Capítulo 19

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"1... 2... 3..."

Siempre le ha gustado contar en múltiplos de diez.

Llega a diez, suma un número al que sigue creciendo, vuelve a subir a diez, suma un número, sube a cien, doscientos, trescientos.

"1... 2... 3..."

Es un proceso que adormece la mente. Casi relajante, incluso si es tedioso y aburrido. Y a veces, si te vuelves demasiado complaciente podrías perder la pista. Pero entonces, para eso están los patrones.

"1... 2... 3..."

Es casi hermoso en serio. La forma en que ha dispuesto las cosas, en un orden pulcro, legible sólo para él. Filas de negro contra un desastre para decirle dónde ha estado. Es un poco reconfortante, le recuerda su hogar, le ayuda a ignorar el hecho de que no puede volver hasta que haya terminado de contar, hasta que los frijoles estén todos en pequeñas filas ordenadas que solo él puede entender.

Sólo él y otra persona pueden entenderlo.

"1... 2... 3..."

Es más libre para moverse de lo que pensó al principio. No saltan en el momento en que él gatea de un lugar a otro del suelo. Tal vez sea muy lógico que tenga que moverse, incluso agacharse a una esquina para tratar de alcanzar detrás de algo y coger un frijol perdido que se había caído en una grieta en alguna parte. Y no es que les importe si agrava su lesión al hacerlo.

Está contento de haber mantenido las uñas un poco largas. No habían notado el plomo debajo de sus uñas por raspar la pared. Mantiene las manos en movimiento.

"1... 2—"

Una bota aparece a la vista, arruinando sus ordenadas hileras. Los frijoles negros y redondos resbalan y se deslizan por el piso de concreto, pateados hacia un lado sin ni siquiera un ouch de cuidado, y él apenas tiene tiempo de retroceder cuando el negro se derrama, los frijoles llueven y rebotan en el piso. Rebotan como balas, golpeando sus manos, su rostro. Oye una risa y casi rueda los ojos. Incluso esta pequeña cantidad de daño que pueden causarle les da diversión al parecer.

Detrás de él, escucha a alguien moverse dentro de un traqueteo de cadenas, un gruñido bajo el aliento de alguien. Desearía que Jeongguk no mostrara su disgusto tan abiertamente. Sólo valida más sus acciones.

Se las arregla para contenerse un poco esta vez, espera hasta que oye el sonido de la puerta cerrándose antes de que no pueda detener la picazón en sus manos por recoger los frijoles, números parpadeando en su mente. La llamada en su mente a contar, contar, contar los frijoles casi en conjunto con el latido, latido, latido de su pierna.

Hécate. Él sólo está tan, tan cansado. Sólo quiere irse a casa.

Casa. Con Yoongi.

"1... 2... 3..."

Empieza a contar de nuevo.

~ * ~

Yoongi se despierta.

Puede decir por la luz, la forma familiar en que se estira su cuerpo, que son las 5 de la mañana. Demasiado pronto para hacer algo útil. No con la situación actual. Debería volver a dormir, posiblemente, descansar más.

No se vuelve a dormir. Sería inútil de todas formas. Hay demasiada energía vibrando bajo su piel.

Energía. Ansiedad. Preocupación.

Yoongi cierra los ojos, hundiendo la nariz más profundamente en la camisa que se había llevado a la cama. Es una de Seokjin, del cesto de ropa. Yoongi no ha tocado la ropa desde–

you say witch like it's a bad thing | ksj + mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora