Allí estaba mi mamá llorando. Acababa de llegar del extranjero y yo estaba muy feliz, aún cuando la sentía como una extraña después de tanto tiempo. Mi papá la abrazaba, ¿Qué sucedía? En el fondo lo sabía.
Para mi mamá yo estaba demacrada
- ¿Por qué estás tan delgada?
Me dijo entre lágrimas y no supe qué responder.
- ¿Qué pasa mi niña? ¿Por qué nunca respondías mis llamadas? Mi mamá seguía llorando y yo seguía sin responder.
- No me gusta hablar por teléfono
Estaba mintiendo pero no me atrevía a decir la verdad
Corrí hacia mi cuarto y cerré la puerta, en serio creía que aislarme era la mejor idea. Decir que me sentía sola era poco, tenía 10 años y no quería hacer nada, ni ir a la escuela, ni estar en la casa, ni hablar con nadie. ¿Por qué simplemente no desaparecía? Por mis padres, sólo por ellos seguía viva.
Había oído la conversación, lo sabía todo, mi tía le había robado a mi mamá todo su dinero. Por eso no me dejaba hablar con mi mamá. Por eso mi prima siempre tenía ropa nueva y yo no tenía nada. Igual nunca me quejé, es más, siempre me alegraba por mi prima y me hubiera alegrado más sino hubiera roto mis libros o no me hubiera agredido e inventado mentiras muchas veces, pero tenía 6 años y era justificación suficiente. Eso pensé de mi prima quien crecería para convertirse en una muy mala persona.
Por eso mi tía no me dejaba hablar con mi mamá y me repetía continuamente que lo mejor que hacía era matarme.
La escuela era un infierno. Quería llevarme bien con todos pero todos parecían verme como un bicho raro
¿Vas a la iglesia verdad? Era la pregunta que me hacían todos los días sólo porque usaba la falda más larga de todo el colegio.
El primer año en la primaria había sido tranquilo. Mi profesora me adoraba, quizá porque era muy inteligente y siempre sabía más que el resto de la clase. Se quedó sorprendida porque aprendía en un día lo que el resto en meses. Pero el resto de mis compañeros no lo veían así, menos cuando fui elegida como la mejor estudiante del año.
A partir del segundo año mi vida fue un infierno. Me sentía muy sola y pensé que era sólo mi idea, pero no, a nadie le agradaba, quizás porque en el fondo me sentía más inteligente que el resto y solía corregir cada cosa que decían. Terminé odiándome a mí misma.
En los turnos de educación física me deprimía aún más. Era mala en los deportes pero eso no significaba que no quisiera jugar. Era triste ver cómo ninguno de mis compañeros me querían en su equipo. Al final los profesores siempre los obligaban a jugar conmigo. Un día recuerdo que era el último turno de clases y nadie quería jugar conmigo, decían que mejor me quedara sentada. Por primera vez no le pedí al profesor que hablara a mí favor, recogí todo y me fuí llorando, haciendo cuentas en mí cabeza de por qué nadie me quería y la principal pregunta era ¿Por qué no puedo parar de analizarlo todo? Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos
Nuevamente estoy llorando por gusto, me dije. Encontré en el camino al esposo de mi abuela, Javier qué iba camino a recogerme. Quizás el podía hacerme reír, pero no parecía él caso.
- ¿Por qué saliste antes de tiempo? Iba camino a buscarte.
- Perdón, nos mandaron a casa temprano. Dije bajando la cabeza.
- Pero si a tí te da miedo irte sola. Ni siquiera sabes el camino a casa, ¿o sí?
- Sí lo sé, eso creo, pero hoy nos dieron la oportunidad de salir temprano y me fui, eso no quiere decir que a partir de ahora vaya y vuelva sola de la escuela.
- Está bien, te creo. Pero ya no eres tan chiquita y todos estamos trabajando hasta tarde. Además la casa está cerca.
- Pero mi mamá me dijo que ella siempre me llevaría al colegio hasta que me sintiera segura. Dije en un tono algo molesta. Odiaba mis propios cambios de ánimo.
- En cuanto a tu mamá, tenemos que hablar. Él tono de Javier era alegre, al fin una buena noticia, pensé.
- Tú mamá llamó hoy de la capital y dijo que no regresará.
- ¿Qué? Eso no es posible, mi mamá va a volver. Para ese momento ya estaba algo alterada, la verdad.
- Espera, déjame explicarte. Va a trabajar un año en el extranjero. Es por tu bien te lo juro.
- No quiero. Comencé a llorar. No quiero que mi mamá se vaya, no no no.De ese día en adelante mi vida sería aún más complicada
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Brutal
Teen Fiction!Depresión! Eso es lo que ha sufrido la protagonista de esta historia toda su vida "La vida es brutal. Ser bueno es al parecer algo que se paga mal"