La luna se alzaba sobre la noche iluminando el lugar de manera que este parecía casi irreal, un sueño lucido en los que los arboles ofrecían extrañas sombras en el suelo mientras sus hojas se mecían suavemente con la brisa que soplaba desde las lejanas orillas del mar, todo el bosque bailaba en perfecta armonía, ejecutando una danza más antigua que los tres humanos que estaban en la pequeña cuesta hacia el claro, un camino antiguo y cargado de significado, había tres personas en silencio, y dos de ellas estaban evaluando la situación, esperando a que el otro diera un paso en falso.
El que se encontraba más abajo acababa de entrar en la escena con tranquilidad, sabía que este era uno de los posibles desenlaces, y se arrepintió de no haberse apresurado, pero ya las cosas no podían cambiarse, pensó mientras observaba al otro a su lado dar su último aliento, las dagas clavadas en su espalda aun vibraban, ninguna había errado, no había sido una batalla sangrienta, todo había acabado en un golpe, todas acertaron en los puntos vitales para que el hombre no sufriera lo más mínimo y la muerte fuera lo más rápido posible. Las dagas se agitaron y salieron de esas heridas flotando mientras emitían un sonido metálico y melodioso que bien podría haber sido la obra maestra de un brillante músico.
El hombre vio como recorrían el camino hasta la mujer que tenía en frente, más arriba que ella, y como la empezaban a rodear y a orbitarla como si se tratase de un halo, el hombre vestía una armadura ligera, cuero y nada más, algo sencillo completamente negro, tenía dos katanas amarradas a un cinturón que bien podría haber sido una simple soga, apretó uno de sus puños mientras sus guantes soltaron un pequeño quejido, habían visto muchas batallas pero aun así seguían sirviendo fielmente a su dueño, con la brisa su capa rudimentaria resonó contra esta, y este se agarró el sombrero que se movió peligrosamente amenazando con revelar su cara en su totalidad. Se podría decir que vestía de forma austera e incluso algunos le habían llegado a tomar por un vagabundo, pero él no deseaba más, no lo necesitaba.
En contraste con el la mujer que se encontraba arriba, podría haber pasado por un simple campesino, vestía colores llamativos, el rosa despuntaba en un traje que parecía tener miles de pliegues y trozos de tela, algo más apropiado para una bailarina que para una guerrera, su larga melena roja descansaba sobre sus hombros, bailando a veces con el viento como si fueran uno, su rostro de una belleza incomparable pero a la vez dura y estricta mostraba que no se arrepentía de su decisión mientras las dagas seguían orbitándola, sus manos reposaban en dos katanas que colgaban de su cadera con una gracia y un estilo inigualables, sabía que probablemente habría más sangre esa noche.
El hombre bajo la mirada otra vez al cadáver a veces le costaba entender porque la avaricia humana superaba al sentido común, pero era algo con lo que estaba acostumbrado a lidiar con ella.
-Le advertí que no lo hiciera que solo usara las palabras. ¿Por qué le has matado? Podías haberle desarmado simplemente, no era rival para ti, no tenías que haberle matado, y tengo entendido que no es el primero.
-Lo deje claro con el primer mensajero que me enviaron, el que perturbe la paz de mi pueblo morirá no es de mi incumbencia de que bando sean, juré proteger este lugar y proteger a la gente de este pueblo y tú también. ¿o es que te han lavado el cerebro tanto que ya ni recuerdas por lo que pasamos para salvar este sitio de los invasores?
El hombre sonrió con tristeza, recordaba aquellos días en los que vivía en el monasterio al borde del acantilado, su juventud donde aprendió a defenderse solo, y los momentos en los que tuvieron que alzarse en contra de los invasores, luchando codo con codo con la persona que tenía en frente hasta liberar a todos los suyos.
-No puedes aferrarte a esa idea tuya de que podremos vivir en paz como antes, necesitamos un gobierno, algo estable que nos una a todos, no podemos volver a ser una nación separada, necesitamos estar todos juntos, si volvemos a dar muestras de debilidad los invasores volverán, igual que en el pasado, y muchos más morirán esta vez que saben de lo que somos capaces, sus buques de guerra otean nuestras costas día a día.
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SUSURROS DE GUERRA
AdventureLa historia de dos personas y dos naciones separadas por la guerra, la familia y la política.