Era un martes por la noche. Magnus y Alec estaban viendo una película tranquilamente en el sofá del brujo. Cuando acabó pensaron en poner otra o simplemente hablar.
Magnus se dirigió al estanteria de los CD para coger otra peli
¿- Que peli quieres ver, Alexander? Song of the wind o Titanic?
Alec se quedó mirando el salón
- Quiero jugar a eso- señalando el ajedrez que estaba debajo de una estantería
- Eso?, no sabía ni que sabías jugar. - contestó el brujo sorprendido
Alec, cómo cazador y líder en operaciones de los Shadowhunter's, era un muy buen estratega. De hecho, no solía jugar al ajedrez porque se sabía cada tipo de estrategias que usaban sus compañeros, y los Nefilims, tan competitivos como siempre, no volvían a jugar.
Pero Magnus con sus 400 años había jugado tantas veces que podría hacerlo con los ojos cerrados.
Así que los dos confiados de que ganarían, se sentaron en la mesa del comedor. Uno frente al otro, con el ajedrez en medio. Alec era el negro, y Magnus el blanco.
Hicieron un par de movimientos, y enseguida la cosa se calentó, ambos iban empatados, en un momento, cuando Magnus se acabó su jugada, miró a su contrincante para indicarle que ya había acabado. Pero en ese momento, se quedó viendo a Alec fijamente, este le devolvió la mirada, y se quedaron mirándose fijamente unos segundos hasta que Magnus sin controlar sus palabras dijo:
- ¿Alguna vez te he dicho lo maravillosos que son tus ojos?
Alec enrojeció violentamente y miro hacía otro lado- La verdad es que no me gustan.- admitió
Magnus se quedó impresionado ¿cómo podía ser que hubiera alguien sobre la faz de la tierra que no le gustases en esos maravillosos ojos azules?
-¿Qué? ¿por qué?- preguntó Magnus exaltado
- Bueno... son de un azul muy raro, parecen antinaturales. Además, destacan demasiado y no me gustan llamar la atención, no sé, me hacen sentir como un bicho raro...- se apretó las manos como cada vez que se sentía nervioso o avergonzado.
Magnus, deseando que Alec admirase sus ojos tanto como él mismo hacia, le dijo:- no hay nada de raro en tus ojos, son excepcionales y únicos, como tú.- Magnus, nervioso pero confiado, decidió hacer algo que nunca se había atrevido a hacer voluntariamente, iba enseñarle sus ojos, sus verdaderos ojos. Cogió aire y prosiguió. -Si algo he aprendido con el paso de los años es que uno no tiene que avergonzarse de quién es. Yo... quiero enseñarte una cosa, es muy importante para mí, la he estado ocultando toda mi vida porque me recuerda a una etapa muy dolorosa, pero confío en ti y quiero enseñártelo para que veas que en verdad no es nada malo - y dicho esto, se quitó el glamour de sus ojos.
Alec se quedó sin aliento, nunca había visto algo tan maravilloso. Sus ojos eran una combinación de marrón-verdoso brillantes, y sus pupilas solo hacían ver como si fuera un los ojos de un gato, un gato muy peligroso y sexy.
-Magnus...
-Durante mucho tiempo he escondido mis verdaderos ojos por qué representaban la parte demoníaca que soy y por tanto mis raíces, pero he aprendido que lo importante no es de dónde vienes, sino quién eres ahora y quién serás.- en ese momento se acordó de todo lo que vivió de pequeño por ser como era y de lo mucho que se había odiado a sí mismo por serlo- solo he enseñado alguna vez mis ojos como forma de dominio o poder. Ahora no es que me avergüence de ellos, solo lo considero algo demasiado personal como para que cualquiera los vea, además, no cualquiera aceptaría al hijo de un demonio mayor.- dijo con una sonrisa triste y nerviosa. Para él era algo muy difícil de expresar, así que intentó hacerlo con las palabras adecuadas, además, esto se trataba de Alec, no de él.
Alec pensó en lo idiota que era la gente ¿cómo podía ser que hubiera alguien sobre la faz de la tierra que no le gustases en esos maravillosos ojos de gato?
-¿Qué? Magnus, no importa de quien sea la sangre que corre por tus venas, ni lo que hiciste. Tienes parte de demonio, si, pero también parte humana. Tus ojos me parecen extraordinariamente bonitos y no quiero que me ocultes nada solo por vergüenza o miedo a que te juzgue, porque yo nunca haré eso, nunca.- le miró directamente a los ojos -Te quiero.- Alec se lanzó a abrazar a Magnus, lloró, lloró porque quería cuidarlo y protegerlo, le abrazó por todas esas veces que por culpa de la gente Magnus se había sentido inferior, por no haber podido estar todo ese tiempo con él. Y se prometió a sí mismo no dejarlo nunca y sobre todo, amarlo hasta el fin de los tiempos.
Los dos juntos lloraron por no haber podido cuidar del otro antes, por lo horrible que era para ellos que el otro se sintiera tan mal. Porque se merecían algo mucho mejor que todo eso.
Abrazados, juntos, unieron sus almas de una manera distinta. Ahora se sentían plenamente seguros y desvergonzados con el otro. Se habían contado cosas íntimas para los dos y lo apreciaban muchísimo.
Así que sin darse cuenta, dejaron de jugar al ajedrez y se quedaron hablando de momentos vergonzosos que habían vivido, al principio solo de cosas humillantes o graciosas. Como ese día que un demonio le intentó arrancar los ojos de Alec para guardárselos solo porque le habían gustado. O descubrimientos de como la gente había averiguado los verdaderos ojos de Magnus. Que si perdiendo el control, que si en un despiste... en verdad eran anécdotas muy graciosas. Magnus no había visto nunca reír tanto a Alec, y eso le hacía inigualablemente feliz. Magnus sentía que le podía contar todo sin penas a Alec y este le encantaba como Magnus hablaba sin pudor, sin vergüenza, como si vivirlo hubiera sido gracioso y no humillante. Durante esa noche se miraron mucho a los ojos, incluso se acercaron al otro para verlos más de cerca hasta llegaron a mirarselos con linternas quedando sus bocas apenas unos milímetros.
Los labios no se pudieron controlar más y en un roce los unieron. Ladearon sus cabezas para explorar la cavidad bucal del otro. Lentamente pero confiando plenamente en el otro.
No era la primera vez que se besaban, pero el Nefilim nunca había tenido algo así antes y acordaron ir poco a poco.
Al separarse, Alec estaba completamente sonrojado pero con una enorme sonrisa en la cara y los ojos brillando como perlas. En ese momento, Magnus se prometió a sí mismo que el próximo que hiciera sentir inseguro a Alec lo convertiría en una cucaracha.
Entre risas y toques cuidadosos, pero llenos de amor, se hicieron las 2 de la mañana y Alec ya tenía que irse porque el día siguiente madrugaba para ir a cazar, pero prometieron volver a verse por la noche.
Ambos se acostaron a sus camas con una sensación de alegría y liberación. Se sentía increíblemente bien ser capaz de contarle a la persona que amas cosas vergonzosas y que este no le juzgará.
Y con ese pensamiento, ambos se quedaron dormidos.
A partir de ahora ambos amarían sus ojos.
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Dios mi primera historia, estoy contenta de como me a quedado. Era algo que desde hace meses tenía ganar de hacer pero que no me había atrevido a hacer hasta ahora.
Perdón si me he enrollado demasiado con los sentimientos de ambos, pero de verdad quería recalcar lo importante que era para ellos.
Espero que os haya gustado. Acepto sugerencias para mejorar y ideas para otros capítulos.
Gracias
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Malec One Shots
Short StoryHistorias cortas sobre Malec Personajes de Cassandra Clare Escritos míos Perdón si alguna historia se asemeja a alguna otra (soy muy despistada)(si el autor de la historia considera que no quiere que yo haga un paralelo a su historia la borraré o qu...