1- Show

192 7 0
                                    

-Show perfecto y exitoso, felicidades chicos - el concierto de la mejor banda acaba de terminar, terminando así su gira en Europa y dando su último concierto en Seúl.

-Gracias YoonGi- el pelinegro bajaba del escenario, no tan feliz como era de costumbre con sus baquetas en mano.

-Bueno solo cámbiense y los enviare a su casa- los 5 integrantes decidieron ir a los camerinos rápidamente, pero el pelinegro se desvió levemente hacia otro.

Entrando al camerino la persona que buscaba ya se encontraba en este, y así como durante todo el concierto seguía ignorándolo

-En serio, seguirás ignorándome- el rubio paso de lado, no planeaba hablarle al pelinegro, estaba cansado de las dudas, este llevaba una semana que se perdía por horas, y siempre lo encontraba llegando de manera sospechosa desde hace al menos dos meses, le preguntaba a todos si miraban algo raro, pero ninguno le decía nada, pero hoy todo empeoro encontrando unos mensajes sospechosos en el celular del pelinegro, que aunque no declaraban nada lo habían puesto de mal humor, el solo quería poder hablar con alguien pero su mejor amigo TaeHyung estaba lejos en una gira por ser un famoso Idol y lo hacía dudar más el no poder hablar con nadie.

El pelinegro buscando atención se acercó al rubio el cual estaba arregostado en la mesa del camerino quitándose el maquillaje que tenía, el pelinegro se acercó chocando con la espalda del rubio y poniendo sus manos lados a lado para acorralarlo.

-Quítate Jeon JungKook- el rubio lo miraba con la vista fija al espejo – o te pateare el culo, para que lo hagas.

-Sabes, que odio que me llames JungKook bueno, al menos sino te tengo debajo de mi- el rubio frunció el ceño, sabía que el contrario solo lo estaba molestando- pero vamos, porque me ignoras, yo no he hecho nada malo.

-Tu sabes porque es, jamás cambiaste, sigues siendo el mismo jugador de siempre- el pelinegro lo vio sorprendido y algo dolido.

-Vamos Jimin, sabes que no es así, me gusta jugar, pero otras cosas contigo- este se acercó al rubio con una sonrisa ladina.

El rubio se volvió para golpearlo, su mano directo a su mejilla, pero el pelinegro lo detuvo, acercándose más al rubio, estampando sus belfos con los del contrario, el cual se resistió al inicio, pero el pelinegro sabía que a como él no podía resistirse a este, el tampoco a él, era una maldita maldición con la que ambos tenían que vivir, y desde que se dejaron llevar no podían controlarla, pero que no les importaba ya que la disfrutaban tanto.

El pelinegro rápidamente paso sus manos al trasero del rubio para subirlo sobre la mesa del camerino, abriendo sus piernas para acercarse más, sus besos siempre eran tan necesitados, acoplándose perfectamente unos a otros, no podían evitarlo, se deseaban, sus lenguas jugaban mutuamente, y los besos se hacían cada vez más húmedos.

Tiempo AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora