Capítulo 3

6 0 0
                                    


             Pummm.

             Marta se dio un cabezazo tan fuerte con el cabecero de la cama que sabía que ese dolor iba a ser para todo el día. El dolor le había llegado hasta el cuello. Sonó, como siempre, la canción de ''Lose Control'' en la alarma de su móvil. Había días que esa canción la motivaba para irse al despacho, pero era viernes y no un viernes cualquiera. Iba a ser un viernes duro. Mientras se masajeaba el cuello por el impacto alcanzó el móvil con la otra y pulsó el botón de cinco minutos más con la esperanza de que le resultara reconfortante y suficiente, aunque todo humano sabía que no lo era.

           "Debería haber dormido sola" pensó. No le gustaba dormir cuando al día siguiente tenía que trabajar. La noche anterior era fantástica, eso sin duda, pero las mañanas eran de lo peor. Muchas veces despachaba al tío por la noche y así se olvidaba de levantarse al día siguiente con la obligación de decir que no volverían a verse. Otras veces, como ahora, dormía con alguien. Pero siempre que lo hacía era en casa ajena.

              Pasaron los cinco minutos como un suspiro y la alarma volvió a sonar. No se quien dijo que esos minutos eran lo mejor, porque ella se levantaba mucho peor. Deseo poder llamar y decir en el despacho que estaba enferma o que le había atropellado un bus, tal y como se sentía.

             Cogió el móvil y apagó la alarma. No se atrevía a darse la vuelta para mirar al chico que estaba roncando. Solo se movió un poco para mirar los alrededores de la habitación. No se acordaba de lo grande que era la habitación hasta que se levantó esa mañana. Debía de ser un tío con mucho dinero. La cama era enorme con sábanas negras de seda. La habitación estaba pintada con tonos blancos y negros. Delante de la cama un diván que hacía juego con un par de sillones. Marta se incorporó y vio que la habitación no terminaba ahí. Había unas puertas correderas entreabiertas que daban lugar a otra sala, aunque no se apreciaba que había detrás.

             A cualquiera le hubiese fascinado, pero a Marta no. Ella era de otra clase.

            Se levantó con cuidado, sorprendida de que el hombre no se hubiese despertado, y cogió toda su ropa esparcida por el suelo. Cuidadosamente se vistió para no hacer el más mínimo ruido. Cogió su bolso y salió descalza de la habitación. No dejó ninguna nota ni ningún whatsapp. Recorrió el pasillo con cuidado de no cruzarse a nadie, ya que supuso que tendría servicio, y bajó por unas escaleras interminables que daban a un gran recibidor. Por suerte eran las siete de la mañana y no había nadie. Salió de la casa y sacó el móvil del bolso para llamar a un Uber. Tenía que llegar a casa para acondicionarse e irse al despacho. El uber tardó solo tres minutos.

            Ese día iba a se un día duro, muy pesado y bastante ajetreado. Marta tenía unas ganas terribles de cogerse unas vacaciones, no por irse a ningún sitio si no porque necesitaba relajarse al máximo. Pero no iba a tener vacaciones, no por el momento. El bufete estaba que ardía y las cosas no iban demasiado bien, en su caso.

          Su jefe le propuso un caso famoso, un caso que se daría a conocer como abogada que era si ganaba y eso le traería los mejores clientes. Y es que Marta era buena, la mejor, y su jefe lo sabía. Pero ella rechazó el caso. No se podía permitir que la vieran en todas las televisiones del mundo después de haber estado desaparecida durante más de ocho años. Era arriesgado, muy arriesgado. Lo hubiese deseado con todas sus fuerzas apoderarse de ese caso y no el imbécil de Carlos que para ella era un incompetente. Pero era lo mejor. Carlos se llevaría todos los méritos, y ella volvería a quedar en la sombra, en casos pequeños, menos importantes. Esos casos que no le interesaban a nadie.

           Encima llegó tarde a la oficina. Era lo peor llegar tarde cuando tu jefe estaba cabreado contigo. Pasó por las mesas de sus compañeros dando los buenos días a todos. Hay quien no le contestó. Aunque no le importaba lo más mínimo. Lo que la gente pensaba de ella le tenía sin cuidado. Era algo que aprendió de muy niña con su padre, ir con la frente bien alta ante cualquiera, imponiendo respeto, sin tener miedo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 25, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SIN MENTIRAS NO SE VIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora