Absolutamente todo lo que me relacionaba con el Roller había acabado en el preciso instante que la competencia había terminado.
Juliana me odiaba incluso más que antes y los chicos jamás me perdonarían tal cosa. La mirada de Simón lo decía todo, lo había perdido para siempre.
Luego de escucharlo tan decepcionado de mi decidi ir directo a la mansion. Ya no soportaba el hecho de intentar estar bien cuando en realidad era todo lo contrario.
Llegué a la mansión luego de la competencia y no encontré a nadie en ella. Decidí subir a mi habitación y esconderme de los gritos de felicidad que pegarían todo al regresar a la mansión ante la noticia de descubrir que Luna era la verdadera Sol Benson. Después de todo Alfredo había recuperado a su nieta, y Luna y su familia por derecho habían heredado una fortuna. En cambio yo, además de perderlo todo en la pista también había perdido a mi abuelo y la fortuna que nunca había sido mía.
Me encerré en aquel cuarto y me tiré encima la cama sin desmaquillarme.
Mi vida apestaba y lo peor de todo es que no tenía a nadie que pudiera comprenderme.
Comencé a sollozar en silencio y hundí cada una de mis lágrimas sobre la almohada de mi cuarto. No tarde mucho en caer en un profundo sueño del cual me vi obligada a despertar luego de los golpes que provenían de abajo.
Me senté en la cama y logré identificar las voces de Alfredo y Luna. Estaban muy felices y cualquiera envidiaria ese grado de felicidad.
Cosas como estas hacían que mi vida ya no tuviera sentido. Ellos lo tenían todo y yo... no tenía nada.
Tres golpes en la puerta de mi habitación me descolocaron por completo. Y al hablar me di cuenta de lo mal que me encontraba.
—Pase.— contesté con la voz quebrada.
La persona detrás de la puerta entró sigilosamente y me sonrió desde allí.
—Ámbar ¿Podemos hablar?
Intenté reprimir el llanto que amenazaba por salir y respondí forzando una sonrisa.
—Si, abuelo, pasa.
Me dolía tanto saber que tal vez esta sea la última vez que lo llame así.
—¿Que haces acá, abuelo? ¿Cuando llegaste?.— me hice la desentendida.
El se acercó a mi cama y tomó asiento justo frente mio.
Él me sonrió y besó mi frente.
—Eso es lo de menos.— contestó —Vine a hablar de algo muy importante. Ámbar, lo que voy a contarte es algo realmente complicado, así que necesito que me prestes mucha atención.
No necesitaba prestarle ni la más mínima atención, sabía lo que estaba a punto de contarme y mucho más de lo que me gustaría.
—Yo también.— contesté pareciendo estar feliz y tratando de desviar el tema —Me presente en la competencia con los Slider y ganamos.— comenté.
Él me sonrió y palmeo mi mano.
—Me alegro mucho por vos, mi niña.
—Gracias, abu.
—No hay nada que agradecer pero de verdad quiero que hablemos de algo que tiene que ver con tu pasado y el de Luna.
—¿Que? no entiendo. ¿Qué tiene que ver Luna conmigo?.— lo mire intentando actuar lo mas disimulada posible y él tomo mis manos con cuidado creyendo que de esa forma todo el dolor que sentía por dentro desaparecería.
Don Alfredo respiró hondo y luego me miró fijo.
—No sos Sol Benson.— tantas veces había escuchado eso y ninguna me había dolido tanto como esta -Sharon nos mintió a todos, ella te hizo pasar por su sobrina para ocultarnos quien en verdad era y así no perder su fortuna.
Yo me hice la sorprendida e involuntariamente una lágrima rodó por mi mejilla.
Él me miro expectante por unos segundos hasta que por fin logre contener mi nudo en la garganta y así poder hablar.
—¿Y ya saben quien es?
Alfredo limpio mi lágrima y acarició mi mejilla cariñosamente. Envidiaba tanto a Luna por tener un abuelo así.
—Luna.
Cerré los ojos intentando aguantar la rabia. Ese nombre me traía tanta mala suerte.
—¿Entonces yo quien soy?
—Vos sos Ámbar Smith, la hija adoptiva de mi hija Sharon y, por lo tanto, la prima de Luna y mi nieta.
Negué repetidas veces. Era como si me lo estuvieran contanto por primera vez, sin actuación y experimentando sentimientos que la primer vez no había sentido.
—No puede ser, esto tiene que ser una broma.
Sentí como ahora rodaban por mis mejillas un mar de lágrimas y Alfredo me abrazaba por los hombros.
Lloraba de verdad y para nada eran lágrimas actuadas, todo lo contrario, eran totalmente reales. Lo había perdido todo en cuestión de segundos y recién ahora caía en cuenta de eso.
—Ámbar, hay muchas cosas que van a cambiar pero hay algo que va a seguir igual...— sonrió —... vos seguís siendo mi sol, mi nietita... y tal vez no nos una ningún lazo sanguíneo pero si nos une el cariño y el amor que nos tenemos.— tomó mis manos —Para mi sos mi nieta tanto como lo es Luna y no sólo porque Sharon te haya adoptado, sino porque yo te quiero como tal.
—Pero yo no siento lo mismo.— susurré —Siento que no valgo nada... que mi vida y mi historia no valen nada.
Se acercó más a mi y me abrazó más fuerte.
—Nada va a volver a ser lo mismo en esta familia, pero yo te prometo que este cambio va a ser para bien.
Yo le correspondí el abrazo y continúe llorando junto a él. Llorando por lo que perdí y por lo que nunca había tenido. Llorando porque, a pesar de que estuve de acuerdo, había dejado que jugarán conmigo y con mi identidad. Llorando porque nada volvería a ser lo mismo y yo no podría aguantar eso por mucho tiempo.
Había tocado fondo y ni un milagro podría rescatarme.
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MIO (Simbar)
Teen Fiction¿Qué pasaría si en vez de una salida al cine Ámbar y Simón hayan tenido una cita romántica donde se entregaron a la pasión y al deseo de estar juntos? Esa noche ambos jóvenes se entregaron el uno al otro, luego el se enteró del secreto que los destr...