Prologo

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Afuera de la pequeña casa de madera blanca con travesaños verdes, las ramas de los árboles chocan contra las ventanas en un ritmo inquietante, la luz de la luna causa destellos a través de las gotas de lluvia. 

La pequeña Laia de ocho años se encuentra en su cama durmiendo, terribles pesadillas se adueñan de su sueño, cabellos adheridos a su frente a causa del sudor frío, sus nudillos se tornan blancos cuando con las manos en puños aprieta sus sabanas de lunares rojos, gimotea y rueda sobre la cama.

 Aunque es una noche fría, se le nota acalorada, sus bonitas mejillas están sonrojadas.

Hay un lobo negro en su sueño, no va a lastimarme se dijo, pero la sensación de peligro no desaparece, el bosque que la rodea es un lugar desconocido para ella, tropezándose con las raíces de los árboles, Laia se acerca cada vez más al lobo de ojos dorados, este le gruñe para mantenerla alejada, pero ella no se detiene, cuando esta a punto de alcanzarlo una voz le hiela la sangre diciendo: Corre.

Corriendo por el bosque con desesperación, se araña la cara con las ramas de los árboles bajos, sus pies se cortan y raspan al estar descalzos contra la áspera superficie del bosque, ¿Dónde estoy? Se pregunta, escondiéndose atrás de un árbol, Laia ve un carro pasando por una carretera que no había logrado ver antes, desesperada corre hacia ella, a punto de ser iluminada por las luces del auto es agarrada de los tobillos y tragada por la tierra.

Grita escapando de su sueño para ver a su madre sentada en la cama con ojos de preocupación, quería contarle lo que había soñado, pero de alguna manera ella entendió que su madre ya estaba enterada. 


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