2006💫

;2💫Dulce de leche

—Lindo departamento.

—Siéntate donde puedas y no toques nada.

Esto es una pesadilla, una peor que esa en la que beso al Grinch. Es horrible, porque me involucra a mi y a mi deplorable futuro siendo padre.

Ese niño se oye sincero y, suponiendo por su edad, no es capaz de crear una broma tan elaborada en la que incluso se consiguió mi nombre con alguno de mis amigos.

Lo peor de todo es que no puedo despertar, así que no me queda más que continuar con esta estupidez hasta que mi alarma suene y me obligue a despertarme para ir a las clases de anatomía. Por mientras intentaré devolver al niño en lo que mi cuerpo se digne a despertar después de las seis botellas de soju que bebí anoche.

—¿Desayunaste?

—Estoy en ayunas porque me hicieron una cirugía— Responde con simpleza mientras alza un poco su camiseta de unos dibujos animados que no conozco con la intención de mostrarme algo —Apendicitis.

El chico se queda anonadado cuando no pilla nada en su bajo vientre y empieza a examinar cada parte de su cuerpo buscando algo que claramente no está.

—No te veo nada— Respondo con desinterés en lo que voy por algo para que pueda desayunar.

No pillo nada, Ten no ha ido al supermercado incluso si esta semana era su turno. Miro en el fondo una bolsa con dulce de leche que costó una fortuna y al muy estúpido de mi amigo no le gustó y dejó tirado sin darle más de una probada.

—¡Se supone que debería haber un parche o algo!— Sigue quejándose con un tono irritable. Aprovecho la circunstancia para volver y plantarle una cuchara repleta del manjar en su boca, para que así se calle de una buena vez.

—Come esto. Tal vez se te bajó el azúcar y por eso hablas tonterías— Corro un poco del lote de ropa para sentarme al otro extremo del sofá.

—El azúcar procesada perjudica al primer chakra, no hay que comer tanto— Dice después de quitar la cuchara de su boca y saborear un poco.

—¿Qué?

—Eso es lo que me dices siempre; no puedo comer mucha azúcar porque desalinea los chakras— Responde sin una pizca de chiste, aunque luego vuelve a comer un poco y se concentra en eso más que en las tonterías que dice.

—Yo jamás diría eso, qué me importa  lo que te metas a la boca—Me quejo, aunque tampoco lucho mucho con el comentario espiritual porque en cualquier momento despertaré de este sueño y no perderé mi valioso tiempo de descanso quejándome de los hippies.

—Lo dices todo el tiempo, mentiroso— Reclama ya con la cuchara limpia —¿Puedo sacar más?

Apunto a la cocina sin muchas ganas y el adolescente corre con gusto para rellenar la cuchara.

¿Qué puedo hacer en lo que despierto? además de devolver al niño, no estaría mal saber un poco de lo que se supone que seré; por supuesto un médico integral trabajando en una clínica privada y manejando un volvo.

—¿Cómo me veo en tu universo?

—Bien, aunque ya no vistes así. Usas ropa de lino que tinturas tú mismo, tie dye se le llama.

—¿Te refieres a la ropa con manchas?— Nono asiente porque no puede hablar —No reinventaron la rueda en tu futuro, eso existe desde que tengo memoria.

—Yo solo te estoy informando— Se encoje de hombros y después toma asiento a mi lado —Hueles a incienso y a perfume de hierbas.

—¿Ahora?— Comienzo a olfatear mi chaqueta porque temo oler a algo tan asqueroso como el incienso.