Entrelazamiento

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One dream, one soul, one prize, one goal

One golden glance of what should be

One shaft of light that shows the way

The bell that rings inside your mind is challenging the doors of time

This rage that lasts a thousand years will soon be done

It's a kind of magic 

✵✵✵ 


Ardía, pero las llamas que abrasaban nuestros cuerpos no eran las culpables.

Condenados a muerte por ser capaces de amarnos, dedicamos nuestro último aliento a una sola promesa: encontrarnos y adorarnos en otra vida. Entonces, dejamos que el fuego nos consumiera, bajo las estrellas cuyos mundos nunca imaginamos ser capaces de tocar. 


Pasaron vidas incontables antes de que a mi mente volviera tu recuerdo. La hoguera donde el fuego se tragó tu mirada se había convertido en un departamento de mercado, y yo me encontraba dentro, en un cubículo, trazando una nueva ruta de comercio. Hacer paradas en tres planetas diferentes antes de llegar a mi destino iba a costarme más dinero del que quería.

Empezó de a poco: recordé una sonrisa, el color de tus ojos... Después, a mi memoria volvieron los momentos que pasamos juntos, como cuando cabalgábamos por el campo o bebíamos té leyendo un libro, antes de que se sustituyeran los caballos por transportes voladores y los libros impresos en papel se volvieran antigüedades. Luego, tu nombre, tu cariño, el calor de las llamas que consumieron nuestros cuerpos, la ira que sentí al no poder comprender por qué condenaban a aquellos que podían amarse; todo lo que pasé contigo en una vida lejana volvió a mi mente al igual que las grandes naves espaciales volvían a sus estaciones.

Pensé en ti a lo largo de mi travesía entre sistemas planetarios; los recuerdos del amor que vivimos en secreto me acompañaron mientras cruzaba los atajos creados por las agencias de comercio universal y no me dejaron, siquiera, cuando mi nave aterrizó en los planetas rocosos donde mi compañía haría negocios. Te recordé como si te hubiera visto recientemente, y tras pensarte sin descanso, comencé a soñarte.

Vivías, con la apariencia de cuando estuvimos juntos, pero en el mismo tiempo que yo habitaba, o al menos algo cercano. No me di el lujo de dudar que fueras real. Cuando te vi aparecer en mis sueños, supe que sería capaz de llegar hasta los confines del universo con tal de encontrarte.

Suspendí los negocios de mi compañía, tomé una nave y, guiado por imágenes oníricas, seguí tus pasos; viajé a solas hacia todos los lugares que tú visitabas, preguntaba por ti, pero nadie te había visto. Desesperado, tras largo tiempo sin señal tuya fuera de mi mente, te llamé en sueños, y aunque pareciste responderme, me llevé una sorpresa al notar que no podía escucharte, solo verte.

Cada vez que dormía, estaba cerca de ti; podía tocarte, jurarte que iría en tu búsqueda, enfurecer por haber permitido que nos separasen al descubrir que nos amábamos, y sosegarme, porque estaba seguro de que te encontraría y podríamos volver a querernos. No iba a rendirme, estaba seguro de que pronto estaríamos juntos nuevamente. 

Entonces, en un sueño, te vi viajando en una nave grande, con dirección a uno de los rincones del espacio que habían sido descubiertos hace poco. Tu uniforme era inconfundible; el casco y el traje blanco que portaban con orgullo quienes supervisaban los planetas en acondicionamiento para la vida eran únicos. Supe cómo encontrarte.

Mi corazón amenazó con salirse de mi pecho cuando busqué, en secreto, tu nombre entre los archivos de la organización para la que estaba seguro que trabajabas, y no dejó de golpearme sin piedad cuando encontré tu próximo destino. Programé un viaje al mismo sitio, y supuse que la emoción me había hecho soñar con el momento en que tu nave aterrizaba en un planeta rojo y seco, donde atardecía en colores fríos. No obstante, al llegar a ese lugar antes que tú, esperando con el corazón en un puño, me di cuenta que aquella visión onírica era más que un sueño.

Había estado observando tus futuras acciones, persiguiéndote antes de tiempo; no estaba siguiendo tu rastro, tú seguías el mío.

Al igual que en mi último sueño, bajaste de la nave con la elegancia que me había enamorado desde que te conocí, te quitaste el casco con confianza y seguiste con la mirada la línea del horizonte pintada de azul eléctrico, color del ocaso en planetas como ese, sin nubes de agua, pero sí de polvo. Luego, del suelo cortaste el tallo de una de las primeras flores que crecían desperdigadas en aquel hostil lugar, para inhalar su aroma con una sonrisa. Nadie más bajó de tu nave.

Embelesado por la introducción exitosa de vida en ese planeta, tardaste mucho en notar la presencia de otro vehículo cerca de ti. Desconfiado, caminaste hacia él y pediste a su capitán que se reportara, sin esperar que la voz que te respondiera te fuese conocida.

Bajé de mi nave, con un traje menos sofisticado que el tuyo, y me quité el casco. La estrella más cercana, que daba luz a aquel planeta remoto, se despidió en frío azul mientras tú y yo nos saludamos con formalidad cálida. Todavía sujetando la flor con una mano, hiciste ademán de presentarte, pero te dije que no era necesario, pues nos conocíamos desde hacía más tiempo del que éramos capaces de contar.

Entonces, pronunciaste mi nombre, a lo que solo respondí con una sonrisa. Nuestros corazones se apaciguaron al mismo tiempo que nos fundimos en un abrazo que pudo haber sido eterno.

El amor, una especie de magia, había cuidado nuestros recuerdos hasta el día en que pudiéramos adorarnos sin fronteras. 

》✵✵✵《 


Obra ganadora de una versión en audio, por parte del concurso Sonidos Fantásticos, de WattpadFantasíaES. 

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