Desde los inicios del tiempo, el destino ha sido uno de los más grandes temores de la humanidad. Algo inefable con lo que los mortales suelen llenar sus vacías y efímeras vidas, buscándoles sentido alguno.
Suavizaban el terror que les causaba su propia existencia con mentiras como el libre albedrío, pero todos en el fondo lo sabían. El destino es algo de lo cual no puedes huir, los brazos de la realidad te jalarían de los tobillos hasta arrastrarte a tu inevitable final antes de que una cosa así pasara.
Así eran los humanos. Criaturas de limitado conocimiento, apenas lo suficientemente inteligentes como para subsistir en un mundo caótico y sin sentido.
El detalle es que él no era humano.
Damien veía como pequeños insectos a la creación de la tierra, seres insignificantes de los cuales no tenía por qué preocuparse, ni siquiera compararse. Los humanos les tenían miedo a sus caminos de vida, a la fortuna puesta en ellos antes de nacer conocida como destino. Y eso era lo que lo hacía tan diferente a él de los corrientes mortales.
El joven no sentía miedo alguno en absoluto. Este había sido criado para poder entender la pesada encomienda que su existencia conllevaba, porque él era especial. Desde el día en que nació siendo elogiado por todos, tratado tanto con temor como con respeto por todo ser que tuviese el privilegio de cuidar de él.
Prácticamente era un honor el poder cargar al niño o incluso alimentarlo. Un regalo divino el tan solo respirar su mismo aire y oír su voz haciendo rabietas.
Más temprano que tarde Damien lo entendió, él era un dios. Engendrado únicamente para ser el encargado de arreglar el desastroso mundo humano que agonizaba encima suyo. Estaba seguro de que era el salvador. Lo único bueno entre el cielo y la tierra, o más bien debajo de estos.
Sus delirios de grandeza inundaron todo su ser y muy pronto tomo sin vacilar el destino que tenía que cumplir. No se encontraba ni siquiera asustado de lo que vendría, ni de lo que sucedería después. El objetivo era claro para él.
Claro que nunca le explicaron que era lo que exactamente tenía que hacer, entonces su sorpresa fue grande cuando se dio cuenta que no era el elegido para salvar el mundo.
Era el que tendríaque destruirlo.
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En cualquier lugar al final de los tiempos 【DIP】
General FictionPateo una vieja y abollada lata hasta que choco contra una roca que estaba en el camino sin asfaltar. El metal estaba oxidado y se encontraba mugriento, la luz que se reflejaba en este dejaba ver la marca de lo que alguna vez estuvo ahí, una etiquet...