Por fin llego al instituto después de haber estado peleándome con mi hermano durante todo el trayecto en coche. Ahora no me habla ni a mí ni a mi padre, porque dice que hay favoritismo y tal y cual. La verdad, me da igual.
Mi hermano se va con sus amigos nada más cruzar las enormes puertas del colegio, y yo sigo caminando hasta cruzar el inmenso patio y llegar a la entrada del recinto, donde se encuentra Sonia, con su pelo negro liso que le llega hasta el culo, los ojos negros y maquillados increíblemente bien y llevando unos vaqueros con un jersey ancho.
—Sonia, ayer me escapé de casa por la noche y quedé con Jaime—susurro entusiasmada olvídandome de las peleas familiares.
—Guau, tía. ¿Follastéis?—así es Sonia, directa al grano.
—Pues no, pero me lo propuso. Le dije que era virgen y que no estaba preparada, y aunque insistió, lo aceptó.
—Pero, Sandra, lleváis ocho meses juntos, o lo hacéis pronto o se va a cansar de ti.
—Ya, tía. Lo he estado pensando y creo que voy a alquilar una habitación de hotel, mañana por San Valentín, y ¡que sea lo que Dios quiera!
—Pues si necesitas consejos contacta con la experta—me guiña un ojo. Sonia perdió la virginidad a los trece, aunque a mí me parecía muy pronto, ella presume de ello.
Le sonrío y entramos en el aula, aunque quedan diez minutos para que empiece la clase. Jaime se encuentra en mi sitio con una sonrisa de oreja a oreja. Corro y le abrazo, me empieza a mordisquear la oreja y se va acercándo a mi pecho pero le digo que pare.
—Sandra, ¿podemos ir al cuarto de baño?—comenta divertido.
Moriría por follar con él en estos instantes, pero ya he decidido esperar a mañana. Aún así, acepto ir al baño.
Llegamos al baño de los chicos, que está justo al lado de mi aula, Jaime me coge en brazos y me mete en un aseo.
Me besa y empieza a bajar sus labios hasta mi pecho y me quita la camiseta.
—Oh, Jaime—me sale sin darme cuenta, pero seguimos.
Ahora soy yo la que le quita el chaleco, mostrando sus trabajados pectorales y abdomen. Le paso la lengua por el pecho y él está desabrochándose el pantalón cuando le paro.
—Joder, Sandra.
—Escucha, Jaime—le explico—. Me muero de ganas de continuar con esto, pero no quiero que el recuerdo de mi primera vez sea en un cuarto de baño que apesta a pis, ¿lo entiendes?—asiente, sonriente tras mi frase del pis—. Vale. Si te parece bien, cuando llegue a mi casa llamo al hotel Santa Inés y alquilo una habitación para mañana. Para ti y para mí. ¿Qué te parece?
—Perfecto—y me besa.
Nos ponemos nuestras camisetas y volvemos al aula, donde, menos mal, aún no ha llegado Rogelio, el profesor de literatura.
Me siento con Sonia, Jaime me guiña un ojo y se va a su sitio.
—Tía, ¡qué pelos!—Me pone cara de traviesa y me susurra—Habéis follado, ¿verdad?
—Casi, pero no. Mañana es el día.
—¿Se lo has cont...
—Buenos días, alumnos— es Don Rogelio con su bigote negro significativo y su panza que le impide caminar normal.
Después de lo sucedido en el baño, toca una de las clases más aburridas de mi vida, no todo puede ser bueno ¿no?
Intento escuchar a el panzudo, ya que mi expediente es bastante bueno y no quiero que baje por culpa de literatura, aunque va a ser difícil no pensar en Jaime y en el día de mañana.
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Luz en la oscuridad
RomanceMe llamo Sandra, tengo 17 años y era una adolescente normal hasta que todo, tal y como lo conocía cambió... y a peor, mucho peor. Estoy segura de que nada ni nadie será capaz de devolverme la sonrisa en mucho tiempo, por no decir nunca. ¿Me equivoca...