Capítulo 1

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El camino al pueblo helado llamado "Murnau", se me hace tan eterno. Pronto comenzaré una nueva vida de la cuál estoy muy nerviosa por no saber cómo resultará.

Vengo a este escondido pueblo entre la naturaleza a buscar la paz y tranquilidad que anhela mi alma.

Veo por las ventanas del carro como voy llegando a la cabaña que será mi próxima morada, es una cabaña un poco vieja por su arquitectura, según la dueña tiene 100 años desde su construcción, cuando entro el crujir de la madera es lo primero que me recibe, la chimenea se encuentra en la sala de estar despertando aquellos recuerdos que deseo olvidar, muevo mi cabeza para lograr apartar los cosa que funciona y agradezco mucho, sigo observando el interior de la cabaña notando que las fotos que me mandó la dueña no le hacen justicia a tan magistral escenario. La cocina no es tan grande ni tan pequeña pero tiene el tamaño suficiente para poder desenvolverme y poder preparar mis preciados dotes culinarios. Subo las escaleras y el crujir de la madera vuelve a ser acto de presencia, la escalera me conduce al piso inferior dónde se encuentran 2 cuartos y un baño.

La habitación principal es del tamaño perfecto para mí, tiene un guardaropas enorme, una habitación donde se encuentra el baño y al otro extremo de este se encuentra la ducha, tiene una ventana que da al exterior. Simplemente está habitación es perfecta para mí.

La otra habitación es más pequeña y no tiene una habitación con baño ni ducha, tiene una ventana un poco diminuta, pero está bien no es como que alguien fuera a vivir conmigo.

Ordenó un poco las cosas que llevaba conmigo en mi carro, la cabaña ya estaba limpia cuando vine cosa que agradezco por qué no deseo encontrarme algún animal raro por aquí. El camión de la mudanza no tarda en llegar con todas las cosas que hacían falta y los chicos de la mudanza me ayudan ordenando los muebles, ahí después los acomodaré a mi gusto, al cabo de media hora los chicos se van y quedó yo sola.

Esto de vivir sola en un pueblo del que no conozco mucho su historia, pero supongo que algún pueblo alegre ha de ser.

El timbre de la puerta resuena por toda la casa, bajo las escaleras y corro a atender a mi nueva visita, cuando abro la puerta aparece en mi campo de visión una señora ya de avanzada edad, se mira amable así que la saludo con cortesía.

-Hola, mi nombre es Sheylan y soy nueva en Murnau- digo con un poco de nerviosismo por qué no quiero tener problemas con nadie en esta nueva vida que recién empiezo.

-Hola hija, mi nombre es Reynat y mi familia es una de las que podría decirse así una de las co-fundadoras de este pueblo, es un gusto que nueva gente se mudé a este sitio alejado del bullicio de la ciudad, quise darte la bienvenida a Murnau, sé que es un pueblo muy poco conocido y estoy dispuesta a darte un recorrido y hablarte un poco de Murnau-.

-Estaría encantada de que me hablara de este bello pueblo, ya que pienso vivir aquí por mucho tiempo.

- Si te apetece ir ahora no es problema, te ofrecería ir más tarde y darte tiempo a qué te acomodes pero el invierno ya está próximo y los vientos se ponen un poco más helados.

- Si claro, podemos ir ahora, solo deme tiempo de ir por mi bolso y las llaves- corro a mi habitación a buscar mi bolso, encontrando lo en la cama junto con las llaves, meto las llaves junto con una libreta con una pluma suponiendo que la señora Reynat me dará direccione y no deseo perderme.

Salgo con la señora Reynat de la casa, asegurándome de que la puerta quedé bien cerrada, el bosque está un poco retirado del pueblo pero se ve a simple vista la densa niebla que lo rodea.

- El bosque siempre ha estado así no importando la estación climática en la que nos encontremos, es un espectáculo natural para los turistas- dice la señora Reynat.

Según ella nos dirigimos al museo del pueblo y mi emoción es tanta ya que será mi primera vez visitando un museo, el camino hacía el museo se me hace un poco retirado de dónde vivo pero no impide que lo venga a visitar cuando desee distraer mi mente.

El museo de Murnau, es un poco colonial, sus puertas son de cristales y en el centro del techo se encuentra un candelabro elegantemente colgado justo a la perfección, observo tantos cuadros acerca de algunos centros populares de Murnau, su lago, las cabañas más antiguas, los fundadores todo lo exótico del pueblo está plasmado en cuadros en el museo.

La señora Reynat me explica cada cuadro y un poco acerca del autor y lo que más me sorprende es que la mayoría de los cuadros los pintó la misma persona el señor Anton Meyer.

- Él fue un señor muy solitario, pero su porte y belleza lo hicieron ser codiciado por las señoritas del pueblo, nunca tuvo esposa o eso se dice, pero en muy pocas ocasiones se veía la silueta de un niño en sus ventanales, cuando le preguntaban acerca del infante decía que eran suposiciones de la gente, pero nunca se confirmo que tuviera un hijo, cuando él murió dicen algunos presentes que un hombre de negro se encontraba a los lejos viendo el entierro del señor Meyer- finalizó la señora Reynat acerca del pintor

- ¿De que murió el señor Meyer?- la espinita de la curiosidad me pico ante tal relato que recién había escuchado.

- Mucho cuidado señorita Sheylan, a quién le hace esa pregunta, el tema de la muerte del señor Anton Meyer es muy respetado aquí, su deceso fue un misterio, se dice que fue al bosque a buscar inspiración y que le dió un infarto fulminante, el motivo del infarto no se sabe porque según su médico de cabecera el señor Meyer se encontraba en perfectas condiciones.

Decidí no preguntar más, pues respetaba la memoria de los difuntos y seguí el recorrido, captando mi atención un cuadro sumamente misterioso y a la vez cautivador. Era una pintura con la imagen de un niño tan blanco como la nieve Y con unos ojos del color más negro que la noche al igual que su cabello, su rostro tenía algo que te impedía apartar la mirada de tal pintura e incluso pareciera que te siguiera con la mirada.

- El mismísimo lucifer, no se crea niña Sheylan, el señor Meyer fue un hombre muy creativo cuando hizo esa pintura nunca se supo el origen de tal inspiración para pintar a ese niño, algunos decían que era el niño que se observaba en los ventanales de su casa, pero han pasado 100 años de la muerte del señor Meter y no se ha vuelto a saber nada de ese niño, incluso algunos creen que fueron puras fantasías de los que hablaron acerca de la existencia de ese niño.

- Se ve como si fuera un niño fuera de este mundo, su rostro no te permite quitar la mirada de él y eso hace que no puedas ver los otros detalles de la pintura.

- ¿Usted cree que en realidad haya existido tal niño?-, Cuando termine de decir la pregunta sentí un escalofrío recorrer mi espalda y sentir la sensación de alguien observardonos a lo lejos pero a la misma vez tan cerca.

- En realidad no lo sé, mi mamá nos contaba esos sucesos a mis hermanos y a mí, decía que todo esto paso cuando ella era una niña, este relato ha pasado de generaciones en generaciones y así supongo que quedará. Por cierto, hija ¿a qué te dedicas?

- Soy escritora, señora Reynat y vine aquí para buscar inspiración para mi primer libro.

Entre relatos acerca del pueblo y platicas amenas nos llegó la noche y fue cuando decidimos cada una volver a nuestras respectivas casas, no sin antes la señora Reynat abrirme las puertas de su casa.

Cuando llegue a casa me prepare una taza de café y encendí el fuego de la chimenea, abrí el libro "El perfume" y me perdí entre sus hojas, después de 3 horas mi cuerpo pedía descanso y me fui a la cama cayendo en los brazos de Morfeo.


Nota: está es mi primera historia, pueden sentirse en el completo derecho de votar y corregirme en algo que ustedes deseen, los quiero mucho.

Lo que el amor no pudo salvarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora