—¡SALES EN UN MINUTO! —Dijo Mariet mientras me levantaba de la silla y me ponía la máscara—. Vamos nena, déjalos con la boca abierta
Asentí y salí de mi camerino para dirigirme hasta el escenario.
—Y ahora con ustedes el momento más esperado de toda la noche... nuestra chica más candente, ella es un arma mortal, no hay nadie mejor que ella... ¡QUIERO BILLETES ARRIBA! —Decía Marcos mientras el público obedecía y sacaba muchos billetes y los agitaban con su mano—, les presento a ¡Ladykiller!
Al estar en el escenario pude ver la cantidad de hombres que había, gritaban, y silbaban con mucha fuerza, sonreí segura y en cuanto empezó la música empecé con mi baile de barra. Mientras me deslizaba por el tubo pude ver como el escenario se llenaba de billetes y la multitud de hombres se empujaban unos con otros para estar tan cerca del escenario como fuera posible.
—¿CUANTO COBRAS POR UNA NOCHE, LADYKILLER? —Grito un viejo muy ebrio.
Enseguida llegaron Paúl y Jhoan y lo sacaron a patadas del lugar. Esto siempre ha de pasar. Lo que si tengo claro es que soy stripper más no prostituta.
Al terminar mi baile de barra, Marcos se acercó corriendo a mí.
—Nena, necesito un baile privado para un amigo.
—Sabes que no hago bailes privados. ¿O acaso no recuerdas lo que pasó la última vez? ¡EL TIPO SE SOBRE PASÓ CONMIGO! —Dije histérica y me fui molesta del escenario.
Al llegar al camerino Mariet estaba saltando y brincando.
—Oh nena, cada vez lo haces mejor —decía mientras me ayudaba a quitarme la máscara y la peluca—. ¿Por qué tan de mal humor? ¿por el desgraciado que gritó?
—No, Marcos me pidió que hiciera un baile privado —Dije mientras intentaba quitarme los tacones-
—Nena, se para quién es el baile privado. Están pagando mucho. Más de lo que ganas en una semana... además necesitas el dinero para las quimioterapias de tu sobrino.
—Vendré más días y bailaré más, pero bailes privados no.
—Amy, yo te apoyo en todo pero necesitamos el dinero lo más pronto posible.
—Llama a Marcos.
Mariet asintió y salió corriendo a buscarlo. Ella necesitaba el dinero para su hijo y yo no le daría la espalda. Tendríamos que conseguir el dinero lo más pronto posible.
Marcos tocó la puerta y entro.
—Aquí estoy, dime que te has decidido, y aceptaré lo que me des, pe...
—Hablemos de dinero —Dije mientras me sentaba en la silla de mi peinadora— ¿Cuánto están ofreciendo?
—5 mil dólares por 20 minutos.
—¿Qué? Solo bailare 10 minutos máximo.
—¿15 minutos?
—10 minutos.
—¿14 minutos?
—13 minutos y ya. Lo espero aquí en 5 minutos.
—Luego preguntas porque te amo y digo que eres la mejor —Dijo dándome un beso en la mejilla y saliendo muy rápido del camerino
Mariet entró muy rápido e emocionada.
—¿Qué pasa? ¿Por qué tan exaltada?
—A el chico a quien le bailaras es demasiado hermoso, sexy e ardiente.
—Joder, Mariet —Reí y negué con la cabeza—, cállate y ayúdame a ponerme la peluca. Quiero que estés cerca del camerino no quiero estar tan sola con ese tipo.
—Tranquila, estaré pendiente de todo. No creo que sea un pervertido. Tiene cara de virgen a la diferencia de sus amigos. Pero lo virgen no le quita lo sexy —Dijo Mariet riéndose mientras yo solo me mordía los labios y negaba con la cabeza-
Ambas dirigimos la vista a la puerta ya que se escuchaban unos murmullos y risas por el pasillo. Podía reconocer la voz de Marcos quien hablaba con alguien más.
—¿Se puede? —Dijo Marcos asomando la cabeza.
—Sí, ya esta lista —Respondió Mariet por mi—. Suerte. —Dijo susurrándome en el odio y dándome un beso en la mejilla.
—Elliot, te esperan por aquí —Dijo Marcos a lo que parecía ser el "cliente" para quien le bailaría esta noche.
Al chico entrar al camerino pude ver que también llevaba una mascara, supongo que no quería que supiera quien era.
Mariet no se había equivocado era guapo, sexy e ardiente. Era de tez blanca, cabello castaño, alto, brazos bien formados, tenia barba, labios tan rojos como una fresa, unas nalgas muy sexys, y un abdomen muy perfecto. Se me hacia familiar. Pude ver sus labios moverse y sentí un escalofrió.
—Disculpa, ¿que dijiste?
—Preguntaba que si esa mirada que me hiciste de pies a cabeza también iba en el paquete del baile, porque me encanta como me miras, pagaría por ello—Dijo quitándose un lujoso reloj de color dorado y dejándolo sobre una repisa donde se encontraba el reproductor de música.
—Uh...no —Dije nerviosa mientras encendía el reproductor de música y empezaba a bailarle
Logre acercarme lo suficientemente a él para bailarle muy de cerca. Puse mis manos en sus hombros mientras lo veía sonreír con picardia, mientras mis hormonas estaban revueltas por él. Pasaba mi pierna por su miembro erecto y lo escuche gemir. Me tomó de las caderas y me atrajo a él dándome un beso. Al sentir la presión de sus labios contra los míos, mi corazón dio un salto. Rápidamente me alejé de él y mi mano salió disparada hacia su mejilla.
—Perdón, yo solo...
— ¿ACASO NO TE HAN DICHO LAS REGLAS? ¿NO LAS HAS ENTENDIDO?— Grite con desesperación.
—Lo siento debo irme, acá esta todo el dinero —dijo lanzando un sobre al piso y saliendo con desesperación del camerino, dejando la puerta medio abierta.
Me quite la máscara con rabia y me agache para recoger el sobre. Lo abrí y saque una parte del dinero para contarla mientras caminaba hacia la repisa para apagar el reproductor de música. Tanteando para encontrar el botón y apagarlo, cayó sobre mis pies el reloj del chico que acababa de besarme. Lo observe por unos segundos y pude ver el cristal un poco agrietado.
Escuche que se acercaban unos pasos hacia el camerino.
—¿Mariet? Ven un momento por favor.
Había dejado el reloj y el dinero en la repisa y me había volteado de espaldas hacia la puerta para cambiarme. Sentí que la puerta se abrió.
—¡Mariet, maldición! NO ACEPTARÉ NADA DE BAILES PRIVADOS NI POR 1 MILLÓN DE DOLARES, ¡ESTO HA SIDO EL COLMO!—Dudaba que me entendiera por lo rápido que hablaba— ¿Por qué te quedas callada, te has quedado sin excusas?—Dije volteandome para encararla.
—Perdón, yo solo venía po...—Dijo tapándose los ojos con nerviosismo.
Al cabo de 1 segundo quitó su mano de su vista, mientras que yo me tapaba mis senos con ambos brazos. No era Mariet, era él.
—¿Amy?—Dijo algo confundido.