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In the Shadows - Amy Stroup


Kaltain Lueur.

Mis pasos y los de mi acompañante se oyen por toda la habitación en la que estoy con un eco que perturba, que atormentaría a cualquiera que esté cuerdo.

Agradezco y maldigo que la cordura sea lo único escaso en esta ciudad.

Por una parte me alivia, afuera hay gente igual o incluso peor a mi. Con los mismos pensamientos inmorales y con la misma sed de veneno.

A mi lado moral le perturba la misma razón, sin embargo, es un lado abandonado que desde hace un tiempo no le presto atención.

lo que se me aproxima y lo que merezco, por lo tanto, lo único que deseo es haber logrado lo que quiero antes.

No hay palabras para describir el lugar en el que me encuentro ni castigo merecedor para lo que ocurre, provoco y creo aquí... Sin embargo, hay un porqué.

Scott, mi acompañante, adelanta sus pasos hacia una de las tantas puertas de metal del lugar. Es como un laboratorio combinado con una cárcel, con la diferencia que aquí hay excesos de lujos, como todo lo que hay en Havendale.

El lugar es tan hermoso, tan blanco y pacífico por fuera que el contraste que hay detrás de cada puerta es una tortura.

Ignoro los sollozos que salen de cada habitación por la que paso centrando mi atención en una que está al final a mano derecha. Al abrirla, se encuentra una joven rubia con ojos grises frente a mi.

Scott enciende la luz y la mirada de aquella chica intenta acostumbrarse a la luz brillante. Su pálida piel tiene similitud con sus ojos azules por la manera en la que sus venas del mismo tono intentan huir de su piel.

Me acerco hasta quedar a la par con Scott y la chica alza su mirada rabiosa hacia mi, las emociones no logran expresarse en mi rostro pero en el fondo, estoy deleitandome con la expectativa de lo que ocurrirá.

Está encadenada con las manos detrás de su espalda, las cadenas no le permiten levantarse a menos que alguien se las quite voluntariamente.

E incluso si pudiera, ya no le queda voluntad.
Le arranqué lo que quedaba de ella.

—Confié en ti, Lueur ¿No éramos amigas?—habla débilmente, colocando una mirada de cachorro

Entramos a la habitación cerrando la puerta detrás de nosotros, me acerco un poco más hacia la chica antes de responder:

—Deja de fingir, monstruo de mierda—le respondo con una rabia que no me reservé.

Y ese momento de debilidad, la hizo sonreír.

Sus ojos pasaron de azules a un violeta que perfectamente lo confundiría con negro.

Justo lo que quería.

—¿Qué intentabas?—le pregunta Scott, de la manera más relajada posible. Como si le hablara a una vieja amiga.

—Lo imposible —aquella le responde mirándolo con gracia con una voz distinta a la que tenía, sutilmente más grave.

La respuesta me dió risa porque parece sacada de un personaje que busca generar suspenso, me dió pena ajena incluso.

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