SINOPSIS

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La rubia tomó la medalla entre sus manos y miles de recuerdos vinieron a su mente. Ese primer puesto era tan insignificante al lado de todo lo que había perdido esa misma tarde.

《Simón la tomó por la cintura y la miró fijo a los ojos. A través de ellos podía ver todo el deseo por parte del chico y unas ganas incontrolables de besarlo la atacaron. Y así lo hicieron, uniéndose de esta manera a aquel primer beso que iba a unirlo para siempre, en cuerpo y alma.

Siguieron así, besándose sin control y notando como la temperatura de aquel encuentro iba subiendo poco a poco.

Simón bajó lentamente sus manos por la espalda de la joven y cuando llegó a su trasero lo presionó levemente. A la rubia se le escapó un pequeño gemido ante aquel contacto y eso fue suficiente para que el mexicano se encendiera por dentro.

La cargó sobre su cintura y ella cruzó sus piernas sobre esta para no caerse, mientras al simultáneo profundizaba el beso atrayendolo por su cuello. Siguió besándola y de un solo movimiento le quitó la blusa.

A ninguno de los dos le dio vergüenza tal acción, no después de lo que ambos tenían planeado para esa noche. La argentina se separó de los labios del joven para poder respirar y al hacerlo clavó su mirada en la de él.

—Simón...

Reprimió sus palabras antes de soltarlas. Pues lo que tenía pensado decir parecía un poco apresurado para aquel momento. Apenas estaba empezando a descubrirlo, no podía soltarle a la primera que creía estar enamorada de él.

—¿Qué sucede, pequeña?.— susurró Simón al notar que la joven no seguía.

Ámbar lo pensó. Era demasiado pronto y no quería espantarlo, no después de todas las sensaciones bonitas que le transmitía.

—Nada, olvídalo.— volvió a besarlo y Simón prefirió pasar por alto aquello.

Caminó con ella hasta la cama de Ámbar no sin antes cerrar la puerta con seguro. Tenían mucha suerte de que nadie estuviera en la mansión, incluyendo al personal, pero por si acaso no estaba de más cerrar la puerta.

Lo que al llegar había enfadado a Ámbar, ahora resultaba ser lo mejor que pudo haberle pasado. Iba a entregarse por primera vez a alguien y estaba totalmente convencida y segura de que quería que fuera Simón.

Lo que sentía por aquel chico crecía más y más en cuanto el tiempo iba pasando. Era imposible no sentirse tan increíblemente bien cuando lo tenía cerca. No sabía en qué momento su plan perfecto se había convertido en una historia de amor pero no le disgustaba para nada. Es más, por primera vez en su vida se sentía plena y amada. Por primera vez Ámbar comenzaba a ver el mundo de otra manera. Y a diferencia de antes ahora podía saber lo que era la esperanza. Simón la ayudaba a encontrarse con su verdadero yo, y eso a la joven le fascina.

Tomó la remera del guitarrista y la subió por todo su torso hasta deshacerse de ella. Dejando de esta manera, un Simón encuerado ante sus ojos. Lo examinó y mordió su labio inferior al notar todo lo que el joven escondía debajo de aquella remera.

Simón prosiguió a besarle el cuello y con mucha cautela la dejó sobre la cama. Ahora si podría admirarla mejor. La examinó igual que ella había hecho con él y seguido de eso comenzó a repartir pequeños besos por todo su cuerpo. Ámbar disfrutaba de aquel contacto y reprimía pequeños gemidos mordiendo su labio inferior.

En un movimiento veloz, Ámbar se escabullo de aquellos besos, quedando ella sobre él y tomando el control. Simón le hacía bien.》

Simón apareció por la puerta del camarín de los Slider y se paró a observarla un momento. Le dolía tanto sentirla tan suya y a la vez tan ajena. Aún no podía entender como esa chica era la misma que el había llegado a amar hace un tiempo atrás.

《No podían parar de besarse. Era inevitable y tan necesario como respirar.

El joven se posicionó justo sobre ella y le besó dulcemente los hombros. Quería tenerla solo para él, así, siempre. Lentamente se deshizo de sus bóxer y miró fijamente a la rubia, quien ya yacía completamente desnuda para él. De esa manera le pidió permiso para poder entrar en ella y realizar lo que tanto anhelaba. La rubia lo besó en señal de aprobación, y este se lo correspondió gustoso.

Se acomodó entre las piernas de la joven y lentamente introdujo su crecido miembro en el interior de la chica. Esta pegó un pequeño gritito de dolor, lo cual hizo que el mexicano se alterara y frenara. Le besó una mejilla y observó cómo la rubia mantenía sus ojos cerrados tratando de reprimir aquel dolor.

Luego de unos segundos Ámbar retomó la acción realizando pequeños movimientos circulares sobre el miembro de Simón, acostumbrándose a tenerlo dentro de ella y comenzando a disfrutar de aquello. Simón, por su parte, también comenzó a moverse, y juntos se proporcionaban placer el uno al otro. Gemían sin control alguno. Se sentían tan uno que asustaba.

El joven ya no tenía dudas, estaba hipnotizado con la perfección de su amiga y seguro de demostrarle que lo que ellos tenían era verdadero. Quería demostrarle que si había un final feliz para ella después de todas las penurias que había vivido.

Por primera vez sentía que podía respirar tranquilo. Al fin sentía que cada sentimiento que irradiaba era correspondido. Se sentía amado por la enemiga de su mejor amiga y le encantaba. Jamás se hubiera imaginado que luego de esa noche cada pedazo de su corazón se caería poco a poco.》

Borró aquel recuerdo de su cabeza y caminó furioso al encuentro de la chica. Ya no se permitiría sentirse tan vulnerable frente a ella.

—Felicidades por el premio, ganaste... es lo que querías ¿no?— habló sínico.

—Es lo que todos quieren, pero no todos lo logran.

—Yo no estoy seguro si eso es ganar.— La joven rio frívola y preguntó.

—¿A no? ¿Y qué es ganar para vos?

—Algo muy diferente...— contestó —Ganaste el premio ¿no? pero me perdiste a mi, perdiste a tus amigos, la confianza de un montón de personas.— rio burlón —Si de verdad para ti eso es ganar, felicidades.— aplaudió para luego añadir —Disfrútalo.

El joven mexicano dio media vuelta y se alejó de aquel lugar, intentado dejar atrás cada cosa que le recordará a la rubia. Quería borrar de su mente cada detalle de su cuerpo. Quería odiarla por haberlo utilizado, pero al contrario de eso lo único que sentía eran ganas de volver a tenerla entre sus brazos, de volver a besarla y de amarla de la manera en que la amo aquella noche.

Aquella noche donde todo había cambiado para ambos, y ellos lo sabrían mucho tiempo después. Se habían entregado al amor sin pudor alguno, y de esta forma se habían vuelto uno mismo, para siempre.

MIO (Simbar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora