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A pesar de haber pasado casi todo el día y algo de la noche hablando con Taeyong, su rutina seguía normal como toda entre semana, se encontraba caminando por la misma calle en donde despidió al profesor Johnny y ahí recordó el comportamiento que el ajeno había optado casi al final de su conversación, sintiendo un escalofrío recorrer por su espalda.

— Hombre raro. – Se limitó a decir, apresurando su paso hacia la escuela.

Miró rápidamente la hora en su teléfono, siete con cuarenta y cinco minutos... Huh... Acostumbraba a llegar algo más temprano que eso.

— ¡Maestro Doyoung! – Exclamó Evelyn a lo lejos, todavía en los brazos de su madre. - ¡Maestro Doyoung, buenos días! – La pequeña corrió hacia él y pegó un gran brinco para poder abrazarlo, el contrario correspondió el gesto con una gran sonrisa, sólo sus niños podían hacerle olvidar todas sus distracciones.

— ¡Madrugaste! – Respondió de igual manera, entregándole una caricia en su mejilla, hoy la niña llevaba un broche de mariposa en su cabello negro, se veía preciosa. - ¿Escogiste el broche hoy?

— ¡Sí, mi mami dejó ponérmelo solita! – Una sonrisa con mucho orgullo se presentó en su rostro, Doyoung observó cómo su madre se acercaba a ellos.

— ¡Profesor Doyoung, qué bueno que me lo encuentro! – Saludó la mujer.

— Buenos días mamá de Evelyn. – Mencionó con amabilidad, haciendo una reverencia. - ¿Me necesita para algo? ¿Algo en que pueda ayudarla?

— Hoy tengo que entrar más temprano al trabajo y me preguntaba si había algún problema en dejarla un poco antes, su padre ha ido a trabajar y no hay quien la cuide hasta que sea hora de entrar. – Doyoung asintió sin ningún problema, realmente no le molestaba tener que hacerlo, además, era la mamá que más le agradaba. – Oh, de verdad muchas gracias. – Respondió apenada. - Evelyn, recuérdame que tenemos que darle un regalito al maestro en forma de agradecimiento. ¿Muy bien? – Le susurró a la pequeña, entregándole otro abrazo. – Recuerda que mamá te ama muchísimo, espero que pases un increíble día en la escuela.

Doyoung se inclinó una vez más cuando ella se retiraba, recibiendo un pequeño jalón en su pantalón, prestándole atención a la menor.

— Vamos al salón maestro, tengo una misión secreta que hacer. – Comentó la niña, ganándose la curiosidad del chico.

— ¿Qué clase de misión, Eve? – Preguntó tomando de su mano mientras se dirigía al aula.

— No puedo decirle maestro, no hasta que no lleguemos, porque todos nos van a escuchar. – Insistió.

Aun así, fueran casi los primeros en llegar a la escuela, Doyoung lo respetó, caminando un poco más rápido gracias a Eve, quien comenzaba a trotar de la emoción.

— ¡Abra la puerta, rápido, nos van a ver! – Exclamó entre risillas mientras pegaba saltos en el suelo.

— Eve, no creo que sea ilegal entrar a tu salón de clases. – Comentó carcajeándose por sus ocurrencias, finalmente abriendo la puerta de par en par, dejando entrar a su estudiante a la velocidad de la luz.

— ¡Okey maestro, ahora le diré, pero prometa no decir nada! ¿Hecho? Esto es un secreto entre nosotros. – Doyoung dejó su maletín y termo en su escritorio, para después agacharse hasta su altura y prestar toda su atención.

— Sabes que puedes contar conmigo para lo que desees, Eve. ¿Qué te mantiene tan misteriosa? – Preguntó analizando sus gestos, se le notaba nerviosa y emocionada al mismo tiempo. ¿Qué podía esconder una niña pequeña?

playground @ johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora