Capítulo II

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No sabía como, ni cuando pero inconscientemente había inclinado su cuerpo hacía el de ella durante su segundo beso buscando su calor y se encontraba ahora mismo con ella tumbada en la cama y él parcialmente sobre ella. Tenía la mente desconectada de todo lo que no fuera esos labios tiernos y jugosos, el calor y la suavidad que le proporcionaban era embriagador.


Su mano derecha dejó de estar apoyada junto a su cabeza para acariciar de nuevo su mejilla y bajar con los dedos por su fino y níveo cuello en una caricia que le erizó la piel a la Hyuga . La acarició de manera superficial con la otra y jadeó cuando su palma delineó su seno hasta llegar a su cuello.


— Niño, métele la lengua.

Y lo hizo, aprovechando el jadeó que la peliazul emitió por su arrullo. Ladeó su cabeza y probó tentativo y con curiosidad su boca por completo Shukaku ronroneó complacido al verse escuchado al fin.

Colócate bien sobre ella.

Tal como le dijo, se subió por completo a la cama y se cernió sobre ella a cuatro patas dando más intensidad al beso. La sintió apretar su gabardina con fuerza y emitir un nuevo jadeo cuando le mordió con lentitud el labio y volvió segundos después al interior de su boca hambriento de ella y su sabor.

Niño.

No escuchó a su demonio interno,  estaba inmerso en devorar esos labios húmedos y carnosos con un ansia voraz con las manos le alzó el rostro para tener una mejor entrada a su boca e inició otra batalla con aquella entumecida lengua.

Mocoso, para.

Sentía una gota de sudor resbalar en su sien y una ardiente sensación de hormigueo. Su pecho, concretamente su latido, retumbaba en sus oídos interponiéndose en lo que fuera que el bijuu le estuviera diciendo.

¡Si no cortas el beso la vas a asfixiar!

Le envió al pelirrojo un pequeño destello de dolor para detenerlo. Se llevó la mano a la frente ante ese pequeño ataque del bijuu y pensaba replicarle mentalmente hasta que la escuchó toser. La ojiperla tosía ante la falta de airé y buscando desesperada este para poder respirar. Un par de lágrimas captaron su atención al verlas caer a la almohada y se sintió avergonzado, casi  la ahogaba por culpa de un beso, pero la sensación de deseo no se iba.

Seguía persistiendo, intentando que cayera de nuevo y atrapara esa dulce boca de miel.

Quiero sus labios.

— Sé que los quieres, estoy en tu mente, idiota.

Bajó el rostro otra vez con claras intenciones de retomar donde le dejó, pero Shukaku no lo dejaría.

— No está recuperada aún, hazle  otra cosa.

Yo quiero su boca.

Como la beses de nuevo la vas a matar por no dejarle respirar.

Pero no le hizo caso alguno. Lamió su labio inferior y saboreó con placer la sensación y el ahogado gemido que ella soltó quedando atrapado en su boca,  la incertidumbre por parte de él quedó en el olvido hace ya unos minutos.

Hinata alzó la cabeza por si sola separando sus labios buscando ansiosa aire, pero el pelirrojo no le dejó muchos segundos fue en busca de su boca alzando su cuerpo, se sentía mareada no la dejaba respirar.

Niño del demonio, se esta poniendo más blanca!

Gruñó sin querer en voz alta y se separó a regañadientes con un hilito de saliva conectado a su labio, en el decidió por el momento respirar profundamente una vez intentando tranquilizarse y la contempló. Echada tentadoramente en su cama con el pelo esparcido por la almohada y la flor bien sujeta deleitándolo con su sutil aroma las mejillas al fin enrojecidas al igual que esos suculentos labios hinchados pidiéndole atraparlos. Prefirió no mirar su rostro al completo porque perdería la poca razón que le quedaba si veía sus ojos llorosos.

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⏰ Última actualización: May 18, 2021 ⏰

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