Era frustrante lo cerca que estábamos. Bueno, al menos desde mi punto de vista, cada día era más difícil. Quiero decir, ¿Cómo no enamorarse de Timothee?. Era tan humilde, amable, guapo y-
"Brooke?". Susurró, riéndose.
Tarareé en respuesta, y me reprendí a mí misma por la forma en que me quedé boquiabierta. Tomé otro sorbo del vino que tenía en la mano, antes de colocarlo en la mesita de café frente a mí. Estábamos sentados en el sofá de Timothee, relajándonos y bebiendo. Me enseñaba las fotos más recientes reveladas con su cámara de cine y me contaba las pequeñas experiencias que no había conseguido captar.
Llevábamos ya un rato bebiendo y yo empezaba a sentirme un poco borracha, pero decidí quitármelo de encima dirigiendo de nuevo mi atención al chico de pelo rizado que tenía a mi lado.
"¿Te aburro, mon cherie?".
Le di un puñetazo juguetón por el apodo y dejé caer mi cabeza sobre su hombro.
"¿Cómo podrías aburrirme, mon amour?".
Prueba tu propia medicina, pensé. Las palabras sólo le hicieron sonreír, formándose un cosquilleo de brillo en sus hermosos ojos. Siguió mostrándome las últimas fotos en silencio, el único sonido en el apartamento era el de su lista de reproducción que pusimos al llegar.
"¿Cómo es que nunca tenemos fotos del otro?". Pregunté, mientras cogía la botella de vino para rellenarla.
Un momento después, Timothee se levantó del sofá y ahogó un rápido "Ya vuelvo". Dejándome sola en mis pensamientos. Suspiré, cogí mi teléfono junto con la copa y empecé a navegar por las redes sociales. Ya era más de medianoche y debería haber llegado a casa hace al menos una hora. Empecé a pensar en que debía pedir un uber pronto, cuando un flash cegó mis ojos.
Tras un par de segundos, vi a Timothee frente a mí, con una pequeña cámara negra en las manos.
"No estaba preparada para eso, idiota".
Se limitó a encogerse de hombros, lanzándome el objeto, que tomé con gusto. Giré la cámara, colocándola entre mis dedos, mientras el chico pegaba su cabeza contra la mía para hacerse una foto. Saqué la lengua y pulsé el botón del aparato. Nos tomamos otras fotos y luego decidí que debía tomar algunas sólo de él.
Me levanté y me distancié de él un par de metros. Acerqué la cámara a mi cara y le miré a través de ella, tenía la espalda apoyada en una almohada y las manos apoyadas en el regazo. Llevaba el pelo desordenado, repartido perezosamente en todas las direcciones posibles, y la camisa de manga corta que llevaba desabrochada a la altura del pecho.
"¿Cómo es que eres tan lindo?". Solté, mientras tomaba la foto.
Él sonrió y se pasó la mano por el pelo.
"¿Cómo estás tan enamorada de mí?".
Ya estaba mareada, su pregunta me hizo sonrojar. El alcohol estaba haciendo su trabajo, bailando por mis venas y cuando me abrió los brazos, mientras me acercaba al sofá, no me lo pensé dos veces y acepté con gusto su abrazo, tomando asiento en su regazo.
"No lo sé, dímelo tú". Le susurré al oído, una suave risita pasó por mis labios.
Nuestras sienes estaban pegadas la una a la otra y podía oír a Timothee exhalando lentamente, mientras me tiraba cuidadosamente del pelo para poder mirarme. Tenía los ojos cerrados, me sentía demasiado cansada si intentaba abrirlos. Nuestras frentes se tocaban y podía sentir su aliento en mis labios.
No dudé y le dí un beso en los labios, tirando hacia atrás de forma infantil. No necesité abrir los ojos, ya sabía que él sonreía ante mi gesto.
"¿Eso es todo?". Preguntó tímidamente.
Sus manos dibujaban patrones en mi espalda baja y yo hice el esfuerzo de abrir los ojos para mirar al chico que tenía delante.
"¿Por qué me gustas tanto?". Confesé finalmente.
Me acercó más si cabe por las caderas y no dudé en empezar a jugar con sus rizos.
"Me vuelves jodidamente loco, Brooke". Dijo, mientras cerraba la brecha entre nosotros.
Al menos ya no necesitaba pedir un uber.