Secuelas.

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En ese momento el solo me estaba mirando, sus ojos recorrían mi rostro como buscando una respuesta, la expresión de su rostro era como una mezcla de preocupación y ternura.

Entonces acercó su mano a mi rostro para acomodar el cabello que ocultaba parcialmente mi rostro, y sus ojos se fijaron en los míos. El sol los iluminaba como brasas encendidas.
Bajó su mano y la puso cerca de mi mano, rozando delicadamente las puntas de nuestros dedos, el entrecruzaba sus dedos con los míos, como jugando con ellos.

Era demasiado silencio, yo ya sabía lo que el sentía, y el igualmente conocía mi sentir. A pesar de eso, esperar por unas palabras resultaba peor que cualquier tortura... ¿De verdad era necesario?
Si él me amaba y yo lo amaba ¿Era necesario pedirlo de todos modos?

El y yo nos veíamos ocasionalmente, y cada día, al menos a mí, me causaba más alegría el verlo. Buscaba cualquier pretexto para verlo de lejos, o a veces, cuando estábamos cerca, de tener contacto con él. El solo recordar eso aceleraba mi corazón. Era algo genuino, algo real, era bonito.

Creo que me desvíe en mis pensamientos, sus dedos se habían retraído, cuando alcé la vista, su mirada ya había cambiado. Y a penas se desdibujaba un rastro de angustia en su rostro.
Negó con la cabeza y mi corazón se desplomó.

¿Había hecho algo mal? ¿Que significaba todo aquello si ahora solo no es nada? ¿Si más allá de todo solo no hay nada?
Bajé mi rostro, si iba a llorar no quería que él lo viera; pero el puso su mano en mi cuello y besó mi frente, y susurró algo que no escuché claramente.

El camino de vuelta a casa fue aún más callado que ese instante. El me dejó en la puerta con mi madre y pensé ¿Habré confundido su gentileza con amor? Solo fui a mi cuarto, cerré la puerta detrás de mi, me quité el maquillaje del rostro.
Me senté al borde de la cama y me mire al espejo.
¿Será que no soy bonita?

Sentía un nudo en la garganta y como una piedra en el estómago. Solo me recosté. No quería saber nada, el teléfono sonó un par de veces, pero no como con sus mensajes. No era el, y aunque fuese, creo que no quería saber nada de él.

El día siguiente llegó y quizá lo vería. Y a pesar de lo que había pasado ayer, me sentía... Ligera, como si volverlo a ver fuera normal, como si estuviera segura de que verlo me haría sentir mejor.
Me vestí de guinda y me puse el collar que el me había regalado, recogí mi cabello y salí a su encuentro. Llegué dónde siempre y el no estaba.

Era raro, el no llegaba tarde. Miré mi teléfono y no habían señales de el. Había un vacío. Sentía un vacío.

Busqué a sus padres, y cuando me vieron se miraron el uno al otro, entonces lo entendí cuando me decía que sabía algo por mera intuición. Y en este caso mi intuición no falló.

—Se fué de casa ayer, nos pidió que te diéramos esto.

Extendieron hacia mi una caja y al abrirla había dentro una rosa marchita y una nota fechada con el 17 de Mayo del 2021 que decía
"Te amo"

Entonces sí, no pude contener mis lágrimas. Si antes no entendía las cosas, ahora menos.
¿Que habría pasado para que el cambiará tan súbitamente?

En mi camino de vuelta a casa, otra vez sola, como antes, pensaba en todo lo que podría haber pasado, y en ese momento en particular, las ganas que tenía de realmente estrechar nuestras manos.

—¿Te interrumpo?

Mi corazón se dió un vuelco dentro de mi pecho, era él. Tenía tantas ganas de verlo, y llorar, y golpearlo por hacerme llorar. Creo que notó mi reacción. Así que buscó entre sus cosas y me tendió una pequeña cajita de jugo.

Siempre me causaban gracia las cajitas pequeñas de jugo. Y no se porqué, pero me hizo sentir como una niña pequeña. Cómo la vez que me perdí en el supermercado, y cuando me halló mi papá me compró un jugo de manzana para que no llorara ni le contará eso a mi mamá.

Se acercó a mi lado y me abrazó.

—Te extrañé.
—Y yo no quiero dejarte.
—¿Entonces porque lo hiciste?
—... –seguramente en su cabeza pensaba que yo aceptaría lo que dijera sin más– Estoy aquí ahora ¿no?

Sea como sea, sí había pensado en su plan B.

—Ayer yo...
—No quiero que tengas una idea equivocada de mi.

Su voz despejó mi cabeza, había algo en eso que el había dicho. Así que dejé que hablara.

—Quisiera ser todo lo que tú esperas de mí. Tu eres mi luz y yo... Sinceramente yo solo soy una sombra. No quiero lastimarte. Así que haré lo mejor... Yo...

El me había contado su historia, y aunque yo lo había aceptando, parece que el aun no lo había dejado en el pasado. Cómo si le preocupara demasiado que yo...

—¿recuerdas lo que te dije anoche?

Entonces recordé como un relámpago eso último que había dicho

—será para tiempo después...
—¿Tenemos prisa?
—No...

Sí, todo había sido tan repentino, estaba emocionada por estar con el que estaba llenando mi cabeza con ideas que no eran las realidad.

Porque, después de todo lo único que es real es
este momento, y es con lo que me quedo.
Mis pensamientos eran turbulentos, ahora creo que fluyo con él.

Historias cortas de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora