Oculta una sonrisa detrás de la copa de vino, puede sentir como los dedos de ella rozan su mano. Están en una fiesta, una de las tantas en las que ambas están obligadas a ir. Una, porque es la anfitriona y debe atender a los invitados. Otra, porque su esposo debe asistir y sería mal visto que vaya solo.
—¿Aburrida?
Parpadea, las luces iluminan el rostro que tiene ante ella y los ojos grises se ven más atractivos de lo normal. Tiene cada hebra del cabello en el lugar correcto, probablemente pasó tiempo frente al espejo arreglándose a sí misma; embellecía las cosas con un toque, una habilidad que no era valorada.
—Un poco —confiesa.
Le quita la copa de la mano, dejándola en una bandeja, quizá sobre la mesa; no es que esté prestando atención. Siente las mejillas tibias y no es por el alcohol o el viento cálido que golpea su espalda desnuda, es esta mujer de mirada aguda que, en momentos como este, ve suavizar los bordes filosos, una sonrisa curva los labios rojos y la caída de los párpados acentúa la dulzura que aparece poco en ese rostro; pero existe, siempre está cuando están juntas.
—¿Terraza?
Y debería decir que no. Mover la cabeza de un lado a otro con gracia, evitando que su cabello castaño escape del elaborado peinado. Pronunciarlo, tal vez. No. Pero incluso la palabra tiene un sabor amargo en su boca, sabe que jamás podría rechazarla, aunque debería hacerlo. Ella debe, tiene que hacerlo.
—Sí —responde como siempre—. Donde tú quieras ir, allí estaré.
Es en estos momentos que lo siente en sus huesos, en su corazón, no puede rechazarla, porque rechazarla es arrebatarse a sí misma este poquito de felicidad. Es una llama que parpadea, a veces siente que se apaga y otras que le quema las manos.
Pero es suya, y Astoria Greengrass quiere ser egoísta.
La sonrisa se amplía un poco, vale la pena que los dedos gráciles se enrollen en su muñeca y tiren de ella con suavidad. Es cálido, cómodo, como si la mano de Narcissa Malfoy encajara perfectamente con cualquier parte de su cuerpo.
El balcón tiene una vista a los jardines de la mansión donde cada planta, cada árbol y flor exótica está cuidadosamente en su lugar, Astoria desvía la mirada del encantador jardín para mirar a Narcissa y decide que ella es incluso más hermosa que cualquier jardín, amanecer o pintura.
—Luces preciosa —dice, y Narcissa la mira divertida.
—¿Sólo hoy, querida?
—En realidad, siempre, pero hoy más que nunca.
Entrelazan los brazos y miran el cielo, una recargada sobre la otra. Cualquiera que mire hacia su dirección, verá a nuera y suegra disfrutando el silencio, llevándose bien. Es la tapadera que usan, que ambas odian, pero que deben tener si desean estar juntas todo el tiempo que sea quieran. Astoria sigue observándola en un infantil intento de no olvidar el rostro de la mujer que ama y Narcissa aprieta con dulzura su mano, el gesto que quiso hacer hace unos minutos enfrente de toda la fiesta.
A veces, Astoria piensa que ella perderá los estribos como sólo una Black podría, que dejaría a Lucius y le diría que deje a Draco, dejarían la farsa para estar juntas, tal vez saldrían de Gran Bretaña para irse a otro lugar. El mundo es enorme y ellas podrían explorar cada pedacito hasta encontrar algo parecido a un hogar.
La otra parte del tiempo, Astoria sabe que eso jamás pasará y atesora cada uno de estos momentos guardándolos profundamente en una caja, muy cerca de su corazón.
—Te extrañé —murmura—. ¿Vendrás mañana?
Mañana Lucius irá al Ministerio y Draco volverá a Hogwarts para ocupar el puesto de profesor de pociones. Lo sabe, lo sabe. Debe decirlo. No. NoNoNoNoNo.
—Aquí estaré.
Es audaz, atrevida y cautelosa como sólo Narcissa puede serlo al besarla brevemente en los labios. La fantasía de Astoria la sacude, quiere contarle los planes tontos y aniñados; Alemania, Francia, Canadá...
Se queda en silencio contemplando el cielo estrellado, con la mano atrapada y los labios tibios. Es feliz ahora mismo, no lo arriesgará, no perderá esta felicidad. Quizá mañana, cuando estén solas y acurrucadas en la cama, o en el desayuno, o sentadas en la biblioteca.
Hoy no, se dice como todos los otros días, hoy no arriesgaré mi felicidad.
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Esta es la felicidad (no la dejaré) | Greenblack.
FanfictionSon roces, besos y palabras murmuradas. Ella desearía que fuera más que eso. (Astoria x Narcissa, pre-The Cursed Child).