Al día siguiente
Las horas pasaron con lentitud, ¿O era sólo los inciertos momentos de desasosiego interno que le daban esa sensación? Podría ser también, más que nada a que todo le parecía ir más despacio debido a su longeva vida. Así sólo lograba darle nombre, pues no estaba seguro del todo de lo que le pasaba. Una punzada lastimera en su pecho y un sentimiento de soledad con bastante aburrición era lo que se asemejaba cuando el añoro por su padre le invadía, al menos así podía estar un poco más seguro de lo que le pasaba o al menos dar cierto parecido.
Quizá podía arribar con claridad para sí mismo si se lo permitía, pero, por otro lado, temía de otra posible razón de ese sentir tan desagradable.
Toda la noche se había mantenido con los orbes carmesí fijos iluminándose ante la luz platinada, no evitando rememorar un par de inocentes ojos verdeceos y mejillas coloradas, pensaba demasiado y a veces llegaba a dolerle la cabeza. Incluso no llegaba o se atrevía a decirle del todo a sus allegados de lo que había descubierto o experimentado completamente en su vigía en el castillo de Dio.
Incluso la carne humana que antes engullía como un total salvaje y con mucho desespero ya no la disfrutaba como antes, de ver a sus compañeros y a su vez su nueva familia, comer aquello le daba una sensación de tristeza o quizá algo similar a la traición.
Necesitaba despejarse, eso no le hacía bien y sentía sus fuerzas perderse. Debía hallar una forma para volver a ser el de antes, pues para colmo, los demás no eran ciegos y sabían bien o al menos intuían que él no se encontraba bien.
Hasta amagaron con ir al castillo de su padre a buscar o matar si era necesario, por algo que le ayude al rubio que ellos querían, a Giorno.
Aquello lo descolocó y lo preocupó, claro no iba a mencionar nada sobre la niña de orbes peligrosos, así como Dio, él no permitiría que alguien más se dé cuenta de su existencia, aun con los seres que más confiaba.
Sólo él y su padre podían, aunque este último no tenga idea de la cercanía que llegó a tener con ella, ¿Verdad? No obstante, ¿En serio seguía importándole? No negaba lo increíble que fue tenerla tan cerca aun cuando no hubo una interacción tan directa, aun con los anteriores deseos de saborear la calidez de su sangre, no se permitió matarla y experimentó algo más allá de odio y celos. Al contrario, hasta llegó a salvarla de aquella bruja en medio del bosque, para después secarla debido a la lluvia y acobijarla con ternura. Recordando ese suceso del que parecía no haber estado consciente de lo que hacía, un vació en el estómago lo asaltó.
¿Qué había hecho ella en él?
Inclusive y sin querer, pareciera que entendía un poco la obsesión de su padre y eso le había asustado, ella realmente le había ganado sin siquiera saber de su presencia.
Pero él no era Dio, no caería ante eso.
Él simplemente, no estaba hecho para eso.
Era mejor alejarse, de igual forma, era una humana a fin de cuentas y conociendo a su padre, ella seria de esa naturaleza siempre. Jolyne no viviría por siempre y a comparación de ellos, la pequeña aun siendo de esa descendencia tan especial, era de una existencia tan efímera como el de un parpadeo.
Ahora y desde que decidió dejarla segura y tranquila en aquella habitación dorada que antes fue suya, sólo viviría en sus recuerdos y en sus sueños. En su actual vida no estará nunca más presente, sí, así lo decidió.
El viento meció sus cabellos, ese tacto tan delicado fue lo que lo sacó de su largo pensamiento, como también en ese instante se reprochaba a sí mismo por antes haberse prometido no indagar más en ello. Que un pequeño dolor en la cabeza amenazaba con nacerle.
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Ojos Míos (GiornoxJolyne)
FanfictionEl odio y deseo de sangre fue apaciguado en cuanto vio aquellos ojos llameantes. Ahora esa niña y sus luceros los proclamaba como suyos. Nada ni nadie los separaría y si alguien se atrevía atentar contra ese deseo, lo mataría sin dudar de la manera...