Tengo un nudo en la garganta, un dolor en el alma, un peso en la espalda y unas mejillas marcadas de tanto llorar, quiza hallar se resulta difícil cuando la oscuridad predomina, cuando la sonrisa es momentánea mientras las lágrimas se apoderan de mis mejillas por completo, nunca será fácil mientas la luz se agota y la oscuridad por otro lado grita haciendo su acto de presencia, quizá el no encontrar un sentido, un ritmo o los pasos apropiados que se ajusten a este baile, me destruye, me hace sentir inmune, estupida y quizá absurda, por el simple hecho de pensar que quienes se subieron en el barco al comienzo del viaje, se quedaran cuando llegue la marea, arrase con todo a su paso y no exista ancla que pueda salvarnos.
Sobrevivir a los obstáculos de la vida es difícil, pero verte al espejo y ser consciente de que estás destruida, de que tu corazón está roto en mil pedazos, a raíz de dar con personas que no merecían ninguna de tus lágrimas, eso es aún más difícil; ese maldito nudo en la garganta, que cambia tu respiración, tu sentir, tu vivir, tu observar y hasta tu manera de pensar es el mismo culpable de mis noches de desvelo.
con el pasar del tiempo, ese bendito reloj a sido mi fiel compañero de pensamientos, la alegría, se ha convertido en mi cómplice, cuando soy consciente de ella disfrutamos, vivimos, reímos y gozamos, pero muy en el fondo sabemos que solo será momentáneo...
Mi corazón...
El me juega malas pasadas, es mi enemigo principal, pues me obliga a extrañar a personas que creía ya haber olvidado por completo, en otras ocasiones me cuestiona sobre mis decisiones, me juzga, me señala y me tilda de cruel, según el soy demasiado sobre protectora y quizá si lo sea, pero es por nuestro bien o eso creo.Y mi mente...
Ella es una alcahueta, me permite crear y escribir el final, ese mismo final de película con el que muy seguramente todos soñamos (vivieron felices para siempre) es una lástima que no pueda salir de mi mente.