Capitulo 1

8 0 0
                                    

                                                           La tierra donde el dolor es visible

Una línea café se extendía a través de un mar de verde.

Era un simple camino hecho de tierra compacta, corriendo de este a oeste en una línea recta.
Estaba rodeado de un pasto que llegaba hasta las rodillas, que se mecía con el viento. No se veía ningún árbol, ni cerca ni lejos.

Una motocicleta se precipitaba hacia el oeste en el medio de la carretera. Era algo brillante con una igualmente brillante y pequeña conductora vestida en cuero negro.

Detrás de la conductora había un reluciente transportador de cromo. Atado al transportador había una bolsa arrugada que destilaba una bocanada de polvo cada vez que la motocicleta caía en un bache.

Debajo de la chaqueta de cuero negro, la conductora era joven y delgada.
En contraste a su juventud había una funda de pistola detrás de su grueso cinturón.

En ella había un arma semiautomática, la agarradera apuntaba hacia arriba y estaba a un fácil alcance.
En su muslo derecho había una segunda funda, ésta conteniendo a un revolver.

El seguro de la funda hacía mucho que se había desintegrado; para evitar que el arma se cayera, ella lo había sujetado con un pedazo de cuerda amarrada al extremo de ambos.
Vestía lo que parecía algún tipo de sombrero de piloto con un ala al frente y solapas alineadas de lana cubriendo sus oídos. Las gafas puestas sobre las solapas de los oídos mantenían al sombrero en su lugar. Debajo de la banda de las gafas, las solapas ondeaban con el viento; la imagen en su espejo retrovisor se veía como un cachorro alegre, pero los ojos detrás de las gafas estaban agotados y un poco desenfocados.

"¿Qué estás pensando, Noelia?" La voz de la motocicleta rompió el hipnótico tamborileo de su motor. "Tienes comida. Deberías comer."

Los ojos de Noelia se aclararon, se afilaron. Echó un vistazo a la motocicleta, luego al camino en donde las paredes exteriores de un pueblo se abrían paso a través de los árboles que la rodeaban.

Diez minutos, ella pensó, máximo.

"Casi llegamos a un pueblo. No quiero usar nuestra reserva de comida si no tengo que." Arrugó su nariz. "La comida de supervivencia sólo debe ser comida como último recurso... como cuando estás cerca de la muerte."

En ese momento, la llanta delantera cayó en un bache en el camino. Noelia perdió el balance y la motocicleta se ladeó peligrosamente.

"¡Maldición !"

"Lo siento, Hermes." Noelia rápidamente regresó al camino y desaceleró.

Honestamente," Hermes murmuró. "Ni siquiera sabemos si hay comida en ese pueblo. ¿Qué planeas hacer si está desierto?"

"Si lo está..."
"¿Si lo está?"
Noelia encogió los hombros. "Entonces lo está."

Noelia paró a Hermes mientras llegaban a la pared exterior del pueblo. Entre ellos y la pared había una alcantarilla con un puente levadizo sobre ella, como un foso defensivo medieval. Un diminuto foso. Ella notó un pequeño edificio justo a un lado del puente – una choza de guardia, quizá – y desmontó, aunque de forma desequilibrada.

Soltó el manubrio y partió hacia el edificio... sin bajar el soporte. Hermes se tambaleó con un chirrido de sorpresa. Noelia se dio la vuelta y tomo el manubrio, pero éste solo dio vuelta en sus manos y la motocicleta cayó completamente a la izquierda.

El gimió como un niño herido. "¡Mira lo que has hecho! ¡Me dejaste caer! ¡No me puedo levantar,

Noelia! ¡Levántame! Oh, esto va a hacer pedazos mi trabajo de pintura."

El viaje de NoeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora