Él no había vuelto a aparecer. No importaba cuando suplicara, cuanto rogara, ese pastel de cumpleaños no se presentaría, aquel rostro serio no lo miraría, esos besos apasionados no volverían. Era su cumpleaños pero nunca le había gustado celebrarlo.
"Ten. Feliz cumpleaños"
Sus regalos eran espantosos, sin embargo amaba recibirlos aunque no los pidiera. Aquella preocupación que el rubio tenía por el tarde o temprano pasaría a ser de alguien más.
"Gracias Aki"
Nadie podría llenar el vacío que había dejado, nadie lo reemplazaría, pero al menos se alegraba de saber que Akihiko sería feliz y que todo el amor que tenía para dar seria bien recibido.
"Compre un pastel. Se que no te gusta mucho lo dulce pero es la tradición"
Aquel ser no era el mejor: era algo torpe, bruto, no podía controlar bien sus emociones ni acciones pero a pesar de todo poseía el corazón más grande que haya podido apreciar.
"Pues es momento de cortarlo"
Un vaso de whisky se posó en sus labios, una melodía nostálgica sonó y así en medio de la sala Ugetsu recordó todo lo bueno que había pasado con el rubio. Lo extrañaba, lo anhelaba, pero no podía volver atrás. Sus caminos se separaron y él estaba bien con eso.
Estaba muy bien con eso.
Estaba...solo.
Nadie lo saludaría, nadie lo recordaría. Era el peor cumpleaños que pudo haber tenido en su vida hasta que...
— ¡Feliz cumpleaños Ugetsu-san!— nunca se imaginó que al abrir la puerta él se encontraría allí, acompañado de nada mas ni nada menos que Kaji Akihiko.
—Vaya, pasen— no podía mirarlo a los ojos, porque sabia que en ellos ya no había amor.
—Se que no te gusta festejar tu cumpleaños pero Mafuyu insistió en que debíamos venir— pero eso no importaba. Podría llorar de felicidad si quisiera.
—Haré café— porque al menos dos personas se preocupaban por él. Ese chico pelirrojo y su ex amor.
No había vuelto como quería, sabia que sería impasible, sin embargo el solo tenerlo ahí lo ponía feliz.
Porque su mayor temor era quedarse solo.
Porque no quería que la soledad lo consumiera.
Porque después de todo nunca podría odiar a Akihiko.
—Te traje un regalo— y por primera vez podía decir que tenía un amigo y su nombre era Mafuyu Sato.
— Gracias— aquel cumpleaños fue diferente a todos los demás pero había sonreído así que valió la pena.