Solo en la oscuridad

Parte III - Ocaso

La habitación del hospital está silenciosa,  Dean duerme profundamente mientras Castiel, sentado en el sillón de al lado de la cama sujeta la mano de su novio. Intenta leer una revista para distraer la mente, pero no deja de mirar a Dean a cada momento. 
Hace varias horas que ha anochecido y solo les ilumina la luz de un aplique que hay encima de la cama.
Sam cabecea en otro sillón mientras finge mirar la tele sin sonido de la pared del cuarto. Apoyado en una de sus manos, da tal cabezazo que casi se cae del asiento, entonces carraspea y dice algo adormilado:

—Voy a buscar algo de café.
—Deberías dormir un poco, Sam. — Dice Castiel en voz baja.
—No puedo, ¿Y si él despierta?
—Estoy igual…
—Por eso, necesitamos café, y mucho.—Contesta Sam levantándose de la silla.

Sam sale de la habitación y Castiel se queda a solas con Dean. Suelta la revista y le coge con la mano que le quedaba libre la que ya sostenía y dice:

—Dean, no sé si me oyes, pero por favor, despierta, llevas mucho tiempo dormido. Por favor, vuelve conmigo.

Le acaricia un poco el cabello con mucho cuidado y le mira con tristeza. 

Pasa un rato largo en absoluto silencio hasta que Dean se menea ligeramente en la cama.
Castiel observa a Dean con esperanza de que este se despierte.
Cuando Dean abre los ojos, lo primero que ve es la habitación, se siente aturdido y muy cansado, como si en vez de dormir hubiera estado corriendo horas. El muchacho mira rápidamente a su alrededor para buscar a Castiel. El cual, al ver a Dean despertarse se alegra muchísimo y lo abraza impulsivamente.

—¡Cas!— Dice este aún aturdido pero contento — Dime por favor que esto es la realidad.
—Sí, al fin estás despierto, y no sabes cuánto me alegro.

Dean besa los labios de Castiel y le abraza más fuerte. Realmente se siente feliz de estar despierto, está aún algo confuso y asustado por lo que ha estado pasando, pero el calor del cuerpo de su novio le reconforta bastante.

—Sí que se siente como si estuviera despierto. Además, ahora recuerdo con claridad todo, a ti, a Sam. Hasta mi niñez...
—¿Quieres contarme qué ha pasado mientras dormías?

Dean asiente con la cabeza, Castiel sin soltar las manos se sienta en la cama y escucha como este le cuenta todo lo que ha vivido con Memoro, cómo olvidaba todo en un sueño con un falso caso… Le comenta lo desesperado y solo que se sentía mientras Castiel le escucha con total atención. 

—Todo ha acabado, pronto volveremos a casa. 
—A casa, eso estará bien… Pero… Tengo aún una mala sensación, de que algo va a pasar.

Sam entra con un par de cafés a la habitación y al ver a su hermano despierto, deja lo más rápido que puede los vasos en la mesa y corre hasta la cama. Castiel se aparta un poco y los hermanos se abrazan fuertemente.

—Menuda siesta te has dado—Dice el hermano pequeño bromeando. 
—Yo también me alegro de verte, Sammy. 

Ambos se ríen un poco y se separan. 

—¿Cuánto tiempo he dormido? No me ha dado tiempo a preguntarle a Cas.
—Casi dos días enteros, no sabíamos muy bien que hacer, solo estar aquí. 
—Le he vencido, Memoro es historia, pude recordar al final todo y eso le destruyó. 
—¡Entonces los demás deben estar despertando también!—Contesta Sam muy alegre.
—Sí, deberían.

Dean se levanta de la cama, y aunque Castiel y Sam le dicen que lo mismo debería descansar algo más, él insiste en que ya ha dormido bastante. Así que se viste con su ropa de calle y sale con ellos dos del cuarto. 
En el hospital hay bastante movimiento, puesto que todas las personas que estaban en coma realmente están despertando uno tras otro. 

—Parece que realmente lo he conseguido —Dice Dean orgulloso. 

Se acercan a la sala donde estaban  y cuando ven que todos están despiertos menos uno, les sorprende bastante. Un hombre de mediana edad sigue en coma, por lo que les han comentado estos días, él fue el primero que cayó en ese estado. Dean se acerca a él para mirarle y dice:

—¿Por qué él no despierta? ¿Qué le sucede?

Dean le coge el brazo para comprobar sus constantes y al tocarlo, el hombre abre los ojos rápidamente. Estos son completamente negros, símbolo de que un demonio o ente oscuro lo ha poseído. Dean se aparta rápidamente mientras el hombre se incorpora de la cama muy rápidamente. 

—¿Creías que era tan fácil vencerme? Admito que me vi a punto de desaparecer— Dice mientras camina hacia ellos tres. —Pero momentos desesperados requieren medidas desesperadas y me he aferrado a este pobre mortal. 
—¡Memoro, te vencí una vez y puedo volver a hacerlo! Libera a este hombre. 
—Estos humanos, sois tan patéticos… Como este tipo, por ejemplo, su vida es tan aburrida y monótona que no tiene la menor intención de despertar.  
—¡Ese no es motivo para tenerlo retenido en contra de su voluntad! — Dice Castiel algo molesto.

Dean sonríe y dice:

—Siempre tan amable, Cas.  Por favor, dejadme este asunto a mi, me intentó quitar lo que más quiero y … ¡Va a recibir su merecido!
—Pero Dean— Contesta Castiel preocupado.

Sam mira a Castiel y niega con la cabeza.

—Estaremos aquí por si nos necesita, pero entiende que es algo que quiere resolver él. 

Castiel asiente algo frustrado, busca en su gabardina y le lanza a Dean una daga de ángel, tras eso se aparta un poco.

—¡Huy, tu novio ex-ángel te da un cuchillito, que miedo me da!—Dice irónico. 

Dean le mira divertido y le ataca con rapidez. Memoro logra esquivar pero el filo de la daga le hace un corte en la cara.

—¿Qué es esto? ¿Por qué puedes herirme?
—Como se nota que nunca has salido de tu mundo, estás en un cuerpo humano y ahora no eres inmaterial. Por lo tanto puedo herirte. Bienvenido al mundo real.
—¡Dañarás a este pobre patético! ¿Puedes hacerlo?
—He hecho esto cientos de veces, sé de sobra cómo matarte sin que el humano reciba casi daño. 

Memoro se pone muy nervioso e intenta atacar a Dean con mucha torpeza, Dean aprovecha las dudas del demonio y le pega varios golpes rápidos en el costado, este dolorido, cae al suelo y dice:

—Déjame ir, no volveré a molestar a los humanos que no desean caer en coma.
—¿Quién es el patético ahora? Lo siento, Memoro…

Dean le clava la daga en un brazo y continúa hablando:

—Pero no te creo en absoluto. 

Luces, viento y humo envuelven a Dean y al hombre del suelo mientras Memoro desaparece lento pero definitivamente. 

—Ha acabado… Ahora sí.

El hombre,  unos instantes después al fin despierta y Dean le ayuda a volver a su cama. El pobre está muy aturdido y no entiende qué ha pasado.

—No te preocupes, estás en un hospital, cuidarán de ti.
—Pero yo… No logro recordar cómo llegué aquí, estaba en la tienda trabajando y todo fue oscuridad. 
—De verdad, todo irá mejor ahora.
—Estaba soñando que pescaba en un lago, pero parece que todo era un sueño, además no recordaba ni quien era, el lago cada vez era más oscuro,  lo veo tan nítido, parecía verdad. —Dice el hombre muy confuso. 
—Te creo, he pasado por lo mismo...
—Casi olvido a mis hermanos, quiero verlos más que nada,  viajaré a su ciudad, creo que voy a irme de este lugar y volver con mi familia.
—Eso está bien, la familia es lo mejor— mira un instante a Sam y Castiel y estos sonríen.
—Gracias chico— Dice de nuevo el hombre —No sé qué has hecho, pero me has ayudado a volver aquí.
—No es nada, hombre. Descansa y sigue adelante.

Dean se gira y vuelve con su hermano y su novio. Coge a Castiel de la mano y dice:

—Ahora sí podemos volver a casa. 

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