Noche sin luna, noche sin sueños.
Mis ojos no dejan de analizar el cielo buscando una estrella de luz violeta,
violeta como los ojos de ella que vive durmiendo sobre mi hombro
mientras viajamos sobre este tren anciano y moribundo
que al parecer solo espera que lleguemos a nuestro destino
para no correr nunca más.Me gustaría poder recordar como era el silencio.
No sé qué hora es, la oscuridad de esta noche me impide ver el reloj
que me regalo ella antes de partir juntos al sin fin.
Lo único que escucho aparte del ruido ensordecedor de este tren
es la respiración de la rebelde alma que sigue perdida,
en un mar de sueños, cuando ella ni siquiera sabe nadar.El viento es sinónimo de frio, el frio, sinónimo de un final.
Mi mente en este momento no puede dejar de pensar en ese día
en que ella me hizo esclavo de esta vida de nomada,
de viajero, de turista, de delincuente, de soñador.
Extraño mi casa, extraño mi vida, extraño tener algo claro en mi futuro,
extraño la monótona rutina en la que tenía que perseguir las agujas del reloj
y sobre todo, extraño el perfume que ella impregnaba en mis sábanas
cuando bajo la luz de la luna que hoy no existe, mis brazos rodeaban su torso.En la frontera entre el cielo y la tierra emerge una luz. Amanece.
No quiero recordar lo que mi mente maquino esta noche.
Ella despierta, sus ojos violeta que miran directamente a los mios
liberan mi alma de lo que esta noche dialogue con mi subconciente.Al final, yo y mi alma, le pertenecemos a esta Femme que es mi cárcel y mi libertad,
mi odio y mi amor, mi fe y mi desesperanza, mi realidad y mi ilusión, mi bebida y mi sed,
mi victoria más grande y mi fracaso más dolorosa. Ella en tres palabras. Es mi vida.
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Simplemente una sonrisa
PoetryEs impresionante que solo sean necesarios 12 músculos faciales para cambiar un segundo, un minuto, una hora, un día, una semana, un mes, un año, una vida.