.--Prologo--.

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La noche era húmeda y daba aires de temor, el joven que se encontraba sentado felizmente en la privacidad su cuarto contrastaba completamente con la rara atmosfera de ese día, pronto el reloj giraría con descaro y las siete de la noche se abrirían paso, entonces el teléfono vibro con fuerza llamando la atención del chico de cabellos cafés, quien tomo con cuidado el pequeño celular y se lo puso con agílesa en el oído.

-Oi, Taiko, la vieja quiere hablar contigo-la voz que comúnmente demostraba superioridad por parte de Katsuki estaba apagada y se le notaba preocupado-lo que sea que te diga prométeme que te vas a calmar-el chico estaba empezando a asustarse, no era normal escuchar al rubio preocupado.

-Bakugou que paso-el chico no contesto, pero se notaba que seguía escuchando-Katsuki que rayos está pasando-sus manos temblaban y el sudor le surcaba la frente.

-ya llego-antes de que pudiera replicar la voz de Mitsuki llorando se escuchó mediante el moderno aparato aumentando los temblores del oji café y causando que sintiera un vacío en el pecho.

-hola Taiko-se notaba que intentaba ocultar sus pequeños sollozos, pero esto era inútil ya que igual se podía notar que lloraba-será mejor que te sientes cariño.

-tía Mitsuki que sucede-trato de sobreponerse a la idea de que nada malo pasaba y que todos simplemente se comportaban raro, pero siguió la tierna indicación de la voz ya conocida, se acerco a la mullida cama y se poso en ella con sumo cuidado y lentitud.

-bueno lo que sucede es que-se produjo una pausa que alimento la pesadez del ambiente, entonces después de unos segundo eternos para el muchacho un suspiro de la mujer dio paso a una imposible oración-Izuku hoy...encontraron el cuerpo de Izuku en la azotea de la escuela.

Hasta entonces Taiko no era consciente de que su mundo se podría quebrar con tal facilidad, su mente se negó a funcionar, los temblores cesaron y algo en su corazón se rompió, su estómago se empezó a remolinar creando un profundo hueco y antes de que pudiera comprender las palabras de la madre de su amigo grandes lagrimas se derramaban por sus pálidas mejillas.

-Taiko, cariño sigues ahí-su garganta estaba seca, no podía responder, se volvió a escuchar como madre e hijo intercambiaban teléfono y ahora Katsuki era quien escuchaba al muchacho.

Entonces el sonido de sus sollozos se hizo fuerte hasta tal punto que eran lastimeros para los oído de ambos, el de ojos rubí trataba de hablar, pero entonces guardo silencio en cuanto un grito que surgió desde el pecho del muchacho de ojos oscuros se notó.

-Taiko, maldición no hagas una locura-el rubiosabia de lo que era capaz el chico ya que se conocían prácticamente desdesiempre, sobre todo la debilidad que sentía por el de cabellos verdes-quieroque abras la puerta de tu apartamento y te quedes afuera oíste, iré por ti-elotro muchacho solo susurro un débil "si", Katsuki no le colgó, pero se despidióde sus padres para luego tomar dirección al apartamento del chico.

En cuanto el rubio logro percibir al débil y bajo muchacho en frente de la casa corrió hacia él, ninguno de los dos sabia como reaccionar o que decir, Bakugou no lloraba pero no significaba que no le doliera la muerte de su amigo-como el lo llamab...

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En cuanto el rubio logro percibir al débil y bajo muchacho en frente de la casa corrió hacia él, ninguno de los dos sabia como reaccionar o que decir, Bakugou no lloraba pero no significaba que no le doliera la muerte de su amigo-como el lo llamaba-Deku, pero no mostraba muy bien sus emociones, el más alto rodeo torpemente al muchacho y como si estuviera apretando un nudo lo pego a él, sabía que si no lo hacia Mitsuki se lo reprocharía el resto de su vida, pero al ver como los ojos ya rojos de chico volvían no se arrepintió de hacerlo.

Al acostumbrarse aquel algo tosco abrazo apoyo la cabeza en el pecho del rubio, sus lagrimas volvieron a salir a chorros, necesitaba desahogarse y dejar de pensar en la cabellera verde del chico, en su suave piel que lo hacia parecer un perfecto muñeco y en esa deslumbrante sonrisa que brillaba como un lucero.

Lo que no sabían los dos amigos era que aquel chico de ojos verdes observaba con descaro y una sonrisa socarrona los sollozos del chico, le dirigió una mirada a todo su cuerpo y se relamió los labios con lujuria.

Hasta La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora