Mudo

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Antes

Julio

Mientras me alejaba lentamente de lo que amaba, sentí mi cuerpo quebrarse a cada paso. Limpié muchas veces las lágrimas y renegué de mi corazón, que me pedía a gritos que regresara. Pero ya no podía volver a un lugar al cual no pertenecía más, ese ya no era mi hogar.

Rompí mi cabeza intentando entender por qué no fui suficiente. Puede que no supiera mucho de amor, pero las personas no se alejaban solo porque sí. El sentimiento no podía acabarse de la noche a la mañana, ¿o sí? Quizá sí, como era posible que naciera en un instante.

Mis pensamientos me llevaron al principio de todo, de mi existencia. ¿Acaso nací solo para perder lo que le daba sentido a mi vida? Estando en un cuarto vacío, con mis maletas listas al lado de la puerta, descubrí que había vuelto al pasado. Él fue solamente una pausa en mi eterna soledad.

Desde que era un niño, me di cuenta de que tenía una vida y lo natural, era que continuara con ella. Así, el sentido que veía frente a mí, era solo respirar hasta que llegara el momento de detenerme. No conocía adecuadamente lo que era el amor, la empatía o la amabilidad, si alguna vez tuve alguno, no lo recuerdo o no supe identificarlo. Se me enseñó que debía pelear, para sobrevivir.

No tenía nada más, ningún propósito o incentivo. Sólo yo, siguiendo un sendero implantado automáticamente. Aun cuando conocí personas que se interesaron en mí, no me afecto en lo absoluto que desaparecieran de un momento a otro. No había nada en mí, que fuera importante.

Por eso, cuando cayó frente a mí repentinamente, presencié un milagro, uno con forma humana. Por primera vez desde que fui consciente, hubo una luz que iluminó otro camino, uno que podía elegir recorrer, a su lado. Descubrí que podía vivir en lugar de sobrevivir.

La vida que él me ofreció fue más de lo que pude esperar recibir. Haberlo encontrado me hizo darme cuenta de lo humano que era. Que poseía sentimientos que tal vez nunca hubiera descubierto sin su ayuda. Pude reír, pude gritar, pude dormir y soñar, pude desear, pude sentir el sabor verdadero de las cosas y ver lo brillantes que eran los colores. Él me permitió presenciar lo más hermoso que este mundo tenía para ofrecer; su sonrisa. El verde de sus ojos se convirtió en mi tesoro más preciado.

Sentir los latidos de mi corazón era fascinante, el como mi órgano vital enloquecía al verlo. Sus brazos se volvieron mi lugar seguro, la yema de sus dedos; las detonadoras de mi sentir. Pude creer en algo, le rezaba a sus caricias y le rendía tributo a sus besos. Le entregué mi cuerpo, mi alma, mi devoción entera. Él era humano, que padecía de defectos, pero no para mis ojos. Eren Jaeger era algo maravilloso, y me encontró. Encendió mi corazón junto al suyo, dándole una razón verdadera a mi vida.

La felicidad que me embargaba no sabía cómo manejarla, pero me enseñó que no había que hacerlo, sólo se sentía y se disfrutaba. No podía estar más agradecido.

Y no he dejado de sentirme culpable por haberlo arruinado.

Sé que lo hice, porque sus acciones no fueron lo que inició nuestra decadencia, fueron las mías. Mucho antes de que él decidiera soltar mi mano, yo había lastimado la suya. Pero juro que no fue intencional, simplemente no sabía que él era demasiado brillante para mí.

Desconocía por completo lo que conllevaba amar y ser amado. Podía sentir la felicidad y la dicha, pero jamás entendí el significado de cuidarlo y preservarlo, hasta que fue demasiado tarde. Algo importante que ambos pasamos por alto, fue el hablar y escucharnos. Él era joven y yo aprendía de él.

Eren, era una buena persona, aunque yo fuera malo con él, no dejó de sonreírme. Su sincera mirada se mantuvo insistente, declaraba que me amaría sin importar lo mucho que intentara alejarlo.

Un Amor En Agonía [ERERI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora