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Cuando llené mi casa de todos los manjares existentes en la tierra,
mí alma se desvanecia por probar lo prohibido de su tierra...
Nada me lo impedia,
porqué a nada yo le creía,
me arroje hacia la puerta y fui frenada al saber  que había por primera  vez un vampiro en la cuidad.

Obsesionada con la idea me acerqué,
y me acerqué tanto que pude ver,
qué  el infierno es capaz de habitar la tierra y la tierra capaz de ser el cielo colmado de demonios destruyendo la.

La llanura de mi ser,
merodeba la llenura de su propia sed,
y un intento del mismo sentido del querer,
Caí en la garras de aquel ser
Sin medir acción ni consecuencia
Caí en su red.

            Castillos olvidados
           
Aún recuerdo la primera vez que vi el sol,
Recuerdo la dulce mañana al despertar
Y observar la pequeña abeja pasando de flor en flor,
Recolectando néctar,
impregnando su olor.

Viaje por el tiempo entre los pueblos y ciudades,
Estuve en guerras donde la sangre de la tinta teñía  la historia vivida,
Pero nunca moría.

Recuerdo llegar al castillo,
Limpiar recuerdos entre la humedad y libros no leídos,
Mirando entre las ventanas llenas de polvo, y telarañas,
Mucho abrigos,
mucho espacio entre el pequeño vacío mío.

Pensaba en la sangre de los queridos,
Aquellos que ya hacían fallecidos,
Estando eternamente en el castigo de la vida,
Donde sólo quedaba en la memoria de todo lo perdido.

¿Alguna vez soñaste conmigo?
En las historias que te contaban de niño,
Sobre aquel que se alimentaba de sangre
Y solo tal vez la luz era un alarde.

Ahora viviendo en esta ciudad, como un vampiro,
No se si seré recordado, pero puedo ver la tinta plasmada que me podrá llevar a tu eternidad.

—El que escribe

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