Pedido 02

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Las noches en el mar abierto parecen tranquilas e incluso si las olas entonan su natural sonido, esto solo le recuerda la particular característica de una zona completamente apartada de la vida terrestre y que quizás no muchos se atreven a abordar.

Las estrellas desfilando junto a la luna plateada tomaron la atención de aquél joven que varado en su destino, se había permitido descansar de sus cálculos para una llegada exitosa y lo más pronta. Digna de un gran capitán cómo lo es él, por supuesto.

Esa vez había optado por ir solo en aquella aventura, no es que necesitara de algún equipo para hacerlo normalmente pero a veces era necesaria alguna compañía para no charlar con las gaviotas durante un viaje tan extenso.

Una copa en su mano y una elegante postura que se convirtió en una relajada, es la clase de imagen que dió ante el altamar. La música clásica a un volumen considerable y el vaivén de las olas logrando que entrara en un ligero estado de éxtasis le hizo tener total satisfacción. Definitivamente la clase de vida que suele llevar.

—Simplemente lo mejor... —expresó con vigor, apoyándose en sus brazos y admirando su única fuente de luz en la tremenda extensión de agua.

Sin embargo al amanecer, su humor descendió al tener que hacer una escala en un pequeño pueblo. Ya que, de alguna forma su barco había mostrado fallas a pesar de que fue llevado a mantenimiento antes del viaje; supuso que estuvo poco genial de su parte haberse confiado sin revisar él mismo que todo estuviera bajo control. Es decir, siempre lo hacía pero con esa única excepción ya se daba de cuenta lo tonto que fue.

En fin, ante todo pronóstico no tuvo más que quedarse en dicho pueblo hasta que estuvo seguro de que su barco quedó en estupendas condiciones.

—Joven, ¿está seguro que desea quedarse aquí? —le dijo uno de los pesqueros del pueblo. Le pudo entender a su manera ya que éste no habló en su lengua materna y poco sabía él del idioma extranjero—. Estaría mejor si consigue alguna posada en el pueblo.

Ryusui miró al señor con una burbujeante curiosidad y entonces prosiguió a preguntarle:

—¿Acaso hay algo a lo que he de temer? —sonríe confianzudo, mostrando su bien preparada carpa y demás. Cerca del lugar en que arregla su barco.

—Tienes razón, no he dicho nada más —concluye con una sonrisa el anciano, haciendo un gesto de despedida y yéndose fuera de la zona.

Él carraspea ante el silencio que se crea a su alrededor pero no obstante eso le parece favorecedor para poder descansar un poco. Había estado ocupándose del barco desde la tarde en que llegó al pueblo para terminar lo antes posible y la verdad aunque fuese un hombre joven y lleno de pasión por la navegación, también es verdad que llega a agotarse cómo todo ser.

No supo qué horas serían para cuando despertó de su descanso pero no porque así lo haya querido si no más bien por los ruidos raros que provenían del mar. Salió del lugar que le refugiaba y caminó por el muelle, haciéndolo crujir en el silencio que solo estaba siendo llenado por el ruido de su respiración, el mar y algunas criaturas cercanas... Además de ése inusual y extraño que le despertó.

—¿Dónde rayos la dejé? —murmuró para sí mismo, hurgando en su chaleco y obteniendo la linterna en sus manos, con la cual iluminó hacia el agua. Intentando ver lo que producía aquellos ruidos.

Sin embargo no pudo ver nada cercano, más el ruido continuaba. Parecían quejidos bajos, que de no ser alguien verdaderamente de agallas habría ya corrido lejos de allí; algo que no pasaría.

Cobardía definitivamente nunca sería un apelativo para referirse a él.

Al mismo tiempo, en el agua con cansado agite, una criatura temerosa intentaba librarse de la red en que había quedado atrapada. Su aleta siendo cortada de gravedad y estando por días en esa situación le habían debilitado hasta el punto de casi morir. Ya no medía la magnitud de los ruidos que estaba haciendo por el simple hecho de que está desesperada.

DR. STONE | Headcanons, Oneshots, Escenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora