Monólogo Sombrío.

El café.

- Tenías la escasa edad de 5 años, quizá es por eso que no notaste el daño hasta ahora.

Cuando era pequeño mi madre falleció, tenía un tipo de tumor que aplastaba sus pulmones, no podía respirar, en su lecho de muerte pude escuchar como le pedía a papá que le quitará el peso sobre ella.
- Me duele, quítamelo por favor, ayúdame, no te quedes ahí parado.
Mi papá no hacía otra cosa más que ahogar a su lado el llanto, yo que lo veía desde la puerta pensé lo mismo.
- Papá, ¿Por qué no le quitas el tumor a mamá? ¿Por qué tú o uno de tus doctores simplemente no lo retiran? ¿Es acaso por qué la odias? ¿Tu quieres que muera?
Viví con ese resentimiento durante gran parte de mi vida, odiaba a mi papá por qué no fue capaz de salvar a la persona que más amaba en el mundo.
Mi padre falleció creyendo que yo lo odiaba pero una buena noche me levanté asustado, tenía los ojos tan abiertos que podía sentirlos y por mi mente pasaron toda clase de pensamientos.
- Estoy vivo, estoy muriendo, soy tan frágil.
Esos eran los más recurrentes y entonces entre en pánico, necesitaba ayuda, alguien.
¿Pero acaso existía alguien en la tierra que pudiera ayudarme?
Busque desesperadamente por todas partes, religión, terapeutas, terapias, cada cosa solo más inútil que la anterior. Entonces caí en cuenta, no existía nadie con la capacidad de sacarme, todos estábamos condenados al mismo miserable destino. Fue ahí cuando entendí a mi padre, cuando me di cuenta de cuán equivocado había estado, no es que no quisiera ayudarle, es que no tenía la capacidad, así como ni tu, ni yo, ni dios la hubiera tenido.
El hizo todo lo que estubo en sus manos y lo único que ganó fue una esposa muerta y un hijo que lo odiaba.
No podemos hacer nada por la gente que amamos, mucho menos por nosotros mismos. ¿Que estamos haciendo entonces? ¿Cuál es el sentido de todo esto?
- Señor, creo que ya ha bebido demasiado. Dijo mientras retiraba el vaso de whisky.