Calix & Jennel

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Calix

Mi respiración se agitó cuando me levante, el sudor corría por mi cuello y mis manos apretaban la sabana, lance un suspiro al aire.

Mamá.

Me atormentaba, me aterraban los recuerdo del fatídico día en el que la vi caminar al mar hundiéndose, pensé que tal vez querría nadar, pero no salió.

Las busque como un desquiciado cuando pasaron 5 minutos y no salía del mar y lo último que puedo recordar es mi ropa húmeda y el sonido de las sirenas de la ambulancia, ah... Y las preguntas insesables de los paramédicos, apenas tenía unos cuatro años no sabía a que responder.

Solo sabía que mamá no regresaria.

Y la odie por mucho tiempo por dejarme solo y no llevarme con ella, por dejarme lleno de cicatrices internas a tan temprana edad y que aún hoy en día no podía resolver no entendía qué pasaba conmigo, nada me emocionaba o me causaba interés, era como si el mundo solo girara de forma lenta y monótona y yo estuviera estático, tal vez las cosas hubieran sido más fáciles así aunque debía admitir que Lea me había hecho sentir la calidez de una madre y me desesperaba no poder verla como tal, porque se que se esforzaba por hacerme feliz.

Me levante, abrí la puerta encontrándome con los ojos de Jennel, sus presiosos ojos cubiertos por una espeza hilera de pestañas me miraban algo somnolientos, la mire con curiosidad.

- Te escuché- susurro y sus voz se escuchaba ronca debido a que había estado durmiendo, ella buscó mis ojos con su mirada e intentó ayudarme a calmarme, siempre tan amable y atenta Jennel.

Estaba mal, estaba en conflicto porque no podía sentirme atraído por Jenn, sus labios, sus pecas y su rostro tan infantil, me debía de sentir culpable, sabía que no teníamos ningún lazo sanguíneo, pero una parte de mí no podía dejar de verla como una niñata mimada, no podía dejar de verla como si fuera mi hermana, aunque no lo era.

Tal vez estaba tan prendado de ella porque era lo único que hacía que mi mundo fuera rápido de vez en cuando era esa adrenalina que necesitaba, todo en mí fluía de manera tormentosa cada vez que ella me miraba o si quiera me hablaba, ella me hacía sentir algo, me hacía sentir lo mismo que sentí cuando mi madre murió y no pude encontrarla en el mar, cuando la llamé por una hora y no contestó y tampoco salió del mar.

Jen, Jen, Jen...

No podía sacarme ese nombre de la cabeza, lo repetía cada segundo desde el momento en el que la vi por primera vez en el hospital con su rostro arrugado y cubierta con una manta rosa, ahora tenía unos quince años y su apego hacia mi me dificultaba el desprenderme de aquel sentimiento.

La observé con su bata de satén rosa, como se veía tan bien en pijama, sus pechos se asomaban por la bata dificultándome mirarla.

- Ve a dormir de nuevo.

- Estoy tratando de ayudarte- replicó- tuviste otra pesadilla, ¿Quieres que me quede aquí? Sabes que puedo dormir contigo.

Oh no Jennel...

Jennel había crecido en una burbuja gracias a nuestros padres y dudaba bastante que notara lo que podía sentir por ella, o lo que causaba en mi, todo en ella desprendía inocencia y ingenuidad pura.

- No es necesario.

- Cali...

Avance hacia ella alejándome de la puerta de mi habitación y la estampe contra la pared de al frente.

Atrape sus labios con los míos mientras pasaba mis manos por su cuerpo lentamente delineando su figura esbelta, sus senos cubiertos por la fina tela de la bata, sentí como sus pezones se endurecieron bajo mi tacto y como su piel se erizó.

Agarre su cabello entre mis manos y tire de el sin lastimarla de más, los ojos de Jen parecían lanzarme una mirada casi suplicante, sus pupilas se habían dilatado y mostraban algo de deseo, estaba seguro de que estaba más confundida que yo ahora.

- Dije que fueras a dormir, Jennel.

Jennel se separó de mí sorprendida, sus mejillas tomaron rápidamente un color rojo haciéndola ver aún más linda.

- Tienes razón, no necesitabas mi ayuda, me voy a dormir.

Habló con rapidez y más tarde oí la puerta de su habitación cerrarse.

Jennel, Jennel.

Segunda división

Tenía un plan, para olvidar a Jennel debía mantener contacto cero con ella, el obstáculo vivía con ella y no podía apartar mis ojos de ella, era como un imán para mí, incluso en la escuela no podía evitar ponerme celoso cada vez que alguien tenía intenciones de invitarla a salir o de hablar con ella.

Por suerte Jennel era algo retraída por lo que solo solía hablar con una chica, a la cual le pagaba para que me contara cualquier cosa importante que debía saber sobre Jennel.

Estaba enfermo, lo sé.

O tal vez solo tenía un capricho, aunque ningún capricho permanece tanto como este.

Calix

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