Capítulo 12

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Madison alzó la mirada al notar que alguien más la estaba viendo, al percatarse de quién se trataba le guiñó un ojo y sonrió juguetona. El chico se sonrojó y le extendió el helado que había ido a comprar.

—Gracias, lindo. —murmuró agradecida, al tiempo que él se sentaba a su lado.

Esta vez no se habían encontrado los cuatro por casualidad sino que todo había sido planeado con antelación. La estación de primavera estaba por terminar, ya que en un par de días empezaba el verano; Galicia no era el lugar en donde más se notaba el calor pero contaban con la ventaja de tener las mejores playas de la península Ibérica.

—Detesto el calor. —se quejó la rubia mientras se abanicaba el rostro con sus manos—. Presiento que aunque me arranque la ropa voy a seguir asándome...

—Puedes probar. —sugirió Christopher regalándole una sonrisa pícara.

—¡Deberíamos de ir a la playa! —exclamó Erick alzando sus brazos—. Por favor...

—Tiene razón; aunque parezca una excusa para vernos con poca ropa, sé que también es para que pasemos una buena tarde —opinó la morena antes de pasar su lengua por el helado.

—Tía, come con un poco más de... Ya sabes, parece que estás chupando otra cosa en vez de un helado. —dijo Cyara sacudiendo su cabeza.

—Ay, dale... Entonces no estás caliente por el calor, estás caliente por cómo como mi helado. —se burló.

—No me jodas... —puso los ojos en blanco ante la acusación de su amiga y buscó la mirada de Christopher—. No me mires así, tú también me pones caliente.

—¡Fuertes declaraciones! Y eso que tan solo llevamos quince minutos juntos. —murmuró el pelinegro por lo bajo.

A las chicas les tocó guiarlos hasta la playa, pues si lo hacían ellos iban a terminar perdidos, como de costumbre. Para su buena suerte, había una tienda al lado de la playa en la que aprovecharon para comprar toallas, trajes de baño y crema solar.

Buscaron una zona alejada de la mayoría de personas, no querían estar entre la multitud. Dejaron las toallas extendidas en la arena y se dejaron caer en ellas.

—Erick, deja que sea Maddie quien te ponga la crema, la chica hace maravillas con las manos. —murmuró Cyara guiñándole un ojo.

—Más de las que te podés llegar a imaginar —dijo ella riendo—. Me dediqué a dar masajes por mucho tiempo antes de venir para España, así que... Algo bueno tendría que salir de todo eso.

Se echó crema en las manos para después empezar a esparcirla por la espalda del chico, repartiendo increíbles masajes por toda su piel.

—Estoy seguro de que eso me protegerá del sol... —susurró al tiempo que soltaba un suspiro, la acción lo había relajado en exceso.

—¿Quieres que ponga crema en más partes de tu cuerpo? —preguntó mordiendo su labio.

—Si... Digo, no... Es decir, si quieres...

Ella se carcajeó mientras se dejaba caer en la toalla que estaba situada al lado.

—Anda, ponte boca abajo. —le dijo Cyara a Christopher, este asintió para después hacer lo que le había pedido—. Yo no tengo ni la menor idea de masajes... Así que me limitaré a echarte la crema.

—También haces maravillas con las manos, si te sirve de consuelo. —murmuró divertido.

Cyara sonrió antes de sacarle las gafas de sol de los ojos para ponérselas ella, acto seguido empezó con su labor. A su lado se veía que Madison y Erick habían entablado una conversación bastante fluida por lo que no se metió en ella.

—¿Puedo hacerte una trenza en el cabello? —preguntó mientras se sentaba en él, dejando ambas piernas al lado de su cuerpo.

—Puedes. Aprovecha estos días que todavía lo tengo largo, lo voy a cortar...

—¿Qué? No... ¿Por qué quieres cortarlo? —cuestionó haciendo un puchero.

—Porque es más cómodo tenerlo corto...

Ella bufó mientras lo tomaba con sus dedos y lo trenzaba. No quería que se cortara el cabello, pero no era quién para impedírselo.

Por otro lado, Erick y Madison no dejaban de hablar.

—Entonces en el pasado fuiste masajista, eh... —susurró lo suficientemente fuerte para que solo ella pudiera oírlo, sin mover su mirada del horizonte.

—Síp —simplemente asintió.

—¿Hace mucho tiempo?

—Bueno, tengo más de dos años acá en España, veinticuatro años de edad y trabajé dando masajes desde que cumplí los diecisiete hasta la última semana que estuve en Argengina, o sea que...

—Trabajaste dando masajes durante cinco años —la interrumpió Erick luego de hacer la cuenta mentalmente.

—Más o menos, sí —asintió. Miró el perfil de Erick, recorriéndolo lentamente con sus ojos y quedándose un momento en sus labios—. ¿Y vos? —le preguntó sin dejar de verlos. Claro, sus ojos estaban cubiertos por los vidrios negros de sus lentes de sol, así que él no podría darse cuenta.

—¿Yo? —cuestionó volviéndola a ver, justo a tiempo cuando ella asintió—. Yo solo espero que pronto me demuestres lo que puedes hacer con esas maravillosas manos.

•••
Nota/autoras:

No saben lo que está el capítulo que viene😈🔥😏

Nuestro ig: @/crisxyona

𝗣𝗲𝗿𝗱𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗕𝗮𝗶𝗹𝗲𝘀 | ᴄʏᴀʀᴀᴘʜᴇʀ + ᴇʀɪᴄᴋsᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora