III.

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No he visto a Lalisa desde hace unos días.

Mis ojos no han parado de llorarle, como cada noche en la que ella solo usa mi cuerpo para su placer y termina abandonandome.

Me duele su despreció, su odio, su falta de quererme. Supongo que lo merezco.

Soy tan ingenua que siempre termino cayendo a sus pies, ilusionandome con falsas esperanzas.

Cierro los ojos, mañana tengo pruebas para un inventó científico en el que soy un conejillo de indias para saber si es funcional.

Mañana tal vez sea la última vez que te vea, Lalisa.

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