[🦋] 𝓔𝔁𝓽𝓻𝓪 [🦋]

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El tiempo pasó y Mauro y Matías terminaron por formar una estable relación, aunque Spallatti había tenido que enfrentarse a sí mismo, como para poder iniciar algo con el ojiverde, quien siempre se mantuvo a su lado sin importar lo que sucediera. Cuando las cosas se ponían feas y nada parecía tener sentido en su vida, pasando así de ser el Beta que todos creían a aquel fuerte y orgulloso Omega, que no parecía tenerle miedo a nada, ni a nadie, siendo la imagen que Matías deseaba proyectar ante los ojos de los demás.

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Obviamente nada fue fácil para Spallatti, porque tuvo desde fuertes decaimientos con respecto a su autoestima, como leves autolesiones al no soportar el hecho de que todos sus secretos habían terminado por ser revelados ante los ojos de los demás. Aunque con Monzón cerca, el ojicafe nunca se llegó a causar un daño que fuera tan significativo, que tuviera que mandarlo al hospital por una larga temporada.

Algo que Natalia, la madre de Matías, agradecía con todo su corazón, porque sabía que Mauro era esa pieza que le faltaba a su pequeño hijo para empezar a brillar por quién realmente era y no por aquel ser que siempre intentó aparentar por medio de mentiras.

Teniendo de esa manera el fin a tantos años de dolor y angustias constantes, ante la idea de que Matías no era feliz consigo mismo y que prefería con todas sus fuerzas no haber nacido. Aunque ahora, aquel solo podía pensar en lo maravillosa que era su vida, al destruir aquella coraza que había terminado por generar a su alrededor, al no saber cómo manejar con todas esas inseguridades que los estaban matando desde su interior.

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-Dios, estoy muerto. - Mauro informó, mientras se lanzaba a la cama de su novio, quien se encontraba en ese mismo lugar, por lo que aquel no tardó en hacerle mimitos en el cabello. -Creo que jamás había tenido una compe así de intensa. - comentó divertido, aferrándose a la cintura del mayor.

-Aún no puede creer, que te tardaste tanto tiempo con Valentín en la piedra, papel y tijera. - Matías habló en medio de una sonora risa, que avergonzó un poco al ojiverde, pero que al mismo tiempo terminó por encantarle, porque amaba escucharlo reír.

-Deja de reírte de mí, cabeza de papel. - Mauro lo reto dejándole un pico en los labios, que fue más que recibido a la perfección. -¿Ya te dije que tus labios son adictivos? Y quisiera estar pegados a ellos todo el tiempo. - soltó, siendo el turno del otro en sonrojarse.

-Callate. - el ojicafe ordenó, escondiendo su rostro en el pecho de Monzón. -Mau, ¿Sabes qué día es mañana? - consultó con cierto tono de preocupación en su voz.

-¿Quince? ¿Supongo? - Monzón respondió, no cayendo en cuenta de manera inmediata con lo que iba a suceder el día de mañana. -¡Oh! - exclamó al entender todo. -No me acordaba que mañana te llega tu celo. - dijo, para mala fortuna del otro. -¿Querés que me quedé a dormir aquí y que lo pasemos juntos como siempre? - pregunto, queriendo que su chico no sufriera tanto a causa de sus intensos calores.

-Si, yo quiero que te quedes. - Spallatti contestó de inmediato pero con cierta incomodidad, a pesar de ya llevar algunos meses pasando sus celos junto con el menor. Para que sufriera lo menos posible y que no hiciera uso de ningún supresor más en toda su vida. -Ahora me da un poco de miedo pasarlos solos. - murmuró, sintiendo un ligero escalofrío en su espalda baja.

|| ¿Omega? : Litcko : FINALIZADA  || ✅✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora