En esa habitación solamente se podían escuchar los suaves quejidos que ese pequeño ángel descarrilado soltaba, con tanto pesar que hasta daba angustia escucharle. Lloraba mientras se hundía en su miseria, sin poder dar la cara como se suponía, debía hacer, no podía abrir su boca desde hace días debido a la vergüenza que le recorría por haber desobedecido a las palabras del Señor con tanto descaro, no podía decir que estaba arrepentido porque esa era la primera frase que mandaba a todos al infierno en menos de lo esperado.
Arrepentirse de eso no era una opción, pero ya todos sus conocidos estaban preocupándose por él porque llevaba días sin hablar, sin levantar la cara del suelo. Le miraban de reojo cuando su lengua se enredaba al rezar, como temblaba al caminar por los pasillos, sin usar sus alas que se mantenían extrañamente, recogidas sobre su espalda. Todos sabían que él era un ángel curioso, de esos que siempre se la pasaban revoloteando por todos lados buscando qué hacer para quitarse el aburrimiento momentáneo que como joven, sentía. Iba de un lado al otro con grandes sonrisas en su rostro y ojos brillantes mirándolo todo, no estaba de más sentirse extrañado.
Seonghwa no era de ese modo, algo le había pasado y todos estaban seguros de eso cuando cinco días después, el ángel de cabellos negros no se dignó a salir de su habitación por horas, saliendo de ésta cuando alguien llamaba a la puerta, con su carita hinchada y ojitos tristes, una expresión que denotaba tranquilidad fingida y manos que temblaban completamente apretadas en puños. Nadie lo sabía, solamente él y así debía ser, pero; ¿Podría guardar un secreto, con sus alas siendo las primeras en traicionarle?
Nada duraba para siempre, Seonghwa tenía muy en claro que no podría quedarse encerrado en su habitación por mucho tiempo, él era esencial para todos, útil.
Había manchado su alma con ese acto tan sucio, había hecho que su existencia pura se viera perdida por culpa de la ignorancia que le cegó en su momento, estaba arrepentido, sí, pero nadie le creería. Pensar en lo humillante que sería escuchar su propia condena en alta voz, lo que había hecho, le daban ganas de arrancarse el cabello por la frustración que eso le causaba.
Sus plumas se iban envolviendo, una a una, con el pasar de los días, de un tono grisáceo que marcaba su cuerpo y alma con el pecado, Seonghwa hizo lo posible porque no se siguiera presentando el color impropio de sus hermosas plumas blancas. Cortando la primera que se coloreó con unas tijeras porque no tenía el valor para arrancarla... Pero eso no sirvió de nada, al otro día tenía otras dos que le hacían perder la razón, lloró por horas que no pudo contar sin tener noción ni de sus pensamientos, ni nada en realidad.
Se sentía sucio, y lo estaba. Ese momento que le había marcado, por mucho que quisiera olvidarlo, no se esfumaba. Él quería hacerlo, pero su tonta cabeza no le ayudaba.
Las manos sobre su cuerpo, los labios besándole la piel suavemente y con calidez, haciéndole suspirar y ansiar porque hiciera algo más. El simple hecho de haberse dejado llevar por esas sonrisas que le dio fue algo que le hizo estremecer completo, y teniendo muy bien entendido que eso estaba mal, con una seña, una palabra, él desechó sus conocimientos; tiró a la basura todos sus años sirviendo y siendo un ángel ejemplar que todos querían y apreciaban... Seonghwa cayó entre las garras de un demonio, perdió lo que le hacía puro e inocente.
No podía creerlo aunque hubiese sido él quien se entregó sin contemplaciones, pensando en lo malo que eso sería pero sin parar, sin gritar una negación, nada.
Seonghwa pensó en su momento que quizás eso era una prueba de Dios, y lloró como un bebé cuando se dio cuenta que había fallado completamente.
Su curiosidad era algo que debía controlar, eso se lo decían mucho los ángeles que se encargaban de cuidar las puertas del Palacio, eran mayores, tenían experiencias sobre la vida y una que otras veces le contaban cuando tenían el supuesto privilegio de ir a la tierra, en donde los humanos habitaban, para protegerlos por algún mal como una enfermedad o muchas cosas más. Seonghwa tenía entendido que la tierra era un lugar inhóspito, en donde ocurrían muchas cosas.
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⌗ LUST ‹
Short StoryCuando las plumas de sus alas se fueron tornando paulatinamente grises, supo que su estadía en el cielo no duraría mucho tiempo. Eso le llenaba de temor, Seonghwa era un cobarde pero también un pobre ingenuo que se dejó engatusar por los encantos de...