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La profunda oscuridad en el lugar no le permitía ver nada, aún cuando llevaba horas en este lugar desconocido seguía sin ser capaz de ubicarse.

El sonido el agua cayendo era lo único que llegaba a sus oídos desde la silla a la que estaba unido por cuerdas.

Una gota por segundo, solo eso tardaba en caer y unirse al pequeño charco que se había formado, eso explicaba el olor a humedad que impregnaba sus fosas nasales, cada vez le costaba más respirar, como si en cualquier momento sus pulmones simplemente fueran a fallar.

Había perdido la cuenta de los días, el hambre, miedo y dolor se habían vuelto en sensaciones crónicas.

Las gotas eran su única forma de saber que tiempo pasaba y por eso sabía qjd faltaba poco para que la gota número mil, una puerta se comenzó a abrir lentamente, la luz fue encendida causandole una ceguera temporal que se volvería permanente gracias a unas vendas que fuero amarradas a su cabeza.

―Hora de jugar.

Sintió como algo frío y punzante se posó en su pierna.

¿En que momento quedé sin pantalones? Pensó, no lo sabía, se sintió expuesto y el frío le caló la piel, pero aquella sensación quedó de lado cuando un líquido espeso y viscoso comenzó a cubrirlo, su sangre.

Sentía como era su piel era cortada, como sedia contra el filo de un cuchillo, a medida que iba siendo cortada se daba cuenta de como dejaba de sentir poco a poco, como si su extremidad estuviera muriendo.

Dolía mucho, sus gritos ensordecian y era capaz de sentir como cada cuerda vocal se desgarrada dentro de su garganta.

Sentía que moriría solo del dolor y luego convertirse en un cadáver que se de sangraba, pero el sufrimiento paró.

Dolerá un poco.

Solo esas palabras ya le hicieron sentir que fallecía.

Vio estrellas cuando la sensación de ardor se adueñó de él, era alcohol, alcohol cayendo sobre una gran herida abierta, cada célula de su ser se retorcio en sufirmiendo.

Deseaba que todo acabará pronto mientras se ahogaba por el fuerte olor del alcohol y un dolor que le mataba poco a poco, sintió otro metal filoso sobre su piel, esta vez no lo cortaba sino que lo perforaba, una aguja, le estaba cosiendo la herida.

Entre cientos de dolores distintos comenzó a perder la conciencia, sd sentía como un juguete roto que había que reparar, estaba siento perforado con agujas y traspasado por hilos ¿Que clase de película de terror era su vida?

En algún momento su mente desconectó, sus gritos se hicieron internos y las lágrimas sólo corrían por todo su rostro, sudaba frío y sentía su corazón dejando de bomnardear dentro de su pecho.

Las vendas fueron retiradas, antes de caer muerto, vio parte del rostro de quien lo hizo sufrir.

Tenía hoyuelos y una sonrisa amable, quien lo diría, no todos son lo que parecen.

Al abrir los ojos de nuevo entendió que sólo fue otra pesadilla, de nuevo.

Thighs~

舞-ᎠᎡᎬᎪᎷᎪᎡᎬ-漫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora