Un taxi aparco frente a la puerta de aquella enorme mansión, en aquella urbanización a las afueras de la gran ciudad, en aquella mansión victoriana vivía lejos de la sociedad Brigitte la tía de Eric. Aquel chico bajo de auto y cogió con fuerza su maleta, el chico de unos 16 años de pelo rubio y cuerpo delgaducho, rostro aniñado imberbe había visto como sus padres tenía que pasar largas temporadas trabajando fuera del país y para no dejarle solo tuvieron que buscar ayuda, por eso a regañadientes tuvo que contar con su hermana, que hacía años que no veía.
El chico se paró frente a la puerta de aquella casa y lanzo un largo suspiro, comenzó a golpear con sus nudillos la vieja madera, hasta que escucho unos pasos que se acercaban lentamente, era el sonido de unos tacones.
Al abrirse la puerta pudo ver una voluptuosa mujer morena, de mirada sensual, labios pintados de rojo sangre, mirada tranquila y cansada, piel blanquecina, cuerpo voluptuoso apretado con ese vestido negro, con un gran escote, para sus perfectos y grandes senos.
-Hola Eric ¿Cuánto tiempo sin verte? Es cierto tu madre nunca quiso que te fuera a ver....
El chico bajo la cabeza:
-Ho-hola tía Brigitte, mi madre no me hablo de ti, casi no sabía que tenía una tía......
La voluptuosa mujer sonrió y le hizo un gesto para que entrara, se tenían que poner al día, tenían que conocerse mejor si tenían que compartir sus vidas en esas largas temporadas.
El chico iba tras de su tía, llevando su maleta, la mujer sonrió mirándole de reojo, estaba sorprendida lo que había crecido su sobrino y aparte de aquello lo atractivo que era, tenia los buenos genes de su familia:
-Solo te voy a contar una cosa, tu madre no quiso saber nada de mi por seguir los pasos de nuestra madre, ella jamás entendió ni quiso saber nada del legado familiar, pero por mi parte no podía dejar que muriera el legado.
El adolescente se quedó por unos instantes mirando la inmensa escalera de madera, de lo más clásica, puede ser que fuera de principio de siglo, que aun así había sido por los años muy cuidado cada uno de sus escalones, como su barandilla.
Brigitte indico con su mano el camino que tenía que seguir el chico para encontrar su habitación, una mano tan fina, tan blanquecina, con las uñas tan largas y rojizas:
-Cariño, tu habitación está en el segundo piso al final del pasillo...
El chico asintió con la cabeza y comenzó a subir las escaleras, miro por unos instantes tras de el y vio a su tía sonriendo:
-Te esperare para la hora de la cena.
El chico fue subiendo lentamente por esas escaleras, hasta llegar al segundo piso, comenzó andar por pasillo, dirigiéndose hasta aquella habitación, donde viviría los próximos meses, paso frente a una gran habitación donde sintió algo muy extraño. Sentía como uno de los libros de la estantería le estaba llamando, era tan extraño.
Negó con la cabeza y siguió andando por el pasillo hasta llegar a su habitación, metió sus cosas en el armario, como en la mesita que estaba al lado de su cama.
El chico guardo sus cosas y sintió mientras guardaba sus calcetines, sintió como le seguía llamando uno de esos libros, el chico negó con la cabeza ya que pensaba que era una locura, lo más seguro es que era el cambio de hogar, el cambio drástico, el cambio de vida por unos meses.
Al bajar las escaleras se reunió con su tía en el comedor, la mujer había encargado unas pizzas, que ella comía con estilo, con tenedor y cuchillo, mientras que el chico lo intentaba, pensando que eran las reglas de aquella casa. El chico levanto su mirada y miro a Brigitte. Esta sonrió:
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Una vida magica
Teen FictionEric llega a casa de su tia y ella esconde muchos secretos