. Como cada día, soy acompañado únicamente por mi soledad. Es domingo por la tarde, y un muchacho deambula por los lúgubres pasillos del hospital con una guitarra en las manos, en un vano intento por animar a los desdichados internos. Si tan solo pudiera hablar, o siquiera levantarme de esta camilla, le agradecería por irrumpir el sepulcral silencio que me tortura día a día en este lugar.

Poco a poco mis párpados se cierran, el muchacho hace música, pero no puedo oírla. Todo se vuelve oscuridad, tengo miedo. Tantos días solo en las sombras y todavía no logro acostumbrarme a ellas.

En la tierra de las sombras me he quedado atrapado, iré con la aterna noche donde quiera que vaya, vagaré por los prados coloreados enun brillante rojo con sangre, a la espera del descanso eterno que sé nunca llegará. Hay personas muertas por todas partes en las calles, al igual que yo, sin amor, sin paz.
Espero que los ángeles se apiaden de esta pobre alma caída en desgracia, y dejen un sitio para mí en el cielo. Hasta que ese día llegue, pagaré mis pecados con el dolor de su olvido, pues el verdadero purgatorio está en la tierra. El verdadero purgatorio, está lejos de mi Aoi.

"Mi purgatorio"[The Gazette/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora