El diablo ha muerto
Con el frio metal recubriendo mi mano, el dedo índice sería el último en moverse. Tengo miedo a que esta no sea la salida. Todavía quiero dar mis últimos respiros de pensamientos, ver quien soy una última vez.
He vivido bien, sin necesidades, con lo necesario y también con amor. Sin embargo, no aguanto el hecho que existamos y que yo también lo haga. Qué es lo que ocasionó tanto mal en este mundo, tanto sufrimiento y no solamente a presente, si no que a futuro será cada vez peor y espero no estar para presenciarlo.
Como profesor de historia, hablar de hechos es algo de todos los días. Pero que algo sea un hecho no quiere decir que sea sinónimo de verdad, todo va depender quien cuente la historia.
Me pregunto si Dios perdonará lo que estoy por hacer, supongo que si es omnisciente ya debería de estar enterado y a lo mejor ya estoy perdonado sin saberlo. Por otro lado, lo que mi religión predica, es que capaz ya estoy esperando a pagar por mis pecados, en el segundo giro del séptimo circulo, lugar al que van lo que se violentaron a sí mismos, donde seré transformado en un árbol por haber querido voluntariamente renunciar a mi naturaleza humana, la cual nunca podre recuperar, y mi castigo en el día del juicio final será recuperar mi cuerpo, pero para tristeza este colgara del mismo árbol en el que me transforme, mientras soy torturado por arpías, unas horribles criaturas con cuerpo de cuervo y cara de mujer. Definitivamente tanto el Diablo como Dios dan miedo de igual proporciones. Pero para qué nos da un libre albedrio, del que si no seguimos una vida correcta a ser como dice la biblia, seremos castigados de maneras tan atroces, que él podría evitar, pero no lo hace.
No todo es malo, existe el bien, el amor, un buen camino. De igual manera también existen cosas que parecen buenas y de esto mismo fuimos advertidos en la biblia. Falsos profetas, apóstoles y padres, que, mediante engaños de la fé, conducen a la humanidad al sufrimiento.
Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. (2 Corintios 11:14-15)
Simplemente esperaba que no haya nada. Ni bien, ni mal, ni castigo, ni cielo. Jalé el gatillo. No sentí dolor, en cuestión de segundos sentí como desvanecía de mi cuerpo y pasaba alrededor de un oscuro túnel, aliviado creí que eso sería todo. Pasó un tiempo y seguía en aquel espacio, no estaba muerto. Me asusté y con ánimos de que alguien me responda para reconfortarme quise gritar y no tenía voz, tal desesperación entro en mí, que intentaba a todo poder moverme, pero no tenía un apoyo sobre mis pies, todo estaba oscuro, al rato me di cuenta que tampoco tenia cuerpo, era un pedazo de nada flotando en la nada.
A lo lejos vi como se encendió una luz. Todavía tenia el problema de no saber cómo moverme, se me ocurrió que, si pensaba en ir hasta ahí, iría hasta ese lugar, y así fue como sucedió. Finalmente llegué, el espacio que nos separaba era mucho mas largo de lo que parecía y no controlaba como ir más rápido o más lento. Lo que tenía al frente era una especie de gas distribuido uniformemente de tal manera que tomaba la forma de una esfera, bastante grande comparada al cuerpo humano, media alrededor de 3 metros de diámetro y emitía una luz cálida de todos lados.
—Si, soy Dios— Dijo una voz distinta a la mía desde mi cabeza.
Quede atónito, no por el hecho de que hubiera algo después de la muerte, si no que Dios era de esa forma tan simple y todavía no había visto tal paraíso prometido o tal desdicha del infierno.
—Sé lo que estas pensando en estos momentos y también las preguntas que tienes para hacerme, comenzaré contando como pasó todo—dijo Dios y comenzó a relatar.
