Única parte.

227 26 7
                                    

Un pitido molestaba su cabeza aunque era ésta misma quien lo provocaba, mordía sus uñas con desesperación mientras jugaba con la pastilla que bajo su lengua se mantenía embadurnada en saliva, de nuevo buscaba la tranquilidad con cosas externas, pero no se lamentaba, en realidad, le gustaba demasiado.

Movía su pie tan rápido que provocaba un ritmo constante contra la pequeña mesita frente a él.

Xanax, delicioso néctar para los fines de semanas que, aunque para muchos aquellos dichosos dias eran relajantes solo por existir, para él se trataba de una condena de tortura.

Hacia ya varios meses que vivía lejos de sus padres, aunque no iba a negar que pagar su propia renta le era difícil, saber que ahora tenia libertad de hacer lo que le plazca le satisfacía, a él y a su orgullo.

No le importaba demasiado si su cuerpo estaba destruyéndose, en realidad quería eso mas que nada, pero mientras siga de pie se aseguraría de que nadie lograra verlo hacer aquello, nadie debía saber que no era el chico feliz que todos pensaban.

Cuando la pastilla de deshizo completamente en su boca, relajó sus párpados, dejó caer ambas manos a los lados de su cuerpo y se concentró en sentir como cada célula de su ser se rendía ante la tranquilidad que el ayudante externo les proporciona con tanta generosidad.

Ya no sentía hambre, ya no deseaba devorar sus uñas, ya no ardían sus ojos del cansancio, ahora se trataba de él y el universo de su imaginación.

El pelirrojo bailó entre las estrellas por doce largas horas, horas que pronto se repetirán en cuanto ingiera algo de alimento en su estómago.

Vacío, al igual que su alacena, al igual que su heladera, al igual que sus ganas de salir a comprar algo.

Vamos, Eijiro, no es de hombres quedarse con hambre.— intentó convencerse de la misma manera que lo hacia en su colegio cuando buscaba reprimir su intensa ansiedad.

Revolvió un poco su cabello antes de cubrirlo con la capucha de su abrigo y así salir de aquel oscuro apartamento, testigo del "pecado" que llevaba a cabo semanalmente. Bajó hasta la primera planta por el ascensor y emprendió camino a la tienda más cercana luego de tantear sus bolsillos y asegurarse que llevaba sus pertenencias encima.

Analizaba el suelo como si fuese su programa favorito, sus líneas y texturas lo llevaba a rebuscar en lo más profundo de su subconsciente, dejándolo inquieto nuevamente. Hacia un esfuerzo sobrehumano para mantener sus manos en los bolsillos de su pantalón y así dejar libre del peligro a las uñas que temían ante aquellos puntiagudos dientes.

Concentrado en mantener firme su alborotada mente, no notó cuando una chica se acercó lo suficiente para tocar su hombro, llevándolo a que su quirk se active sin su consentimiento, lastimando la mano de la joven por accidente y, por ende, a romper un poco la ropa que llevaba puesta.

Aquella se quejó por lo bajo, quitando sus dígitos de encima tan rápido que, cuando Eijiro dió la vuelta para afrontar las consecuencias de sus acciones, la fémina ya se hallaba buscando en su mochila benditas para colocarse sobre sus dedos.

Lamento si te asusté... — la disculpa se vió formada por una serena voz, tan cálida como indescriptible.

Al contrario, yo lo siento por haberte lastimado, ¿estás bien? — Eijiro se vió forzado a mantener una postura erguida y una suave sonrisa, con la intensión de ocultar lo que realmente en su mente pasaba.

oh, no te preocupes. — una pausa se creó mientras ella acomodaba el último pliegue de la bendita. — yo... uhm, bueno, me preguntaba si sabías dónde quedaba éste edificio. — la muchacha le extendió un papelito con el nombre de lo que buscaba, esperanzada en que no deba preguntarle a alguien más.

Xanax - Kirishima x OC Donde viven las historias. Descúbrelo ahora