Capítulo 1

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Jeon Jungkook creía en su intuición. A las nueve cincuenta y cinco de la mañana, las entrañas le decían que aquel no iba a ser un buen día.

Miró por la ventana hacia las ondulantes colinas que conformaban el rancho Wondang y se preguntó si habría sido más fácil ser granjero. Las cosechas no rompían cercas ni se escapaban en medio de la noche.

Los cultivos no intentaban nacer de nalgas. Podría dedicarse a cultivar maíz. O trigo. El trigo era patriótico. Todos aquellos campos ambarinos ondeando como banderas.

Volvió a fijar la atención en el papeleo que tenía delante y sacudió la cabeza. ¿A quién pretendía engañar? Pertenecía a una quinta generación de ganaderos. Lo más cerca que estaba de ser granjero era el huerto para la cocina del rancho que tenían detrás de la barraca de los peones.

-¡Eh, jefe!

Jungkook observó al capataz cuando este entró en su despacho. Park Chanyeol se quitó el sombrero vaquero, lo golpeó contra su muslo izquierdo y se sentó en la dura silla de plástico que Jungkook tenía delante de su mesa. Una visita de Chanyeol antes de las nueve no podía llevarle buenas noticias.

-¿Qué ha pasado? -preguntó Jungkook, más resignado que enfadado.

El rancho Wondang había sido anexionado a principios de año por la ciudad de Mandeok-dong, Busan. Aquello significaba que, desde entonces, dependía de la jurisdicción del casco urbano, una decisión que, según la alcaldesa, le beneficiaría. La alcaldesa le había asegurado que de aquella manera se beneficiaría de los servicios de la alcaldía, pero, hasta entonces, solo le había supuesto un incremento del papeleo. Jungkook no entendía qué había ganado, aunque su hermano estaba encantado porque había aumentado la velocidad de Internet gracias a que habían extendido el cable hasta allí.

-En la barraca de los peones se ha estropeado una tubería -dijo Chanyeol- Debajo del fregadero.
Todos los chicos están fuera con el ganado. He cortado el agua, pero vamos a tener que arreglarla hoy. ¿Quieres que ponga a alguien a arreglarla o llamo a un fontanero?

Jungkook dejó caer el bolígrafo encima de la mesa y se frotó las sienes. Un par de semanas sin una sola crisis. Aparentemente, era pedir demasiado.

Sopesó sus opciones. Chanyeol no podía ocuparse de aquella tubería porque esperaban la llegada de unos compradores al cabo de una hora aproximadamente y Chanyeol iba a tener que llevarlos a ver a los cabritos. Lo más fácil sería llamar a un fontanero de Mandeok-dong, pero era posible que no hubiera ninguno disponible.

-Pídeles a un par de chicos que se ocupen de ello -contestó al final. Sacudió después la cabeza-. Es lunes, ¿verdad? Los lunes siempre surge algún problema.

Chanyeol gruñó mostrando su acuerdo y se levantó. El teléfono sonó antes de que hubiera llegado a la puerta. Así iba a ser imposible terminar a tiempo todo aquel papeleo, se lamentó Jungkook mientras alargaba la mano hacia el teléfono.

-Rancho Wondang -contestó-. Soy Jungkook.

-¡Hola! -contestó una mujer de voz grave y amistosa- Llamo para hablar con alguien acerca del alojamiento. ¿Podría ayudarme?

Jungkook parpadeó ante aquella pregunta.

-¿Alojamiento? ¿Se refiere a alojamiento para caballos? No, no ofrecemos ese servicio, señora. Pero puede intentar hablar con Reilly Konopka. Tengo entendido que aloja caballos en su rancho. O al rancho Castle. Pregunte por Rafe.

La mujer soltó una carcajada.

-No. No me refiero a alojamiento para caballos. Lo pedía para mí y para mi marido. Vamos a ir a la conducción de ganado y quería saber si tienen spa en el racho.Últimamente hemos estado muy estresados y estaba pensando que un par de masajes podrían ser una forma agradable de comenzar las vacaciones. Un masaje de tejido profundo, quizá. O con piedras calientes. ¿No es lo que está ahora más de moda?

¿Masajes? ¿Vacaciones? ¿Conducción de ganado?

-Señora, no tengo la menor idea de a qué se refiere -contestó Jungkook.

Su genio iba creciendo mientras se le hacía un nudo en las entrañas. Unas entrañas que le estaban diciendo que la cosa se estaba poniendo muy fea.

-¡Ah! -pareció desilusionada-. En la web no dicen que haya spa, pero tenía la esperanza de que lo hubiera. ¿Puede recomendarme un hotel con spa en Mandeok-dong? Llegaremos a primera hora del día. Necesito descansar antes de ir a la conducción de ganado del sábado.

-Señora, ¿le importaría hablarme de esa conducción de ganado a la que piensa asistir?

-¿Perdón? ¿No es usted uno de los empleados del rancho?

Se suponía que él era el propietario. ¿Qué estaba pasando allí?

-Sí, señora -mintió.

-¡Ah! Muy bien. Mi marido y yo vamos a ir a la conducción de ganado. Continuó hablando, dando detalles, incluyendo la web en la que había encontrado aquel destino vacacional.

Mientras ella continuaba hablando, Jungkook encendió el ordenador y tecleó la dirección de la web. Y cuando apareció, se quedó boquiabierto. Casi ni se acordó de despedirse antes de colgar.

En menos de dos minutos había explorado aquel sitio web en el que se detallaban todas las maravillas de unas vacaciones siguiendo al ganado en el norte de Busan. En el rancho de Jungkook. Solo una persona podría haberse atrevido a hacer algo así: su hermano.

La rabia hirvió en su interior hasta convertirse en algo a lo que Jungkook ni siquiera era capaz de poner un nombre. Le invadió hasta un punto en el que supo que iba a explotar.

Soobin ya la había fastidiado antes en incontables ocasiones, pero, comparado con aquella jugada, lo demás había sido cosa de niños. Le entraron ganas de golpear algo, de tirar algo, de romper algo. Si iba a buscar a Soobin en aquel momento, terminaría haciendo y diciendo muchas cosas de las que ambos se arrepentirían. Sabía que el muchacho le veía como una combinación del diablo en persona y el peor ser humano que había existido desde Scrooge. También sabía que Soobin ya era casi un adulto y que si el adolescente no se enderezaba, iba a pasar el resto de su vida metiendo la pata y viviendo para arrepentirse.

Arrepentirse. Aquella palabra bastó para calmar su genio. Él había convivido con el arrepentimiento desde que tenía la edad de Soobin. El arrepentimiento tenía una manera muy particular de devorar a un hombre por dentro. De hacerle desear salir huyendo para alejarse del pasado. Pero el mundo no funcionaba así. Una vez hacías algo, no podías deshacerlo. Y él no quería algo así para su hermano.

Desde que Soobin era un niño que le seguía caminando con dificultad alrededor del rancho e imitaba todos sus movimientos, Jungkook le había querido tanto que a veces le resultaba doloroso. Ya entonces se había prometido cuidarle y protegerle incluso de sí mismo.

De modo que, en vez de ir a buscar a Soobin, regresó a su escritorio y pensó cuál sería la mejor manera de actuar. Estaba decidido a enseñarle a su hermano de una vez por todas a ser responsable. Quería que se convirtiera en un hombre que pudiera respetarse a sí mismo. Un hombre que no tuviera que vivir con el fantasma de la culpa.


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⏰ Última actualización: Nov 12, 2023 ⏰

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Beso Inesperado (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora