capítulo I

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Veo como el coche lujoso que me trajo aquí desde el aeropuerto se va por el sendero lo sigo con la mirada hasta que lo pierdo de vista, mi madre me hubiese gritado si le contase que me subí al coche de un extraño solo porque tenía un cartel con mi nombre, pero ¿qué se supone que debía hacer? Ni siquiera el señor fue amable, fue un silencio, no incomodo, pero aun así un silencio abismal, por un momento pensé que tendría que usar lo aprendido en Taekwondo y boxeo para sobrevivir a un secuestro. Vuelvo a enfocarme en la realidad, observo lo que me rodea, el entorno donde me encuentro: estoy en un camino de tierra, por el cual vine, detrás de mi hay un gran bosque con árboles de muchos tipos y flores que pintan el paisaje, es casi de fantasía. Enfrente a mi hay una impotente valla de metal que le sigue grandes y altos setos hasta donde mi vista puede ver, en la valla en grande está puesto el nombre de la casa “JadeLake”, ¿Por qué las casas tienen nombre? No es como se pierdan y debas ir por la calle diciendo cosa como: “¿Ha visto usted a mi casa? Se llama Amarillita, es azul, de dos plantas…” no tiene sentido nombrar una casa.

Vuelvo a enfocarme hasta que un pensamiento invade mi cabeza ¿“Cómo mierda acabé mudándome de San Francisco a una pequeña ciudad de California?” recuerdos vienen a mi mente como olas en tempestad, sacudo mi cabeza.

Miro mis zapatos y luego observo el timbre de la casa, me lo pienso por unos segundos, siempre puedo irme y no pasar esto, siempre puedo huir y desaparecer, corto los preámbulos, no tienen sentido, presiono en botón mientras con mi otra mano agarro fuertemente mi maleta de mano, tengo miedo a lo desconocido. Me quedo unos segundos mirando mi planta, un girasol, esta posicionado en el suelo con cuidado, espero la respuesta pero no viene, me impaciento rápido así que vuelvo a tocar el timbre, una vez y otra, y luego otra, nadie responde, por lo que supongo que no hay nadie en la casa, la idea de huir vuelve a mi cabeza cuando se escucha como descuelgan el telefonillo:

- ¿¡¿Quién es?!? – una voz femenina grita desde el otro lado, ¿Se tardan en responderme y aun así me gritan?

- Soy Raven Hunterft. – dijo secamente.

Un silencio se hace al otro lado de la línea, tarda en responder, ¿Es normal hacerse derogar aquí o algo así? Estoy dispuesta a volver a hablar cuando el gran portón se abre y el telefonillo se descuelga, me encanta la amabilidad de la gente, la hospitalidad se merece unas cinco estrellas. Miro mis cosas, recojo mi girasol y veo el camino que tengo enfrente, unos doscientos metros hasta la casa, bueno, mansión, nunca había visto una casa tan grande.

Empiezo a caminar lentamente en alerta a cualquier cosa, no conozco nada y eso me pone los pelos de punta, el camino es de tierra color arcilla, a los lados hay grandes terrenos con el césped cortado rigurosamente, unos cuantos rosales, unos arboles de cerezo, por lo que puedo observar, y unas espeluznantes estatuas, parece minimalista, todo alejado, pero bonito. Me enfoco en la casa, en grande, parece victoriana, de varios pisos, un gran porche, una torre muy alta, debería inquietarme: es oscura, fría, la casa por la cual ningún niño pasaría enfrente en Halloween, pero no, no me inquieta, es más, me tranquiliza, nunca había estado aquí, pero de cierta forma es como si ya hubiera estado, ¿Un déjà vu? Puede.

Llego hasta la fuente que esta a unos metros de la puerta principal de la casa, ¿Cómo es que tengo que vivir con mis tías las cuales hace una semana no sabía su existencia? Ni siquiera se pusieron en contacto conmigo cuando realmente las necesitaba y ahora como corderito voy a vivir con ellas, sin tener voz ni voto, es frustrante.

La puerta principal se abre sacándome de mis pensamientos, el miedo se apodera de mí, soy una hipócrita, no debería estarme preocupando un “¿Qué pensaran de mí?” se que soy rara desde mi físico hasta mi interior, no puedo cambiarme así que aprendí a vivir sin odiarme tanto, pero aun así odiaría ser apartada por mi físico. Por la puerta se asoma una mujer, pelirroja con el pelo muy rizado, ojos verdes, rasgos muy femeninos y cuerpo esbelto, me mira con una sonrisa desde la entrada, se parece demasiado a mamá tanto que se me congela la sangre por un instante.

-Debes de ser Raven, que grande estas. – dice acercándose hacia mí aun con esa sonrisa en la cara. – bueno cuando te vi eras un bebé realmente muy feo, pero ahora ya tienes catorce años y estas muy guapa.

Cuando estaba demasiado cerca de mi di un paso hacia atrás por inercia, odio que las personas se acerquen demasiado a mí, ella me miró confundida, luego entendió.

-Lo siento, debí presentarme antes, soy Dafne, la hermana pequeña de tu madre, todo está bien, no te preocupes. – acercó su mano a mi maleta y la cogió gentilmente, la solté lentamente, que se parezca tanto a mamá me da miedo de cierta forma, más que miedo, tristeza. – Debes estar cansada, te llevaré directamente a tu habitación para que puedas descansar, allí dejamos todas tus cosas, luego podrás conocer a tus otras tías, no te preocupes, ¿Te parece bien?

Asentí lentamente con la cabeza, ella volvió a esbozar una sonrisa y empezó a caminar hacia la casa, yo me aferré a mi lindo girasol y empecé a perseguirla lentamente, entró en el hogar como si nada, yo lo dudé pero, ¿Qué importaba? Empecé a caminar inspeccionando todo el living, era bonito lleno de cuadros y cosas antiguas, era un lugar oscuro pero acogedor, Dafne empezó a subir las escaleras eran majestuosas, con una alfombra roja gigantesca adornando, la seguí de cerca, subió hasta el tercer piso y se paró delante de una puerta roja con detalles de flores blancas.

-Te dejo que inspecciones tu habitación sola.

Me dio la maleta y empezó a caminar por donde habíamos venido, la vi hasta que dobló en la esquina. Miré la puerta otra vez, toqué el pomo y la abrí sin más, caminé dentro de ella vacilando en mis pasos, eran muy amplia, mucho más que mi antigua habitación, tenía las paredes llenas de papel de tono rosado con flores y distintas formas, era bonito, un gran escritorio, un armario blanco gigantesco, baldas con libros y lo que menos me disgustaba una cama con dosier, era una habitación simplemente hermosa, ¿Estaba bien que me quedase aquí? ¿Estaba bien que me gustase tanto esta habitación? Mi madre nunca me habló de mis tías o quiso tener relación con ellas, ahora que ella no está debería seguir con lo que ella empezó, si no quería que las conociera debía ser por algo mi madre nunca daba tajada sin hilo, suspiré viendo mis pocas cosas en la esquina del cuarto, la verdad no tenía mucho de lo que quejarme, aunque lo hiciese no cambiaría la realidad, no tengo mas familia, soy menor de edad y no tengo dinero ni bienes, solo me queda aguantarme. Cogí la foto que siempre llevo conmigo del bolsillo de mi sudadera, una foto de mí de pequeña junto con mi madre, esa era mi prueba de que no mentía con mi físico, mi pelo es rubio extremadamente claro y mis ojos son heterocromáticos uno azul y otro verde, recordar todos los problemas que me dio mi físico y seguramente los que me dará en el futuro me hace sonreír tristemente para luego suspirar y tirarme en mi nueva cama.

Todo pasó tan rápido que me es difícil digerir la realidad: mi madre está muerta y yo estoy sola en el mundo.

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⏰ Última actualización: May 18, 2021 ⏰

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