York Shin (Parte 1)

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Esperé seis largos meses para volver a reunirme con mis amigos, en especial, añoraba ver a ese chico de pocas palabras. Una cosa que yo sabía, y que, tal vez nadie más, era que, debajo de ese escaparate satírico y estoico, se camuflaba un tierno adolescente de 17 años. Me había acercado más de lo debido a él en distintas ocasiones, pero, la última de esas veces, descubrí que su corazón podía ser el más cálido entre todos los que conozco, incluso, su inocencia está a la par de la de Gon, ese pequeño chico de cabello de puntas verdosas. No puedo evitar lanzar una risita cuando pienso en eso. Kurapika es un chico inexperto en muchísimos aspectos, y yo, adoro eso.

Mi corazón se detuvo cuando lo vi llegar. Su cabello estaba más largo que antes, eso lo hacía lucir más pueril. Sin embargo, sus ojos proyectaban un temperamento de ciclón, cambiante, oscilando en una dirección paralela sin fin. No logro describirlo con exactitud. Sencillamente, su mirada era, diferente. También había cambiado su atuendo, es decir, era un diseño diferente de la antigua moda representativa de su clan, me gustaba. Honestamente, si hubiera decidido utilizar un short verde como el de Gon y una playera al estilo Killua, incluso así, su belleza inherente me habría embelesado.

"Si utilizo mi cadena con alguien que no sea una araña... perderé mi vida."

"Tengo muy buenos amigos"

-¡Maldita sea! ¡cómo se atreve a ser tan contradictorio! – siseó Leorio en voz bastante baja, apretando los dientes. Estaba sentado en un taburete de la habitación del hotel, Killua había partido a espiar y a informarlos acerca de la base de las arañas que Kurapika desea aniquilar con tanto fervor. El rubio vengador había dicho que necesitaba conseguir algunas cosas para la misión, partió con aquella iniciativa. Por otra parte, Gon dijo que tenía que concentrarse lo más posible antes de ponerse en acción y se dirigió a la pacífica azotea de este edificio para meditar. Sinceramente, este plan era inestable, desposeía bases sólidas, los cuatro saltarían sin paracaídas desde un avión en movimiento. Eso es lo que podía concluir el estudiante de medicina sobre la situación que se avecinaba.

De repente, la puerta se abrió. Leorio pensó en primera instancia que sería Gon, fresco y listo para continuar con esta locura. No fue así. Sus ojos temblaron hacia los lados, su corazón se encogió y luego se hinchó, podía percibir sus propios latidos por la fuerza con la que su corazón empezó a bombear la sangre en sus venas.

-Leorio – dijo el chico de cabello dorado, su rostro estaba pálido, tal vez encontrarse con el más alto de sus amigos sin haberlo previsto lo tomó con la guardia baja.

- ¡Sí, soy yo! – dijo Leorio con un tono de voz demasiado alto, intentó que la energía de la onda sonora producida por sus cuerdas vocales le ayudase a ignorar los redobles enérgicos de sus escandalosas pulsaciones. Intento inútil, de todos modos.

-Me sorprendiste, habías dicho que esperarías en el lobby. – externó cerrando la puerta detrás.

-Lo sé, lo sé. Pero, había demasiado ruido allá abajo, así que, decidí ocultarme en las calmadas sombras de la suite. – dijo pasando una de sus manos por sus cabellos negros.

Kurapika no dijo nada después. Caminó y colocó en la mesa una bolsa que cargaba entre sus manos.

A Leorio le llamó la atención el primer aditamento que el rubio extrajo de esa bolsa. -¿Una peluca de mujer? 

Kurapika se volvió hacia el más alto con la peluca en las manos -No encontré otra cosa mejor, pero... - hizo una pausa mientras dio la vuelta para sacar otras cosas de la bolsa de papiro. -Lo usaré con esto, es ropa masculina, no de mujer. – explicó extendiendo el atuendo para que el mayor lo apreciara.

Besar: York ShinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora