cloudless

43 7 1
                                    

Dos tazas de café y un plato con muffins fue lo que dejó la mesera en su mesa, ambos le agradecieron con una sonrisa y la vieron partir para seguir atendiendo a los demás clientes que visitaban la cafetería aquella noche.

-Veo que sigues cambiándole el color a tu cabello -Fue lo que dijo Seonghwa para romper el pequeño silencio.

-No tanto, sólo ya no ocupo colores fantasía -Respondió revolviendo una cuchara en su café -Y voy cambiando entre las variedades de castaños.

Park asintió, una sonrisa estirándose en su rostro -Luces muy bien.

-Gracias, es la idea.

Su comentario hizo reír al pelinegro. Había olvidado lo bonita que era su risa. Casi se atrevía a decir que la extrañaba, pero su corazón ya no saltaba enloquecido como antes, ahora sólo dejaba una agradable calidez, pero no tan espectacular.

Y debía admitir que se había vuelto más guapo; sus facciones estaban más marcadas pero aún se veía joven. Y el traje gris le quedaba a la perfección. Al igual que su cabello negro peinado hacia los costados, con unos mechones rozándole la ceja.

Antes podía mirarlo por horas y sólo pensar en llenarle aquel perfecto rostro de besos. Ahora... sólo se veía bien y ya.

Claro, habían pasado seis años. No podía seguir enamorada del mismo chico desde la secundaria.

-¿Tomarás el que viene?

Hyelin se sobresaltó, la desconocida voz de una mujer la devolvió a tierra y le hizo darse cuenta de que ya no estaba en la cafetería, sino en la parada de autobuses.

Notando que la mujer aún la observaba confundida pero expectante, respondió: -Uhh... s-sí, claro.

Ella asintió y estiró su brazo para hacerle una seña al vehículo que se aproximaba, haciendo que este se detuviera en el lugar correspondiente y abriera su puerta.

Hyelin subió detrás de la mayor, pagó su pasaje y se ubicó en el primer asiento libre que encontró; uno solitario hacia la izquierda cerca de la puerta de salida del autobús.

Ya sentada, y sabiendo que tenía como entre diez a quince minutos de viaje, volvió a perderse entre sus pensamientos.

-¿Cómo te ha tratado la vida? -Preguntó ella, tratando de sacarle un tema de conversación.

-Busan estuvo bien, pude terminar la universidad sin ningún problema. Pero... luego de estar trabajando un año en el bufete de abogados de papá decidí que debía venir para acá o terminaría golpeándolo -Negó con la cabeza, dándole un sorbo a su bebida caliente.

-Recuerdo que solían chocar, pero creí que tal vez trabajar juntos los ayudaría...

-Yo también, pero no funcionó. Así que para no empeorar las cosas decidí venir aquí y trabajar en la firma de mi tío -Su expresión seria se desvaneció ante una pequeña risa que lo azotó de repente -Ahora papá y yo nos llevamos excelente.

-Eso es bueno.

-¿Qué me dices de ti? ¿Enseñas inglés a los niños como tanto querías?

Choi arrugó su nariz ante el recuerdo, bajando la mirada hacia su taza aún intacta y humeante -No en escuelas; suelo dar clases particulares en verano, pero no es mi labor fija. Trabajo en un salón de estética.

Las cejas del pelinegro se elevaron -¿De verdad? ¿Del mismo del que saliste cuando nos encontramos?

-Ese mismo.

cloudlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora